Locura en el para¨ªso

El teatro del absurdo, lo esperp¨¦ntico y la est¨¦tica surrealista se trenzan con un ¨¢gil y fecundo vocabulario coreogr¨¢fico de danza contempor¨¢nea en As¨ª en la tierra como en el cielo, en el ¨²ltimo espect¨¢culo de la Compa?¨ªa Mar G¨®mez. La pieza (con coreograf¨ªa firmada por sus int¨¦rpretes: ?lvaro de la Pe?a, Carlos Fern¨¢ndez, Mat¨ªas Marr¨¦, Xavier Mart¨ªnez y la propia Mar G¨®mez, que aqu¨ª no baila y se ech¨® en falta) es una sarc¨¢stica reflexi¨®n sobre lo que ocurrir¨ªa si despu¨¦s de muerto, al llegar al m¨¢s all¨¢, uno se encuentra con los mismos problemas, anhelos y miedos que en la tierra. El montaje es francamente divertido, pero es evidente que se deben ajustar ciertos gags, que rozan la vulgaridad.

Los cuatro int¨¦rpretes muestran una envidiable puesta a punto, que luce en un baile ejecutado con precisi¨®n adem¨¢s de una marcada personalidad esc¨¦nica y que abarca varias generaciones de bailarines, desde ?lvaro de la Pe?a, el m¨¢s veterano, hasta el m¨¢s joven, Marr¨¦, pasando por Carlos Fern¨¢ndez y Xavier Mart¨ªnez. Todos ellos potencian su particular forma de bailar en solitario y se acoplan con notable disciplina en el trabajo coral.

La tan divertida como escueta escenograf¨ªa, formada por una m¨¢quina tragaperras, tres sillas de playa y una estufa de butano, arropa las peripecias de estos cuatro hombres que, al llegar al cielo, se convierten en mujeres. Esta transformaci¨®n arranc¨®, como no pod¨ªa ser de otro modo, las sonoras carcajadas del p¨²blico. El baile de Fern¨¢ndez con cors¨¦ negro y ligas rojas, el de De la Pe?a con vestido rosa y las piernas blancas y peludas o el de Mart¨ªnez con los tupperware a cuestas es imaginativo, pero a la vez de una gran dificultad t¨¦cnica, pues en ocasiones llevan calzados unas notables mopas en los pies como si fueran unos esqu¨ªs.

As¨ª en la tierra como en el cielo encierra el universo creativo a que tiene acostumbrado a su p¨²blico la Compa?¨ªa Mar G¨®mez, pero en esta ocasi¨®n asume mayores riesgos en su lenguaje gestual, lo que marca claramente un punto de inflexi¨®n evolutiva que, sin duda, favorece a su estilo.

Otra de las bazas de este montaje es una banda sonora formada por melod¨ªas muy conocidas, en un abanico que va desde C¡¯est si bon a la Piccolissima serenata, pasando por el Me va, me va de Julio Iglesias.