Ba?o de humildad
La izquierda ha mostrado una vez m¨¢s su incapacidad para unirse y formar un bloque de regeneraci¨®n pol¨ªtica aut¨¦ntica
Algo ha mejorado en las reacciones de los pol¨ªticos ante el resultado de los ¨²ltimos comicios. Ning¨²n partido ha ocultado el sabor agridulce que en cada caso han producido. El PP se reconoce como ganador pero tambi¨¦n que no podr¨¢ configurar una mayor¨ªa de derechas f¨¢cil. El PSOE se alegra de haber evitado el sorpasso, pero reconoce que sus cifras son malas. Podemos y sus confluencias tienen que confesar que sus expectativas eran desmesuradas. Ciudadanos arroja el peor resultado y no se esfuerza en disimularlo. Algo hemos ganado en actitudes sinceras, una ayuda tal vez a entrar con m¨¢s prudencia en la negociaci¨®n necesaria para formar gobierno. Aunque suene a c¨ªnico, ser¨ªa bueno que todos los grupos se olvidaran de las afirmaciones maximalistas hechas durante la campa?a (¡°nunca apoyaremos al PP¡±; ¡°no a un PP con Rajoy a la cabeza¡±) y empezaran a hablar convencidos de que no hay m¨¢s soluci¨®n que un gobierno del PP en minor¨ªa y seguramente con Rajoy de presidente. Al PSOE le corresponde abstenerse y liderar una oposici¨®n que le devuelva el prestigio perdido.
Aprender a ejercer una oposici¨®n madura, que consista en impedir los desmanes program¨¢ticos del PP y en forzarle a algunas de las reformas repetidas durante estos meses, reformas que un PP con mayor¨ªa absoluta no emprender¨ªa nunca, es una tarea, quiz¨¢ poco brillante, pero constructiva y que la ciudadan¨ªa no podr¨¢ dejar de aplaudir si piensa con la cabeza y frena reacciones viscerales. No hay costumbre en Espa?a de hacer una oposici¨®n civilizada con vistas al bien com¨²n. Solo se ha concebido la oposici¨®n como la destrucci¨®n sistem¨¢tica de lo que el gobierno de turno propone. Aprender a actuar desde la oposici¨®n con serenidad y firmeza, sin estridencias, con voluntad de regenerar la pol¨ªtica, ser¨ªa una lecci¨®n innegable, la mejor desde la fragmentaci¨®n existente en el nuevo parlamento.
Conviene recordar lo que dijo M¨¢x Weber en el texto m¨¢s citado por la opini¨®n pol¨ªtica (¡°La pol¨ªtica como vocaci¨®n¡±): al pol¨ªtico le corresponde actuar de acuerdo con sus principios, pero, al mismo tiempo, hacerse cargo de las consecuencias de sus actuaciones. Una tesis que vale tanto para las decisiones que se toman desde el gobierno como las que se toman desde la oposici¨®n. El equilibrio entre principios y consecuencias no implica, como se ha querido entender, renunciar a los principios, sino atemperarlos, flexibilizarlos para que la rigidez en su defensa no lleve a consecuencias de las que luego hay que arrepentirse. El desenlace del Brexit es un buen ejemplo. En nuestro caso, si el principio de no defraudar al electorado por incumplir lo que se ha repetido hasta el aburrimiento durante la campa?a, llevara al PSOE a no apoyar por pasiva la investidura del PP, su decisi¨®n tendr¨ªa las peores consecuencias para el bien de la ciudadan¨ªa porque llevar¨ªa a otras elecciones.
La ciudadan¨ªa est¨¢ harta de elecciones que no resuelven nada y de partidos que hablan mucho y no dan respuesta a los conflictos reales. Est¨¢ harta de partidos que esgrimen principios s¨®lo para diferenciarse de sus enemigos m¨¢s cercanos. No me refiero a principios ¨¦ticos, que son abstractos y comprometen poco. Me refiero a las posiciones de principio pol¨ªticas, hoy llamadas ¡°l¨ªneas rojas¡±. Creo que el fracaso en las expectativas de los ¡°comunes¡± catalanes, que se han quedado donde estaban tras las elecciones del 20 de diciembre, se debe a querer mantener a toda costa, para distanciarse del PSC, un ¡°derecho a decidir¡± como principio, que no resuelve nada ni lleva a ninguna parte. No es por ah¨ª por donde la socialdemocracia (ahora podemos pronunciar el t¨¦rmino sin miedo a ser tildados de poco progresistas) recuperar¨¢ el empuje que le llev¨® a levantar las estructuras que han garantizado durante unos cuantos a?os los derechos sociales.
La izquierda ha mostrado una vez m¨¢s su incapacidad para unirse y formar un bloque de regeneraci¨®n pol¨ªtica aut¨¦ntica. Estamos tan desorientados que s¨®lo preocupa acabar con el bipartidismo o con las divisiones entre derecha e izquierda. Y seguimos con el enroque partidista que piensa antes contra quien han de ir dirigidos sus ataques que en las pol¨ªticas que le otorgar¨ªan la credibilidad de la gente. La nueva pol¨ªtica no ha de consistir en gestos estrafalarios ni en propuestas improbables. Unos segundos pactos de la Moncloa, suscritos por un gobierno y una oposici¨®n igualmente bien dispuestos para atender a lo m¨¢s perentorio es la ¨²nica nueva pol¨ªtica a la que podemos aspirar. Visto lo ocurrido en el Reino Unido, no es poca cosa.
Victoria Camps es fil¨®sofa.
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