El para¨ªso de los mejillones
Un restaurante en la calle de Orellana est¨¢ especializado en estos moluscos, servidos al estilo belga
La propuesta del Mejill¨®n (Orellana, 1; 20 euros por persona; www.mejillonrestaurants.com) es clara y directa: ollas de mejillones acompa?adas de cuidadas salsas que matizan su sabor y de acompa?amiento, patatas fritas. En B¨¦lgica, este men¨² no ser¨ªa nada original; sus calles est¨¢n llenas de puestos callejeros (mouleries) donde se anuncian moules et frites (mejillones y patatas fritas). De hecho, la idea de abrir este local cuasi monovarietal viene de las calles de la capital europea: "Este tipo de locales son muy exitosos en Bruselas, pensamos que aqu¨ª podr¨ªa funcionar", cuenta Pablo Caruncho, inspirador del restaurante, que no cierra la cocina en todo el d¨ªa y que ofrece una variada selecci¨®n de cervezas del pa¨ªs centroeuropeo.
La experiencia de estos meses les ha dado la raz¨®n: "Una tarde tuvimos que ir a buscar mejillones por todo el barrio. Hab¨ªan arrasado", recuerda Caruncho, que cuida mucho la selecci¨®n de los mejillones de roca. Con las cazuelas a menos de 10 euros - y rebosantes, con casi tres cuartos de kilo de mejillones en su interior- normal que agoten existencias. Aunque en su carta aparecen entrantes que nada tienen que ver con el molusco (el steak tartar o los platos de pasta son muy recomendables), tras ellos viene la olla acompa?ada de una raci¨®n de patatas fritas y aderezada con diferentes salsas: a la peruana, a la mexicana, al estilo thai, o el sabor belga tradicional. Cada uno de ellos mezcla sutilmente su sabor con el del mejill¨®n. A pesar de la tentaci¨®n de compartir cazuelas, para probar m¨¢s variedad, cuando se pide una se quitan las ganas: lo mejor es disfrutarla hasta el final y no mezclar sabores. Si quedan ganas de probar otra salsa, siempre se puede repetir.
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