Uno a seis
Durante los ¨²ltimos veinte a?os de preg¨®n en Barcelona se han escogido seis escritores cuya lengua de expresi¨®n es el castellano por uno el catal¨¢n. Es el fruto de la hegemon¨ªa cultural del PSC
Hay art¨ªculos en los que se sale a perder y es este uno de ellos. Lo he escrito otras veces con la misma convicci¨®n. Diga lo que diga, escriba lo que escriba, s¨¦ que voy a quedar mal. Tiene un lado positivo, si ya sales perdiendo el 1 a 6 que te cuelan te sabe menos amargo.
Lo digo a cuenta de la pol¨¦mica, si es que se puede calificar as¨ª, por el hecho de que sea Javier P¨¦rez And¨²jar el encargado de leer el preg¨®n de las fiestas de la Merc¨¨. Para los que ya empiecen a rechinar los dientes, tranquilos, recuerden que al final pierdo y, adem¨¢s, como escritor, ser¨ªa feo opinar sobre la idoneidad de otro escritor para un honor como el preg¨®n de las fiestas de Barcelona.
Para los del rechinar, adem¨¢s, lo he escrito aqu¨ª en otras ocasiones. El castellano es tambi¨¦n m¨ªo. Lo es como lengua de estos art¨ªculos, como lengua de formaci¨®n y de intercambio. Siento cierta extra?eza cuando se contraponen lenguas y se nos supone posicionamiento por utilizar unas u otras. Considero a Juan Mars¨¦ o a Cristina Fern¨¢ndez Cubas como autores propios. M¨ªos, si se me permite el ego¨ªsmo.
Lo mismo me sucede con Javier P¨¦rez And¨²jar. No, no tengo nada que decir sobre el hecho de que lo hayan escogido, ni sobre sus opiniones sobre el independentismo o sobre otros menesteres, cada cual tiene las suyas. Se llama libertad de expresi¨®n, un valor que queremos proteger incluso cuando la cr¨ªtica a esa libertad, m¨¢s libertad de expresi¨®n, se califica como ¡°cacer¨ªa nacionalista¡±.
En el fondo, es m¨¢s sencillo, esta pol¨¦mica no me interesa lo m¨¢s m¨ªnimo. La que de verdad me llama la atenci¨®n es la que no ha aparecido, esa en la que siempre te acaban zancadilleando. Lo que me ha sorprendido, es un decir, es que durante los ¨²ltimos veinte a?os de preg¨®n se hayan escogido seis escritores cuya lengua de expresi¨®n es el castellano. Seis en castellano por uno en catal¨¢n, casi nada.
Si suena a victimismo, es que ya voy perdiendo yo tambi¨¦n y el art¨ªculo llega a la media parte con pocos visos de remontada, pero el f¨²tbol es as¨ª. ¡°El no ya lo tienes¡± es una de las frases que m¨¢s conviene repetirse en este oficio, si escribes en catal¨¢n. Cuando la proporci¨®n es de 1 a 6 me atrever¨ªa incluso a decir que estar¨ªamos de enhorabuena solo con que el Ayuntamiento de Barcelona disimulase un poco.
La paliza tiene algo de ubicuo y constante. Esa proporci¨®n responde a una ley social y pol¨ªtica que se expande por izquierda y derecha y por Baleares, el Pa¨ªs Valenciano y Arag¨®n. Bueno, en Arag¨®n si la derrota fuese de 1 a 6 nos dar¨ªamos con un canto en los dientes. Se le llama hegemon¨ªa cultural. El PSC jug¨® sus cartas perversamente bien durante los ochenta y los noventa y sabe que su supervivencia en el ¨¢rea metropolitana depende de c¨®mo pueda injertar ese modelo a trav¨¦s del partido ¡ªo lo que sea¡ª de Ada Colau. No es personal, son negocios.
Adem¨¢s, si han podido actuar con ese desparpajo y tranquilidad ha sido tambi¨¦n por el desastre de pol¨ªtica cultural de la Generalitat, repetida y aumentada con alguna honrosa excepci¨®n. ?Saben qu¨¦ es lo peor? Que ah¨ª tambi¨¦n nos metieron una goleada. ?Hemos tenido tantos cargos que han hecho honor a su nombre! Me repito porque lo he escrito en alguna otra parte, hasta en eso pierde el art¨ªculo: el catal¨¢n era para los socialistas lo que la cultura para los convergentes, un estorbo. Lleg¨® el conseller Tresserras y pareci¨® que aquello pod¨ªa cambiar, pero fue breve y despu¨¦s la crisis lo barri¨® todo.
Lo peor de todo es que la lucha por la normalizaci¨®n viene de la mano de la lucha por la no estigmatizaci¨®n. Cr¨ªticas como ¨¦sta se suelen leer como cr¨ªticas ad hominem, en este caso a P¨¦rez And¨²jar. Nada m¨¢s lejos. O, lo que es peor, a una cr¨ªtica al castellano, como si el castellano se pudiese criticar o como si no supi¨¦semos separar el plano de la literatura del de las pol¨ªticas municipales, o quiz¨¢s deber¨ªamos decir metropolitanas. Lo malo, lo malo de verdad, por cutre, inc¨®modo y triste, es tener que rebajarse a contar pregones para obtener la imagen de la proporci¨®n de la derrota. Incluso en eso salimos perdiendo, en estos momentos de articulismo del ¡°siempre quedo bien¡±. No pasa nada, ya quedaremos mal los de siempre.
Cuando les cuenten el chiste malo de las ciudades invisibles, recuerden, uno a seis. No es invisibilidad, pero se le parece bastante.
Que pongan en marcha el contador.
Francesc Ser¨¦s es escritor
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