De barrios y de censura
La pol¨ªtica cultural utilitaria oculta otras realidades urbanas de Barcelona y permite en el Ayuntamiento la censura previa a una exposici¨®n
La falta de una pol¨ªtica cultural propia y renovadora por parte del equipo de la alcaldesa Colau est¨¢ dando sus primeros frutos, recogidos con alegr¨ªa por el concejal Collboni, que acaba de presentar a bombo y platillo su plan. M¨¢s de lo mismo, desde luego. Es lo que ofrece el socialista, bien flanqueado por su asesor personal, Xavier Marc¨¦, el hombre vetado por las bases de los comunes para formar parte del equipo oficial de los socialistas al pactar con Barcelona en Com¨² y darle a la alcaldesa algo m¨¢s de mayor¨ªa. Habr¨¢ que hablar m¨¢s de este asunto. Marca Barcelona, turismo y lo que cuelga. La cultura como instrumento de Estado (aqu¨ª municipio) al servicio publicitario del Estado (¨ªdem).
A la espera de ver a qui¨¦n le importa en realidad el cambio cultural que necesita una ciudad como Barcelona en relaci¨®n a los deseos de sus votantes y de los vientos que soplan y seguir¨¢n soplando, est¨¢n en danza ahora mismo dos cuestiones de pol¨ªtica cultural utilitaria y sin verg¨¹enza de ser instrumento de Estado (de municipio).
En plena semana de la fiesta mayor, el equipo Colau lidia 1) con el preg¨®n y 2) con la censura previa de los dem¨¢s grupos municipales a la exposici¨®n que prepara en el Born y que, hay que repetirlo, no est¨¢ abierta.
Sobre el pregonero, nada que decir: el escritor Javier P¨¦rez And¨²jar ha recibido un encargo y seguro que lo cumplir¨¢ bien. Tampoco nada sobre el contra-preg¨®n del actor Toni Alb¨¤, cada cual a lo suyo. Lo relevante es en todo caso que las fiestas no est¨¦n organizadas con los criterios que cabr¨ªa esperar del nuevo ayuntamiento: voz a los barrios y entidades gestoras, descentralizaci¨®n de esa misma gesti¨®n, acuerdos en red. Incluso as¨ª, la fiesta la hago cuando me place y me seguir¨ªa dando lo mismo el preg¨®n. Pero estar¨ªa bien que no la organizara el Ayuntamiento si no es que se quiere que la fiesta contin¨²e siendo instrumento de gobierno. V¨¦anse las fiestas de Gr¨¤cia, Sants, Sarri¨¤, en las que los vecinos y por supuesto las vecinas llevan la voz cantante.
Pero el consistorio asegura que esta ser¨¢ la Merc¨¨ de los barrios. Vale: se har¨¢n m¨¢s cosas fuera de la Rambla, plaza de Catalunya y Montju?c. Pero de ah¨ª a decir que todo lo que no sean los barrios de la periferia urbana y los suburbios no cuenta, es un abuso conceptual y pol¨ªtico. Un abuso de pol¨ªtica cultural. El consistorio parece tener una noci¨®n del Eixample, pongamos, servil con el t¨®pico de que aqu¨ª viven los burgueses de hace cien a?os. Y eso que la alcaldesa y el teniente de alcalde Pisarello viven por la Sagrada Fam¨ªlia. Pero no solo resulta que el Eixample ha sido desde el principio un barrio interclasista, sino que ahora conoce las peores extorsiones de la marca Barcelona.
No es el ¨²nico barrio violentado. Informes recientes se?alan que, en una ciudad de tantos pisos vac¨ªos y de rentistas que son verdaderos urbanotenientes absentistas, las pol¨ªticas inversoras presentes y toleradas est¨¢n expulsando a las gentes del centro. Seg¨²n el Informe sobre el mercat de l'habitatge que elaboran Tecnocasa y la Universitat Pompeu Fabra, los grandes inversores internacionales compran cuatro de cada diez pisos. ?Cuatro de diez! En Ciutat Vella (86%), en el Eixample (47%), en Gr¨¤cia (48%), en Maragall (39%) donde m¨¢s. Sus precios son alarmantes, tanto de venta como de alquiler. Si la fiesta ha de hablar de barrios, esto tambi¨¦n est¨¢ ah¨ª.
Tal vez para despistar de lo que pasa en los barrios, los ediles farfullan sobre la exposici¨®n que todav¨ªa no se ha visto pero que todos los que no la preparan ponen a caldo (y en las redes sociales, ni te cuento), Franco. Vict¨°ria. Rep¨²blica. Impunitat i espai urb¨¤. Repito lo dicho aqu¨ª hace un mes: no vale, la censura es intolerable. La censura previa que libros y guiones de pel¨ªculas y de teatro hab¨ªan de pasar durante el franquismo, m¨¢s a¨²n. De veras que no puedo comprender c¨®mo una reuni¨®n de la Comisi¨®n de Derechos Sociales, Cultura y Deportes (?!) puede admitir y celebrar ese ¡°debate¡±, que no es tal sino un episodio de la guerra cultural en marcha. De guerra de memorias.
No tener un proyecto propio de pol¨ªtica cultural tiene estos efectos. La cultura, como la fiesta, s¨®lo pide una cosa, libertad. Libertad de expresi¨®n, de creaci¨®n, de difusi¨®n. Si los comunes siguen jugando a lo de siempre, sin poner coto a los utilitaristas de la cultura, que no esperen otra cosa.
Merc¨¨ Ibarz, escritora y profesora de la UPF.
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