Parada y fonda en Perafita
Atravesado por una alargada carretera, el pueblo se reparte a ambos lados de la calzada, atrapado en el tiempo, tan bien climatizado que funciona como una cl¨ªnica de salud

Hay pueblos de paso, camino de alguna parte, no se sabe muy bien si de la playa o de la monta?a, igual de cercana y lejana la una que la otra, unidas por una carretera que a veces se estrecha y en otras se ensancha, igual que la vida, lo mismo que las cr¨®nicas de entretiempo, aquellas que invitan al sosiego despu¨¦s del excitante viaje a Formentera o la intrigante estancia en Vielha antes de pasar por la buc¨®lica Cadaqu¨¦s. Hay poco que adjetivar desde Perafita, en el altiplano del Llu?an¨¨s, oficialmente a¨²n subcomarca de Osona, en el pre-Pirineo. No es f¨¢cil afirmarse con prefijos si no se contextualiza, como ahora se exige, y se explica que est¨¢s a veinte minutos de Vic.
La gente recorre los senderos y los coches atraviesan la plaza mayor en direcci¨®n al Bergued¨¤, la Plana de Vic, el Ripoll¨¨s o el Bages. Perafita ser¨ªa la met¨¢fora del Llu?an¨¨s. Los m¨¢s de ocho mil censados en 13 municipios decimos que somos del Llu?an¨¨s y, sin embargo, cuando la Generalitat nos llam¨® a consulta, cinco pueblos votaron que no, seguramente porque quieren ver qu¨¦ pasa y qu¨¦ les conviene, incorporarse a la carta si la cosa va bien, despu¨¦s que el refer¨¦ndum legalizara el proceso para convertirnos en comarca de Catalu?a. Han sido demasiados a?os de desgarro y desconfianza, de doble juego, para pedir hoy la unidad del Llu?an¨¨s.
O sea, que somos y estamos y no constamos, m¨¢s diversos que indefinidos, faltos de liderazgo, v¨ªctimas de intereses contrapuestos o dif¨ªciles de conjugar, como son la mierda y el agua, las granjas de los integradores y las casas rurales de los amos, todos pendientes de dar con la tecla de la fortuna, tambi¨¦n en Perafita. La loter¨ªa ya nos toc¨® en 1972, cuando se repartieron muchas participaciones del n¨²mero 42.435 que hab¨ªa sido comprado en el bar El Mexic¨¤ de Vic. El vendedor fue un vecino cojo conocido con el apodo de El R¨¤pid. Quiz¨¢ el sarcasmo popular provoc¨® que la suerte fuera selectiva y no tuviera la incidencia que se esperaba para la prosperidad de Perafita.
Tampoco hubo mucha dicha cuando en 1962 hasta cincuenta trabajadores de una empresa petrol¨ªfera francesa se instalaron en l¡¯Hostal Nou. Montaron una plataforma de cemento, levantaron una torre y no pararon de agujerear el suelo hasta que en lugar de salir oro negro cay¨® una gran nevada por Navidad. El pueblo siempre ha tenido un punto de incredulidad, no vio nunca un motivo para venderse ni ha querido hacerse valer, ni siquiera ahora, en plena reivindicaci¨®n independentista, pese a ser la cuna de Jaume Puig, ilustre combatiente ante las tropas borb¨®nicas, abatido en el Pla de Palau de Barcelona el 11 de septiembre de 1714.
Comer, dormir y ver
D?NDE DORMIR
Hay variedad de casas rurales ¡ªLa Tr¨ªa, La Roca, Cal Terri¡ª, y distintos apartamentos, como Ca l¡¯Estamenya, junto a la tienda agroalimentaria del Forn Franquesa.
UN LUGAR PARA COMER
Cal Pensir¨® responde al cartel de las mejores fondas del Llu?an¨¨s. La alternativa es el Restaurant El 9.
UN LUGAR PARA VISITAR
Las fuentes fueron uno de los mejores patrimonios de Perafita; alguna se ha recuperado, al igual que la ermita de Santa Margarida y la del Remei. No hay mejor fiesta de guardar que la Candelera ¡ªprimer fin de semana de febrero¡ª, y un buen recurso es pasear por las distintas mas¨ªas.
Un monolito deja constancia del agradecimiento de los vecinos a uno de los s¨ªmbolos de la Guerra de Successi¨® que m¨¢s combati¨® contra Felipe V. Si en Alpens se habla de Cabrinetti, de carlistas y liberales, en Orist¨¤ y Olost se evoca al bandolero Perot lo Lladre y en Sant Feliu Saserra se acude al Serrat de les Forques para recordar a brujas como La Napa, en Perafita tenemos a Jaume Puig y al castillo afrancesado que en 1885 edificaron sobre la misma mas¨ªa del guerrero, no se sabe si como represalia o por casualidad, y que acab¨® siendo por iron¨ªas del destino la alcoba de Alfonso XIII.
As¨ª de contrapuestas son las cosas en Perafita, publicitada por una parte por las cocas del Forn Franquesa, que viajan sin parar de punta a punta del pa¨ªs hasta la Sagrada Familia, y por otra tan discreta como el buen obrador de Can Cabal¨¦. No tenemos piscina municipal y, sin embargo, no se sabe de nadie que no haya podido ba?arse sin tener que llegar a Olost, Prats o Sant Boi. Aunque tampoco disponemos de cajero autom¨¢tico, siempre encuentras quien te presta dinero, sabedores de que no hay mejor banco, fonda y tienda que Cal Pensir¨® ¡ªfunciona como un Corte Ingl¨¦s. Y a falta de una corte de notables, presumimos de las visitas de un pol¨ªtico cercano como Joan Tard¨¤ y su familia de Cornell¨¤.
<IL>Hay vida en Perafita. Xavier Bonete cr¨ªa unos poderosos perros Bullmastiff. Tenemos a dos famosos herradores, Gabriel Rodenas y Robert D¨ªaz, que igual cuidan de los caballos de los ¨¢rabes que de los de la Guardia Urbana de Barcelona. Hay buenos ebanistas, el quiosco Verdaguer, presumimos de los quesos Betara y no hay mejor lugar para casarse que La Tria. El turismo rural tiene mucho sentido en un pueblo desde el que se otea el Pedraforca y Montserrat. Hay una muy buena vista desde Perafita. El sol y la sombra mezclan tan bien que la temperatura ambiente es la id¨®nea, se duerme estupendamente y el tiempo se detiene lo suficiente como para poder contemplar la vida, badar como decimos aqu¨ª y en toda Catalu?a.
Perafita es un centro de salud por su quietud y serenidad, una buena medicina contra el estr¨¦s, un lugar para desconectar y repostar, el sitio desde el que el mar y la monta?a quedan a tiro de piedra, como si fuera lo mismo ir a Girona que a Barcelona. Y bien que lo saben familias de alemanes y holandeses, que me miran como si el forastero fuera yo, apostado como estoy en el entra?able Caf¨¦ del Mig, el punto de encuentro de toda la vida en Perafita. Los turistas tambi¨¦n van y vienen al igual que nosotros, un d¨ªa hacia el norte, otro hacia el sur y el tercero descansan, como es costumbre en un lugar de paso, partido por una carretera, en paz con su historia, a gusto con sus cultivos, bosques y ermitas, y tambi¨¦n orgulloso de la Riera dels Sorreigs, la Candelera y las llindes que identifican a los due?os de cada casa, feliz consigo mismo y con su suerte, defensora del Llu?an¨¨s. Un pueblo de tantos, si se quiere; ¨²nico a mi modo de ver, porque me lo miro con los ojos del ni?o que fui y quiero volver a ser, ya mayor.
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