Los jardines de la felicidad
Aranjuez ofrece lujo palaciego, historias de intrigas y productos de la huerta
Era 1933 y una pareja de reci¨¦n casados paseaba tranquila y enamorada por los jardines del Palacio Real de Aranjuez. El compositor Joaqu¨ªn Rodrigo a¨²n no lo sab¨ªa, pero a?os m¨¢s tarde convertir¨ªa ese momento ¡ªese recuerdo¡ª en una pieza universal de la historia de la m¨²sica. Acaso el mejor regalo que pod¨ªa hacerle a Victoria, su mujer: la eternidad. Porque, a partir de entonces y siempre que alguien evocara El concierto de Aranjuez, saldr¨ªan a relucir aquellos d¨ªas de ¡°tiempo de felicidad¡±, en palabras de Rodrigo. El maestro, sin embargo, no fue el ¨²nico que se qued¨® prendado del paisaje de esta localidad, declarada en 2001 paisaje cultural de la humanidad por la Unesco.
Este municipio del sur de la Comunidad de Madrid ¡ªel ¨²ltimo antes de llegar a la provincia de Toledo¡ª fue durante cuatro siglos la residencia de primavera de los monarcas espa?oles, desde Felipe II hasta Isabel II. Fue con la llegada de Fernando VI cuando este real sitio se abri¨® al resto de la poblaci¨®n, seg¨²n explica Tom¨¢s Ruiz, vecino e investigador local.
As¨ª, cada rey dej¨® su impronta en los jardines y monumentos de este lugar. Recorrer Aranjuez es recorrer la historia de Espa?a, a orillas del Tajo. Y empaparse del ambiente cortesano de lujo e intrigas palaciegas; no hay que olvidar que aqu¨ª tambi¨¦n se inspir¨® el mot¨ªn de Aranjuez.
Por su belleza, hay quien compara este municipio de 57.792 habitantes con la ciudad de Versalles, en Francia. Sobre todo por ese majestuoso Palacio Real. ¡°Pero no tiene nada que ver una cosa con la otra¡±, tercia Ruiz: ¡°Versalles es Versalles y Aranjuez es Aranjuez¡±.
El equ¨ªvoco tambi¨¦n tiene su explicaci¨®n hist¨®rica: ¡°En 1700, ante la falta de sucesi¨®n de la Casa de Austria, se decreta que sea un Borb¨®n el que ocupe el trono. Y Felipe V es el elegido. ?l hab¨ªa nacido en Versalles. Y cuando termina la Guerra de Sucesi¨®n y se instala, ordena hacer una ampliaci¨®n del palacio de Aranjuez. Y construye un parterre, que hace al gusto franc¨¦s. Pero nada m¨¢s¡±.
Tanto ese jard¨ªn como el Palacio Real de Aranjuez, por entero, son dignos de visita. Pero el viajero no puede perderse tampoco la Casa del Labrador o el Museo de las Faluas Reales, que alberga una espectacular colecci¨®n de embarcaciones regias.
Y puestos a seguir hablando de zonas verdes, el turista que recale aqu¨ª no puede irse sin embriagarse de la tranquilidad que se respira en el jard¨ªn de la Isla. O en el jard¨ªn del Pr¨ªncipe. Aunque este ¨²ltimo, adem¨¢s de por su belleza, es recomendable visitarlo por sus sombras. Porque en Aranjuez ya no se cumple aquello que se dec¨ªa durante el reinado de Felipe II de que en su imperio no se pon¨ªa el sol. Ahora es m¨¢s que recomendable venir a primera hora o a ¨²ltima, porque el calor es sofocante. Y, si no, se aconseja llevar gorra. Y refrescarse a cada rato.
Vinos de la tierra
¡°Da igual que te lo conozcas o que hayas venido antes. Aqu¨ª siempre hay cosas que ver. Por ejemplo, tenemos un vino propio que se sirve en la bodega de El Regajal y otro curado en Aranjuez que se sirve en la bodega de Carlos III. Y nuestro mercado de abastos tambi¨¦n es para visitarlo¡±, propone Elena Lara, concejal de Turismo.
En ese mercado hay un puesto que resume a la perfecci¨®n la gastronom¨ªa de esta localidad. En Frutas Felipe, el visitante encontrar¨¢ los productos t¨ªpicos de la huerta arancetana: tomates, pepinos, sand¨ªas. Sin olvidar los esp¨¢rragos o las fresas y fresones.
En esta ¨¦poca, eso s¨ª, los turistas deber¨¢n contentarse con lo ¨²ltimo. Salvo en el restaurante El Rana Verde. Joaqu¨ªn Cot, su gerente, dispone de esp¨¢rragos y fresas y ofrece a los m¨¢s valientes, adem¨¢s, ancas de rana. El local est¨¢ ubicado a orillas del Tajo. Y los patos y ocas que nadan frente a las mesas tienen pinta de ser los mejor alimentados de la Comunidad. Ese lustre no enga?a. Ellos tambi¨¦n se benefician de la afluencia de visitantes.
Pero si lo que se busca es tranquilidad y huir de aglomeraciones, Cecilia D¨ªaz-Pin¨¦s recomienda a los viajeros ¡ªdesde su experiencia de 27 a?os como vecina¡ª que vayan a los sotos hist¨®ricos de Aranjuez y se den un paseo por ese paisaje de pl¨¢tanos de sombra, ¨¢lamos y chopos. Otro vecino, que no quiere ser identificado, tal vez porque revela uno de los secretos mejor guardados de la ciudad, sugiere al que se deje caer por aqu¨ª que suba hasta el cerro de los Frailes, en el monte Parnaso, y disfrute de las vistas. Todo Aranjuez contenido en un instante. Acaso como lo que hizo el maestro Joaqu¨ªn Rodrigo.
As¨ª naci¨® ¡®El concierto de Aranjuez¡¯
Joaqu¨ªn Rodrigo y su esposa, la pianista turca Victoria Kamhi, pasaron su luna de miel en Aranjuez en 1933. El compositor, natural de Sagunto (Valencia), se enamor¨® de la belleza de los jardines que rodean el Palacio Real. Quiso dejar constancia y, de paso, regalarle a su esposa una composici¨®n que le recordara aquellos d¨ªas de felicidad. La pareja se hab¨ªa conocido en Par¨ªs. Fue all¨ª donde el maestro Rodrigo compuso en 1939 esta obra universal, estrenada un a?o despu¨¦s en el palacio de la M¨²sica de Barcelona. Rodrigo, marqu¨¦s de los Jardines de Aranjuez y enterrado en esta misma localidad, no fue el ¨²nico artista al que Aranjuez inspir¨®. Tambi¨¦n Goya o Santiago Rusi?ol encontraron aqu¨ª reposo creativo.
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