El viejo mundo persigue al PDC
No basta con proclamarse republicanos e independentistas para dejar de ser la vieja Converg¨¨ncia
La daci¨®n en pago de las siglas CDC no es suficiente. La hipoteca del pasado llama a la puerta del nuevo Partit Dem¨°crata Catal¨¤ como si de la de Converg¨¨ncia Democr¨¤tica se tratara. Los independentistas republicanos de nuevo cu?o deber¨¢n correr y profundizar mucho m¨¢s en su renovaci¨®n para evitar ¡ªsiguiendo los consejos (?oh paradojas!) del Mayo franc¨¦s¡ª que el viejo mundo les atrape. No es suficiente con pasar p¨¢gina y exhibir una s¨ªntesis de viejas y nuevas caras y que sigan mandando las m¨¢s vistas. No basta con llamar asamblea a lo que hasta ahora era un congreso, en ese intento desesperado por hallar el mar bajo los adoquines. Hay que vencer el temor reverencial a desafiar a la autoridad que el pujolismo entroniz¨® y que perdura. Se debe buscar un referente ideol¨®gico claro. Se acabaron lo tiempos de amalgamas tacticistas desde la socialdemocracia sueca te¨®rica a los para¨ªsos fiscales pr¨¢cticos.
Cierto es que durante las sesiones congresuales aflor¨® un conato de rebeli¨®n con la cuesti¨®n del nombre. El hecho de que las bases eligieran uno distinto del que propon¨ªa el l¨ªder se interpret¨® como un desacato. Tambi¨¦n se ley¨® como un paradigma del libre albedr¨ªo la et¨¦rea limitaci¨®n de poderes que se impuso al ticket presidencial compuesto por Artur Mas y Neus Munt¨¦. El resto de lo ocurrido no alienta precisamente el triunfo de la raz¨®n sobre la fe. Una sola candidatura concurrir¨¢ a la presidencia. Nadie presenta una sola alternativa.
Ese mismo temor reverencial es el que ha impedido que la candidatura de Marta Pascal y David Bonveh¨ª a la ejecutiva se materializara desde un primer momento. Nadie se movi¨® hasta que el ungido por Mas, Jordi Turull, decidi¨® no concurrir al cargo de coordinador general, una suerte de secretario general que lidera una ejecutiva de once miembros m¨¢s. Turull, diputado brillante a la hora de desvelar los informes fantasma realizados durante el Gobierno tripartito, trat¨® con exquisitez de s¨²bdito a la familia Pujol ante la comisi¨®n parlamentaria contra el fraude fiscal, instancia que consider¨® ¡°un parque medi¨¢tico para desgastar al presidente¡±. Ahora Mas ha se?alado a los pacientes renovadores Pascal y Bonveh¨ª como sucesores autorizados. S¨®lo un n¨²cleo de militantes, procedentes del Reagrupament de Joan Carretero, que se asoci¨® a CDC, se ha atrevido a desafiar la ley de gravedad y han mantenido una candidatura ¡ªla de Ignasi Planas¡ª a liderar la ejecutiva.
El nuevo Partit Dem¨°crata Catal¨¤ ¡ªveremos si el Ministerio de Interior no acaba con esa libre expresi¨®n de la militancia¡ª ha dejado en manos de un hist¨®rico convergente, Jacint Borr¨¤s, las siglas CDC. Hay que desvincular el viejo negociado del nuevo cuando hay tantos casos judiciales ¡ªfamilia Pujol, Palau, tres por ciento, Lloret¡¡ª pendientes de liquidaci¨®n. El nuevo PDC debe nacer sin m¨¢cula.
Pero hay demasiado viejo mundo ¡ª?vieja pol¨ªtica?¡ª en el nuevo PDC. El t¨¦rmino ¡°renovaci¨®n¡± es tan polis¨¦mico que incluso se present¨® una candidatura retirada en el ¨²ltimo minuto y encabezada por Germ¨¤ Gord¨®, ex consejero de Justicia, ex gerente de Converg¨¨ncia en la ¨¦poca de vacas gordas de las donaciones al partido y hombre que se postulaba ¡ªaseguran¡ª como relevo al inestable Artur Mas en sus almuerzos con empresarios. Hay enemigos, enemigos mortales y compa?eros de partido, sentenci¨® el democristiano alem¨¢n Konrad Adenauer.
En la dilatada hoja de servicios de Gord¨® figura, cuando era consejero de Justicia, el fichaje de Xavier Martorell como responsable de prisiones. Martorell dimiti¨® de su cargo en mayo de 2013 por el esc¨¢ndalo de la famosa firma de detectives M¨¦todo 3, que ¡°le regal¨®¡± ¡ªseg¨²n la versi¨®n del imputado y de la agencia¡ª informes confidenciales de seguimiento de, entre otros, dirigentes de su propia formaci¨®n pol¨ªtica, una pasi¨®n que Martorell desarroll¨® en otras encarnaciones anteriores: cuando fue nada menos que director general de Seguridad Ciudadana de la Generalitat (1996-2004) o jefe de seguridad del Bar?a de Joan Laporta (2008-2011).
Y hablando de renovaci¨®n, la ¨²ltima haza?a conocida de Gord¨®, como ha publicado esta semana EL PA?S, ha sido informar favorablemente ¡ªcon argumentos falsos¡ª para ceder un hospital a una empresa privada que previamente hizo un donativo de 80.000 euros al partido. Todo sucedi¨® durante el mandato del viejo Artur Mas. Pero el nuevo Carles Puigdemont no ve ninguna irregularidad en ello. Todo es legal. Definitivamente, el Partit Dem¨°crata Catal¨¤ deber¨¢ crear urgentemente una comisi¨®n de ¨¦tica. No basta con proclamarse republicanos e independentistas para dejar de ser la vieja Converg¨¨ncia.
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