El tacto fr¨ªo de la piel mojada
"De stille Kracht", el drama de la descomposici¨®n de un hombre en la decadencia colonial
En la plaza Margarida Xirgu la noche es serena y en el interior del Teatre Lliure se ha desatado la furia h¨²meda del monz¨®n. Una intensa cortina de lluvia cae sobre un piano de cola y los desprotegidos int¨¦rpretes de la Toneelgroep, la compa?¨ªa que dirige Ivo van Hove. Litros y m¨¢s litros de agua que se cuelan entre la permeable tarima, dejando tras de s¨ª una persistente piel mojada. La incomodidad f¨ªsica que permanece como indeleble recuerdo para cualquiera que haya pasado por el tr¨®pico. La experiencia de infancia de Louis Couperus ¡ªautor de De stille Kracht (La fuerza oculta)¡ª en la isla de Java del siglo XIX, entonces colonia holandesa.
El escen¨®grafo Jan Versweyveld ha transformado el escenario en un laboratorio de estr¨¦s para el elenco. Los somete a la prueba del agua que destruye, pudre, purifica y da vida y ¡ªen combinaci¨®n con el calor¡ª busca evocar una atm¨®sfera opresiva, irrespirable para los forasteros acostumbrados a aires menos densos. No pod¨ªa haber una traducci¨®n m¨¢s directa del drama de la descomposici¨®n de un hombre (el gobernador Otto van Oudjick) vencido por las ¡°fuerzas ocultas¡± de una tierra y sus dioses que administra pero no comprende. Libra sin ¨¦xito una doble batalla: mantener intacto su prestigio y racionalizar desde la perspectiva Occidental todo aquello que no controla. Esas fuerzas ocultas que carcomen su estabilidad familiar, profesional y an¨ªmica cuando osa romper el t¨¢cito equilibro de poder entre dos mundos opuestos, el de los invasores y de los invadidos, aunque estos ¨²ltimos tambi¨¦n est¨¦n presos de los c¨®digos f¨¦rreos de su propia civilizaci¨®n.
DE STILLE KRACHT (La fuerza oculta)
De Louis Couperus. Direcci¨®n: Ivo van Hove. Int¨¦rpretes: Aus Greidanus jr. Gaite Jansen, Gijs Scholten van Aschat, Halina Reijn, Jip van den Dool, Maria Kraakman, Marieke Heebink, Vanja Rukavina.
Teatre Lliure (Grec 16), 2 de julio.
Van Hove trasmite a la perfecci¨®n en medio de este gran aparato t¨¦cnico-esc¨¦nico las ¨²ltimas fases de la decadencia colonial aunque sorprende que la evidente temperatura er¨®tica de la novela se exprese con la frialdad de una cr¨®nica. Hab¨ªa mucho m¨¢s calor de sexo en su versi¨®n de El manantial, un texto cerebral. El sexo h¨²medo que ejerce de opi¨¢ceo para escapar de la hostilidad del entorno y que en el personaje de Leonie ¡ªmaravillosa Halina Reijn¡ª es fundamental, como si anduviera de puntillas por las p¨¢ginas de Marguerite Duras. Casi parece que el montaje se observara desde el cansancio an¨ªmico de otro personaje de la novela: Eva Eldersma, casi una ant¨ªtesis de la baronesa Blixen, haciendo las maletas para regresar a la metr¨®polis con escasa nostalgia por lo que deja atr¨¢s, hastiada tanto de su vida en las colonias como por lo que le espera en Europa. Y queda el gobernador ¡ªcomo siempre, impresionante Gijs Scholten van Aschat¡ª, quiz¨¢ el personaje que mejor encarna el concepto distante de este montaje de enorme impacto visual que se vuelve intenso desde el punto de vista dram¨¢tico cuando Van Oudjick desgrana su aterrorizado estupor, hermanado con Charles Marlow en El coraz¨®n de las tinieblas.
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