Pierre Gonnord, el fot¨®grafo de los mil retratos

De estilo inconfundible, el trabajo fotogr¨¢fico de Gonnord es fruto de la mirada de alguien que, durante a?os, ha viajado por las carreteras, secundarias de la vida. As¨ª, paseando por cada una de las im¨¢genes elegidas para esta muestra, el artista nos ofrece una simbiosis de narraci¨®n, intimidad y, sobre todo, silencio, experiencias ¨²nicas e irrepetibles a trav¨¦s de sus impecables propuestas visuales. Quien acuda a la muestra seguro que encuentra lo que siempre ha buscado Gonnord. Y no es otra cosa que un crisol de personajes pertenecientes a grupos sociales con fuerte identidad cultural.

Nacido en el a?o 1963 en Cholet (departamento de Maine y Loira; Francia) en la regi¨®n del Pa¨ªs del Loir, desde que comenzara a trabajar, este fot¨®grafo ha tratado de mostrar (y demostrar) a trav¨¦s de su c¨¢mara, que las huellas de luz son huellas del tiempo. Por esa raz¨®n, Gonnord retrata figuras sin paisaje, sin artificio, sin otro soporte que la huella del tiempo sobre su piel. As¨ª es como, bajo el sustento de idealismos espirituales -no solo religiosos- se ha formado el grueso de la selecci¨®n de las obras expuestas, adem¨¢s de una obra videogr¨¢fica, realizada ¨ªntegramente en yacimientos mineros, donde la mirada, firme y desnuda de los personajes retratados, encarna, de principio a fin, el protagonismo.

Afincado en Espa?a, desde hace a?os, ante los retratos de Pierre Gonnord (y esta exposici¨®n es un claro ejemplo de ello) el espectador siempre se siente transportado hasta los extremos de la condici¨®n humana, al que llega siguiendo esos mismos caminos antes trazados por los retratos psicol¨®gicos, identitarios y generacionales firmados por fot¨®grafos como Thomar Struth, Wolgang Tillmans o Rineke Dijstra. De esta manera, los retratos de Gonnord consiguen reflejar la m¨¢s alta grandeza del ser, del individuo y de su construcci¨®n social y cultural.

En la muestra, Gonnord ha querido recoger los retratos de tres personajes claves en su obra. Antonio, un antiguo boxeador perdido en el tiempo y olvidado por todos, que recoge sus manos y posa con un brutal gesto de fiereza; Basilisa, trabajadora de Finisterre que mira al espectador desde una mirada antigua que nos cuestiona e incomoda; y Sen¨¦n, el le?ador de los Ancares de Lugo, dios mitol¨®gico, solitario se?or del bosque y ¨²ltimo representante de un legendario oficio hecho con brazos y hachas. Adem¨¢s, tambi¨¦n resultan imprescindibles, los mineros, asturianos y polacos, a los que Pierre pide que miren a la c¨¢mara con valent¨ªa. As¨ª es Pierre Gonnord. Retratista., una muestra imprescindible para quien guste de bucear en el alma humana.