El encanto de un lugar de paso

Los pasajeros se apean en mitad de la carretera; la autov¨ªa parte en dos el municipio ¡°?Qu¨¦ demonios es esto? ?Qu¨¦ hay aqu¨ª? ?Qu¨¦ hace una chica como t¨² en un sitio como este?¡±, se pregunta el visitante mientras nota la brisa fresca. Porque Somosierra se encuentra a 1.433 metros de altitud y el ox¨ªgeno es tan puro que dan ganas de masticarlo, o de llevarse un frasco de vuelta a la capital.

Al igual que ocurre en la pel¨ªcula de Cars, si uno pasa el d¨ªa o unas horas en Somosierra la percepci¨®n del pueblo cambia progresivamente. Durante el invierno apenas viven 40 personas. En verano, duplican su poblaci¨®n debido a las temperaturas, m¨¢s bajas que en la capital. Los habitantes viven de la ganader¨ªa, el hotel o el Ayuntamiento. El peque?o pueblo est¨¢ ubicado a 93 kil¨®metros de Madrid y est¨¢ situado en el puerto de monta?a del mismo nombre (convierti¨¦ndolo en el ¨²nico caso en el que las dos laderas de la sierra pertenecen a un mismo municipio). Llegar a Somosierra en autob¨²s, definitivamente, no es recomendable. La ruta es larga y est¨¢ plagada de paradas. Dos horas desde Plaza Castilla y tramos de carretera de la Edad de Bronce. Y ojo, porque de lunes a viernes, a partir de las cinco de la tarde no hay transporte urbano que saque a nadie del municipio.

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La primera parada es el bar (obvio). Para lo bueno y para lo malo, el deporte nacional. El lugar donde beber, comer y confraternizar. En Somosierra solo hay uno. Est¨¢ dentro del Hotel Puerto de Somosierra y funciona como punto de reuni¨®n de los vecinos. Que s¨ª, que se conocen todos, como en cualquier pueblo de menos de 100 habitantes del planeta. De otro modo ser¨ªa extravagante. O como dice Diego Cruz, vecino de 28 a?os que ahora vive en Madrid: ¡°Aqu¨ª ninguno no se conoce¡±. Cruz aprovecha el verano para subir a su pueblo y organizar torneos de cartas, frontenis o de f¨²tbol entre pueblos. La rivalidad con Robregordo, situado a 5 kil¨®metros es legendaria.

Tarde de envites y ¨®rdagos

El bar re¨²ne a los vecinos para jugar a las cartas. Es curioso observar c¨®mo entran turistas con prisa: Coca-Cola, bocadillo y carretera. Siguiente. Como si un velo invisible les separase del furor de la civilizaci¨®n, los turistas pasan por delante y nadie se inmuta. Las partidas de mus siguen a todo trapo y los tapetes echan humo. Es d¨ªa de torneo. ¡°Envido, ¨®rdago¡­¡± Y as¨ª toda la tarde.

Merece la pena comer algo y darse una vuelta entre las casa. O subir con el coche y las bicicletas y darse un garbeo por las inmediaciones. El monumento m¨¢s singular del pueblo es la Ermita de nuestra se?ora de la Soledad que data de principios del siglo XVIII ya que existe documentaci¨®n de su santera, Catalina Garc¨ªa. Su interior es completamente di¨¢fano y en su fachada hay unas placas en memoria de los espa?oles y polacos que dieron su vida en la Batalla de Somosierra, contra los franceses en 1808. Sufri¨® grandes destrozos en las hist¨®ricas tomas del Puerto, tanto durante la Guerra de la Independencia, como durante la Guerra Civil en 1936. La ermita fue construida a la vera de lo que un d¨ªa fue el Camino Real que un¨ªa la meseta con la capital del reino. Cuando se visita, es tradici¨®n coger una estampita de la Virgen y/o de San Crist¨®bal, patr¨®n de los Viajeros.

Pero los verdaderos encantos del municipio ¡ªaparte de sus gentes¡ª residen en sus alrededores. Los aficionados al senderismo y sobre todo a la monta?a disfrutar¨¢n de lo lindo en el pueblo. El pico Tres Provincias ofrece rutas recomendables para todos los niveles y su ¨²nico acceso es desde el puerto de Somosierra. El pico, tambi¨¦n conocido como Pe?a Cebollera, le debe su nombre a las vistas que concurren desde la cima: Madrid, Guadalajara y Segovia. Con 2.129 metros de altura es la decimos¨¦ptima monta?a m¨¢s alta de la Comunidad de Madrid y la segunda de la provincia de Guadalajara. En sus estribaciones nacen el Jarama, al sur, y el Durat¨®n, al oeste. Puede que quedarse atrapado en Somosierra acabe siendo un placer.