Se acaba la fiesta
El Gobierno Puigdemont se mantiene, aunque sin presupuesto ni mayor¨ªa, mientras crece en el PSOE la tentaci¨®n de ser bisagra del PP
La que parec¨ªa alegre e imparable carrera hacia la independencia de Catalu?a ha dejado de ser una fiesta. Para evitar su interrupci¨®n, ha habido que hacer sacrificios tan inesperados como el de apear al impulsor del proceso, Artur Mas, de su pedestal, la presidencia de la Generalitat. Algunos de los principales dirigentes independentistas est¨¢n encausados ante la Justicia. El Gobierno catal¨¢n lleva ya cuatro a?os paralizado, sin cumplir otra funci¨®n que la de actuar como pagadora de los sueldos de los funcionarios.
El consejero de Finanzas ha debido arrodillarse ante el Ministro de Hacienda y mendigarle el dinero para pagar esos sueldos. El partido que cre¨ªa dirigir la operaci¨®n de convertir a Catalu?a en un Estado soberano, Converg¨¨ncia Democr¨¤tica, se ha dividido irremediablemente y ha retrocedido en las elecciones municipales y legislativas. Para mantenerse a flote, esa misma CDC ha debido recurrir a una peligrosa alianza con una Esquerra Republicana que en cada convocatoria electoral le va rebanando hegemon¨ªa en el ¨¢mbito nacionalista.
Por si fuera poco, esta alianza ha resultado insuficiente para lograr la independencia en las urnas y ha obligado a los dos aliados a recabar, adem¨¢s, el apoyo parlamentario de una tercera fuerza, la CUP, que se lo ha prestado con tan poca convicci¨®n como para que, al cabo de solo medio a?o, haya dejado al Gobierno en minor¨ªa en la votaci¨®n de los presupuestos de la Generalitat. La CUP cree que el Gobierno Puigdemont-Junqueras no est¨¢ dando los pasos adecuados para llevar a Catalu?a a las puertas de la independencia en el plazo previsto en su programa, oto?o de 2017. Cree que no es de fiar.
Lo pertinente tras el rechazo del proyecto de presupuestos en el Parlament hubiera sido que el presidente Puigdemont hubiera presentado la dimisi¨®n de inmediato y el Gobierno hubiera quedado en funciones mientras se negociaba la formaci¨®n de otro, rehaciendo la reci¨¦n destruida mayor¨ªa parlamentaria o buscando la formaci¨®n de otra. Pero no, como si todav¨ªa todo fuera una fiesta, el Gobierno Puigdemont-Junqueras contin¨²a en pie, como si todo fuera de mentirijillas, al menos hasta septiembre. Mejor dicho, confirmando que casi todo es de mentirijillas.
?Por qu¨¦ iban a actuar Puigdemont-Junqueras de otra forma? La situaci¨®n de Puigdemont no es muy distinta de la del otro presidente, este s¨ª oficialmente en funciones, Mariano Rajoy, que tambi¨¦n act¨²a como si todo fuera de mentirijillas. Rajoy y su partido, el PP, se presentan a unas elecciones generales, como si nada tuvieran que ver con el m¨¢s asombroso c¨²mulo de desatinos pol¨ªticos imaginables acaecidos bajo su mando. Como si la Justicia espa?ola no tuviera encartados a cerca de un millar de miembros de su partido, y al partido mismo, en una alucinante mara?a de corrupciones que implican a un exvicepresidente del Gobierno, a presidentes de comunidades aut¨®nomas, de diputaciones provinciales, exministros, diputados, senadores, alcaldes, concejales altos dirigentes del partido como los tres extesoreros y el propio Rajoy, en su calidad de l¨ªder del tinglado.
?Y se presenta a unas elecciones con el argumento de que Espa?a necesita un gobierno serio, tan serio como solo el PP puede garantizar! Quienes eso dicen son los que cobraban en negro parte de sus sueldos y sub¨ªan los impuestos a las tres semanas de haber prometido que los bajar¨ªan. Los que se presentan como garantes de la estabilidad de Espa?a y han llevado al independentismo catal¨¢n del 20% de los votos al 47%. Los que iban a acabar con el paro que cuatro a?os despu¨¦s sigue manteniendo sin trabajo a la mitad de los j¨®venes del pa¨ªs.
Si Rajoy tiene la osad¨ªa de presentarse de nuevo a las elecciones despu¨¦s de haber comprobado que ning¨²n otro partido quiere asociarse con ¨¦l, bajo ning¨²n concepto, ?por qu¨¦ Puigdemont-Junqueras tienen que sentirse aludidos por bagatelas como quedarse sin presupuesto de la Generalitat? Es un contexto general en el que parece que los viejos partidos hayan desconectado de la realidad. Incluso la oposici¨®n se contamina. Algunas de las m¨¢s potentes voces del viejo partido socialista abogan por convertirlo en la bisagra de la nueva situaci¨®n, atendiendo a la demanda del PP. Perdida ya su condici¨®n de alternativa, el socialismo servir¨ªa ahora para sostener, en unos casos, a gobiernos de izquierdas, como en los ayuntamientos de Madrid y Barcelona, por ejemplo, y en otros casos a gobiernos de la derecha, del PP, si el d¨ªa 26 resultara ser el m¨¢s votado, ?aunque en las Cortes hubiera mayor¨ªa de izquierdas!
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