El padre del beb¨¦ asesinado pidi¨® horas antes una prueba de ADN
La acusada aprovecha su ¨²ltima palabra para decir que "la enfermedad" mental que tiene le "quit¨® lo que m¨¢s amaba", la hija que ayer reconoci¨® haber asfixiado
En los pre¨¢mbulos de aquella aciaga jornada del 31 de agosto de 2015 en que Marisol Fabiola S.M. asfixi¨® a Victoria, su beb¨¦ de seis meses, en la habitaci¨®n 709 de un conocido hotel de Santiago, su marido le espet¨® que quer¨ªa hacerse la prueba de paternidad durante una fuerte discusi¨®n. Un jefe de la polic¨ªa judicial ha recordado hoy en el juicio por el asesinato de la peque?a que as¨ª se lo reconoci¨® Ra¨²l, el esposo de la acusada, cuando lo entrevist¨® a ¨²ltima hora de la tarde de los hechos. Ayer, el hombre se acogi¨® a su derecho a no testificar para no perjudicar a su esposa y nada explic¨® sobre esta cuesti¨®n que hoy ha vuelto a sembrar extra?eza en el jurado popular que tendr¨¢ que deliberar, ma?ana, acerca de si Marisol actu¨® completamente enajenada cuando asesin¨® a su beb¨¦. La propia implicada declar¨® el martes que exist¨ªa "la duda" de qui¨¦n era el progenitor, porque en los primeros d¨ªas de junio de 2014, presa de un brote de su enfermedad mental, sinti¨® el impulso de viajar sola en tren a Suiza y que en medio de su trastorno acab¨® torciendo el rumbo y arribando a la estaci¨®n de Stuttgart. En aquel escenario, recuerda o cree recordar, pas¨® unas cinco jornadas conviviendo con un "vagabundo" que la viol¨®, y acab¨® internada durante m¨¢s de una semana, hasta el d¨ªa 20, en un psiqui¨¢trico de esta ciudad alemana.
Marisol, su esposo y la ni?a que naci¨® nueve meses despu¨¦s de aquel brote agudo viajaron el 24 de agosto de 2015 a Compostela para asistir a un congreso internacional del Instituto Gn¨®stico de Antropolog¨ªa Samael y Litelantes, una convenci¨®n que peri¨®dicamente se celebra en diferentes lugares del mundo. A estas citas acuden numerosos seguidores de las doctrinas de dos gur¨²s colombianos ya fallecidos, Samael Aun Weor (V¨ªctor Manuel G¨®mez Rodr¨ªguez) y su esposa Litelantes (de nombre de pila, Arnolda Garro Mora de G¨®mez), gran sacerdotisa y "estrella del drag¨®n". Ayer, en el juzgado, declararon tres de estos seguidores, todos extranjeros, al igual que la acusada (de doble nacionalidad chilena y alemana) y su marido (de origen venezolano), pero ni ellos ni la fiscal del caso ni, por supuesto, la abogada defensora, plantearon cuesti¨®n alguna acerca de aquella reuni¨®n que era el marco en el que se precipitaron los acontecimientos y la raz¨®n de que Marisol, Ra¨²l y Victoria estuviesen en Galicia. Solo uno de los testigos dijo de pasada que estaban por un "congreso de gnosis" y el tema no volvi¨® a relucir en la sala. El propio juzgado instructor, durante la investigaci¨®n, aparc¨® la posible influencia de estas creencias en la muerte del beb¨¦, a pesar de que hoy las psiquiatras de Santiago que la atendieron y diagnosticaron tras el crimen han descrito al menos en un par de ocasiones la "idealizaci¨®n delirante con contenido m¨ªstico religioso" que padece en las fases agudas de su esquizofrenia paranoide.
"La enfermedad decidi¨® por Marisol" en el momento de asfixiar a su hija, ha defendido una de las forenses del Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga) en el juicio. En esos momentos de crisis, la acusada se vuelve "interpretativa", y adem¨¢s de creer que lee telep¨¢ticamente el pensamiento de las personas que la rodean, oye voces e imagina un significado oculto para gestos inocuos del pr¨®jimo. Esto le ocurri¨® un a?o y pico antes en Alemania, cuando entendi¨® que ten¨ªa una misi¨®n redentora y deb¨ªa dejar la casa familiar para viajar a Suiza. Hab¨ªa visto en sus enso?aciones una cruz, y relacion¨® ese s¨ªmbolo con la bandera suiza.
En Santiago, al entrar en la misma espiral delirante, durante la tormentosa discusi¨®n que mantuvo con su marido antes del amanecer del domingo, "vio como una amenaza que ¨¦l se rascase la cabeza", tuvo un miedo que no estaba justificado por la realidad, grit¨® pidiendo socorro hasta despertar a otros hu¨¦spedes del hotel y acab¨® ech¨¢ndolo de forma violenta y en pijama de la habitaci¨®n. Pero las consecuencias irreparables vinieron luego, pasadas las siete de la tarde del d¨ªa que sigui¨® a aquella agitada madrugada, el 31 de agosto.
Ra¨²l asist¨ªa a misa en la catedral y Marisol tomaba algo en la cafeter¨ªa del hotel con el matrimonio del cuarto aleda?o. Esta pareja tambi¨¦n criaba un hijo. Un beb¨¦ de un a?o que en un momento dado toc¨® con su ¨ªndice un ojo de Victoria. La acusada, en el momento m¨¢s agudo de su fase "interpretativa", entendi¨® que esa era la se?al. Que el ni?o era la encarnaci¨®n del bien y su hija, la del mal, y que se estaba librando una batalla. Entonces, oy¨® una "voz telep¨¢tica" que la apremiaba a acabar con la vida de la chiquilla "antes de cumplir un a?o" para "salvar el mundo". Tras esto, como premio, seg¨²n declar¨® al romper su silencio el primer d¨ªa de juicio, ser¨ªa recogida "por una nave espacial" para viajar a "Sirius, el planeta donde viven los cristos" que murieron por la humanidad. La enso?aci¨®n "m¨ªstico religiosa" no deja de estar presente.
Eran las siete y veinte cuando, tal y como registraron las c¨¢maras de seguridad del pasillo, Marisol Fabiola entr¨® tirando del carrito de su beb¨¦ en la habitaci¨®n 709. La cr¨ªa lloraba y sus acompa?antes en el bar pensaban que se iba apresurada a darle de comer. Efectivamente, le dio de mamar para que se durmiese, le puso el chupete y despu¨¦s la asfixi¨® presionando con sus dedos el cuello blando y diminuto. Los forenses apenas apreciaron marcas, aunque hay una compatible con la presi¨®n ejercida por el pulgar. Despu¨¦s cre¨® en torno al cad¨¢ver un extra?o mausoleo. La tap¨® con una manta y una s¨¢bana blanca del hotel y fij¨® las telas con dos peque?as piedras igualmente blancas e irregulares, veteadas en negro, que esta ma?ana han sido exhibidas como pruebas. La testigo que se encontr¨® el cuerpo describi¨® que una estaba colocada por encima de la zona de la cabeza y otra, bajo los pies de la v¨ªctima.
"Es posible asfixiar a un beb¨¦ sin dejar ninguna lesi¨®n", ha explicado al jurado popular uno de los dos m¨¦dicos del Imelga que se hicieron cargo del trabajo. Marisol ha llorado con la primera foto expuesta, la de la cr¨ªa desnuda, tirada sobre una alfombra del hotel despu¨¦s de que los servicios sanitarios intentasen reanimarla sin lograrlo y certificasen su muerte. Pero se ha mantenido firme, sin desviar la mirada de la pantalla, cuando se sucedieron las crudas im¨¢genes siguientes, correspondientes a la autopsia de una peque?a que acababa de cumplir el medio a?o. Era una ni?a muy morena de tez, en esto y en otros rasgos mucho m¨¢s parecida a Ra¨²l que a Marisol, de piel clara.
En aquella bronca disputa nocturna que se prolong¨® horas y en la que el marido plante¨® la necesidad de hacer la prueba de paternidad, Marisol, seg¨²n declar¨® ayer, tambi¨¦n le ech¨® en cara la presencia en el congreso gn¨®stico de una mujer que hab¨ªa sido pareja de ¨¦l: "Me sent¨ª celosa", reconoci¨®. Todos los ingredientes se mezclaban en aquella enferma psic¨®tica que fue encadenando pensamientos y acciones "desorganizadas" desde ¨²ltima hora del s¨¢bado 30, cuando tal y como recoge la c¨¢mara del pasillo, sale con las maletas y el beb¨¦ y, seg¨²n se comprob¨®, lleg¨® al aeropuerto de Lavacolla con la idea fija de tomar un vuelo y regresar a Alemania. De all¨ª tuvo que volver en taxi poco m¨¢s de una hora despu¨¦s, ya acompa?ada de su marido, que fue a recogerla, porque no ten¨ªa dinero para pagar el avi¨®n.
De nuevo, pasado un rato en aquella misma noche, otra vez aparece en la pantalla del hotel. Sale con una mochila, sin vestir de los pies a la cintura. Luego regresa, ya tapada con algo que llevaba en la bolsa. Cuenta que ha ido a la farmacia. Y ya en torno a las siete, de nuevo discuten, lanza un zapato a su c¨®nyuge, y este marcha en ropa de cama. En el v¨ªdeo se ve a alguna gente que sale de las habitaciones alarmada por el ruido.
Estas idas y venidas que quedan reflejadas en la grabaci¨®n que supervis¨® la polic¨ªa son el preludio in crescendo de ese estallido en el que Marisol mata "sabiendo que mata pero sin poder dejar de hacerlo". Las psic¨®logas que han declarado hoy no tienen duda de que la acusada "no finge" ni fingi¨® en ning¨²n momento la enfermedad. Y que no miente tampoco en ninguno de los episodios narrados. Sea o no sea realidad alg¨²n cap¨ªtulo, tanto el de la voz que le anuncia el advenimiento de una nave desde Sirius como la escena de la supuesta violaci¨®n que s¨ª pudo ser en Stuttgart, ella lo percibi¨® as¨ª y as¨ª lo cree.
No obstante, hoy el jurado popular ha planteado sus dudas acerca de la veracidad de esta historia del vagabundo, desconocida hasta ayer. Y ha preguntado tambi¨¦n si la prueba de ADN que pidi¨® el marido de Marisol pudiera haber sido el detonante del crimen. Ma?ana, el juez presidente del tribunal, Alejandro Mor¨¢n, entregar¨¢ el objeto del veredicto para que los jurados empiecen a deliberar, y solo deber¨¢n responder a dos cuestiones. La primera, ya confesada ayer por la acusada, si Marisol Fabiola S.M. mat¨® a su hija asfixi¨¢ndola. La segunda, aproximadamente, si lo hizo impulsada por una enfermedad mental, la esquizofrenia paranoide, que anul¨® por completo su capacidad de entender y querer. Bas¨¢ndose en estas dos premisas, la fiscal Arancha San Jos¨¦ pide 25 a?os de internamiento en un psiqui¨¢trico penitenciario. La abogada defensora, Bego?a Trillo, reclama unas medidas de control con consultas y medicaci¨®n que no conlleven el confinamiento. "Medicada", ha afirmado, "es una persona que puede realizar su vida".
Marisol, una mujer de 35 a?os, quiso aprovechar su ¨²ltima palabra y habl¨® ahogada en todo ese llanto que m¨¢s o menos contuvo con entereza durante el juicio. "Yo tengo una enfermeadd que me quit¨® lo que m¨¢s amaba, que era mi hija", dijo mirando al tribunal, "me quit¨® a mi ni?a hermosa, me quit¨® a mi marido y ahora me va a quitar 25 a?os de mi vida". "Amaba y amo a mi hija. Quiero saber d¨®nde est¨¢ enterrada. Si la voy a poder ir a ver y llevarle una flor... La extra?o mucho, no pasa un d¨ªa que no piense en ella. Sue?o que la cuido, que le doy de comer, que la paseo... No s¨¦ qu¨¦ voy a hacer de mi vida sin mi hija".
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