La calle, un escenario de violencia sexual contra la mujer
Las v¨ªctimas denuncian cada vez m¨¢s las agresiones y los expertos piden que se incluya en la agenda pol¨ªtica
Maria Rovira, concejal de la CUP de Barcelona, estaba a dos manzanas de su casa este mes de madrugada en una zona donde no pasaba nadie, cuando un desconocido la inmoviliz¨® por la espalda, le toc¨® los genitales y huy¨® corriendo, seg¨²n denunci¨® la semana pasada. Este verano, una madrile?a de 18 a?os denunci¨® la violaci¨®n m¨²ltiple de cinco hombres en un contexto tambi¨¦n de anonimato, en este caso favorecido por la multitud: los Sanfermines. Despu¨¦s de conocerse su caso, la polic¨ªa recibi¨® cinco denuncias m¨¢s por violaciones, una de ellas qued¨® en intento, y siete por abusos sexuales en la popular fiesta de Pamplona. ?Han crecido las agresiones sexuales en la calle? ?Es el espacio p¨²blico un lugar hostil para la mujer?
Las asociaciones que atienden a las v¨ªctimas de este tipo de delitos sostienen que las mujeres lo cuentan m¨¢s, lo que puede dar la sensaci¨®n de que hay m¨¢s agresiones. Los datos de denuncias recogidas por el Ministerio del Interior (7.438 casos de agresiones, abusos, exhibicionismo, entre otros en 2015), que no distinguen el lugar en el que se comete la agresi¨®n, apuntan a una estabilidad en los ¨²ltimos a?os, con peque?os vaivenes. A pesar de la estabilidad, ¡°la tendencia es a crecer¡±, afirma el doctor Manel Santi?¨¤, jefe de la Comisi¨®n de Violencia Intrafamiliar y de G¨¦nero del Hospital Cl¨ªnic de Barcelona, que centraliza la atenci¨®n de todas las agresiones sexuales que se cometen en la capital catalana. En la ¨²ltima d¨¦cada, los casos han crecido un 45% (de 170 en 2005 a 248 en 2015). Hasta ahora, desde la Administraci¨®n no se ha encontrado una manera de atajarlo.
¡°Estamos en la misma situaci¨®n que la violencia machista en 1997, y se requiere una actuaci¨®n para conocer qu¨¦ est¨¢ pasando¡±, defiende Miguel Lorente, m¨¦dico forense, especialista en temas de violencia de g¨¦nero. A su entender, es necesario incluir la violencia sexual dentro de la ley integral de violencia de g¨¦nero, que desarroll¨® Zapatero, con quien Lorente fue delegado en esta materia. ¡°Fue una lucha y una victoria feminista que la violencia de g¨¦nero se reconociera como un problema de primer orden. Ahora toca que la violencia sexual recorra los mismos pasos¡±, pide Beatriz Bonete, presidenta de Stop Violencia Sexual, una federaci¨®n que integra nueve asociaciones locales, y que atiende a un millar de mujeres al a?o.
Lorente, a diferencia de las asociaciones de v¨ªctimas, cree que s¨ª crecen este tipo de agresiones a las mujeres. Y cita como ejemplo las violaciones en Colonia en Nochevieja, o un supuesto juego que asegura que se ha puesto de moda en Madrid. ¡°Varios chicos rodean a un grupo de mujeres y para que salgan tiene que pasar por la parte m¨¢s estrecha y en el proceso las toquetean¡±, explica. Y lo atribuye al papel de la mujer en la sociedad, que cada vez asume m¨¢s roles que tradicionalmente ten¨ªan los hombres, lo que, a su entender, rompe los esquemas y provoca m¨¢s acoso.
Los especialistas huyen de las tipificaciones penales, y se refieren en general a la violencia sexual contra la mujer, que se cometen en entre un 75% y un 80 % de las veces por alguien conocido. ¡°Si se compartimenta [por tipo de agresiones] es como si te explicasen una pel¨ªcula por fragmentos, por fotogramas. La agresi¨®n sexual es una situaci¨®n extrema, pero muchas mujeres pueden haber sufrido otros abusos en estadios anteriores¡±, afirma Alba Alfageme, psic¨®loga especialista en violencia de g¨¦nero. En Europa, una de cada 20 mujeres ha sufrido en su vida una agresi¨®n sexual, seg¨²n la encuesta Agencia de Derechos Fundamentales de la Uni¨®n Europea (FRA). Y Espa?a, seg¨²n los datos de Eurostat, ocupa la sexta posici¨®n de pa¨ªses con m¨¢s agresiones en cifras absolutas.
¡°Vivimos en una sociedad machista en la que las mujeres no tenemos el mismo acceso, el mismo derecho de ir por la calle. Para un chico ir solo por la calle supone como mucho el riesgo de que te atraquen. Nosotras corremos el peligro de que nos atraquen nuestro propio cuerpo¡±, expone Bonete. ¡°Solo hay que pensar en las estrategias de algunas mujeres cuando llegan a casa, por ejemplo, en lugar de ir por la acera caminan por en medio de la calzada para evitar entradas de pisos, o evitan los lugares de poca visibilidad, u oscuros¡ Incluso piden el n¨²mero de licencia del taxi que las lleva¡±, a?ade Alfageme. El ¨²nico elemento en com¨²n es que las v¨ªctimas son mujeres, y los agresores, hombres, se?alan. ¡°Tenemos desde beb¨¦s de 2 a?os a mujeres de 96¡±, se suma Gloria Escudero, de la Asociaci¨®n de Asistencia a Mujeres Agredidas Sexualmente (AADAS), para dejar claro que cualquier mujer puede ser v¨ªctima.
¡°Los motivos por los que ocurren las agresiones son de todo orden, no solo culturales. Tambi¨¦n pasa por la mayor vulnerabilidad f¨ªsica de la mujer, o por la manera que puede tener el var¨®n para expresar su sexualidad que puede comportar en algunos casos mayor uso de violencia¡±, se?ala el profesor Santiago Redondo de Criminolog¨ªa y Psicolog¨ªa de la Universidad de Barcelona. Mantiene que los elementos que explican ese tipo de violencia merecen un estudio pormenorizado de cada caso para entenderlo.
Hasta ahora no existen datos precisos ni estudios exhaustivos a nivel nacional. A lo que se suma, como ocurre con la violencia de g¨¦nero, una cifra negra de casos sin denunciar, sobre todo cuando el agresor es conocido. ¡°Cuesta mucho m¨¢s dar el paso si se trata de un hermano, un amigo, una expareja que si se trata de un desconocido¡±, explica Escudero. ¡°Algunas mujeres no denuncian porque desconocen el circuito, otras porque le quitan valor al hecho, otras porque quieren olvidarlo¡¡±, a?ade Alfageme. Adem¨¢s del sentimiento de culpa: ¡°Antes de la agresi¨®n, porque ibas sola por la calle, porque le dejaste subir al coche; durante la agresi¨®n, porque no te resististe suficiente; despu¨¦s de la agresi¨®n, por c¨®mo has cambiado, porque no has denunciado¡¡±.
¡°Todas las agresiones que se salen del t¨®pico quedan impunes en un porcentaje elevad¨ªsimo¡±, cuenta Rub¨¦n S¨¢nchez Ruiz, psic¨®logo que lleva 14 a?os trabajando con delitos violentos contra la mujer, en juzgados especializados. Se refiere a la idea generalizada de que el violador ataca armado, de noche, en un callej¨®n oscuro. De todos los casos atendidos en el Hospital Cl¨ªnic de Barcelona el a?o pasado, un 26% fueron en la calle; la mayor¨ªa, 42%, se produjeron en un domicilio, seguido por la discoteca, 9,2%. El 12% eran tocamientos; el resto, violaciones, cometidos en su mayor¨ªa por desconocidos (57%) la mayor¨ªa contra mujeres de 18 a 26 a?os (52%).
Pruebas inequ¨ªvocas
La abogada Laia Serra lamenta c¨®mo se abordan las agresiones en el ¨¢mbito judicial. ¡°El an¨¢lisis de la credibilidad de la v¨ªctima es m¨¢s severo que en otros delitos. Se exige una negativa verbalizada de la mujer, cuando raramente logran decir nada en esos momentos, y se desprecian otros datos relevantes como el contexto, las reacciones de ella, la existencia o no de flirteos previos, etc. Si la v¨ªctima no encaja en un canon determinado, no se la cree. Hay que cambiar el enfoque y exigir que ¨¦l cuente con un s¨ª tangible y no que ella haya manifestado un no¡±, se queja. A su entender, eso provoca una impunidad que condena triplemente a la mujer: ¡°El estigma de mujer violada, el paso por la administraci¨®n de justicia y la impunidad del hecho¡±. ¡°La mujer tiene que estar con los guantes de boxeo y preparada para defenderse¡±, resume el psic¨®logo S¨¢nchez Ruiz.
Desde los movimientos feministas se cuestiona tambi¨¦n el modelo de masculinidad. ¡°Uno de los principales problemas es c¨®mo est¨¢ construida, donde el hombre es sujeto y la mujer objeto¡±, dibuja Rub¨¦n S¨¢nchez Ruiz, que se declara feminista en su cuenta de Twitter, donde le insultan y le llaman ¡°huele-bragas¡± o ¡°pagafantas¡±.
¡°Los estudios sobre perfiles y trastornos dicen que los agresores que padecen un trastorno no llegan a un 5%¡±, a?ade la psic¨®loga Alfageme, desvinculando la situaci¨®n de personas con problemas mentales. A su entender, ¡°no hay repulsa muy clara por parte de la sociedad y de los hombres¡±. Y critica las ¡°actitudes sexuales, comentarios, que forman parte de esta violencia, que provoca que la calle sea un lugar hostil¡±. Pero el profesor Redondo no est¨¢ de acuerdo: ¡°No creo que vayamos en el metro, alguien abuse de una mujer y las personas que est¨¦n al lado se queden como si nada¡±.
¡°Sent¨ªa mucha verg¨¹enza y la sigo sintiendo¡±
Raquel, nombre ficticio, es una estudiante que sali¨® una noche de fiesta con sus amigas y acab¨® al d¨ªa siguiente en el Hospital Cl¨ªnic, denunciando una violaci¨®n en los lavabos de una discoteca a manos presuntamente de un vigilante de seguridad. Serena, describe c¨®mo aquel d¨ªa ¡°no hab¨ªa bebido tanto¡± como para sentirse tan mareada, tan "anestesiada¡±. Antes de eso, la invitaron a una copa, que no vio c¨®mo preparaban. No se atreve a afirmarlo con rotundidad, pero tampoco descarta que sufriese una sumisi¨®n qu¨ªmica.
Despu¨¦s de beb¨¦rsela, la noche se fundi¨® un poco. Raquel perdi¨® la cartera, se puso a buscarla, y acab¨® con un portero de la discoteca, que la llev¨® a un segundo piso. ¡°Yo pensaba que hab¨ªa gente all¨ª¡±, recuerda Raquel, que no desconfi¨® del hombre, precisamente por su condici¨®n de vigilante. Luego todo pas¨® en un momento. Seg¨²n su relato, ¨¦l la llev¨® al ba?o, sin que mediasen palabras, flirteos o besos. La gir¨®, y la viol¨®. ¡°Me qued¨¦ como congelada. Y tal como acab¨® se fue. Ni me dijo adi¨®s¡±. Ella se march¨® corriendo, busc¨® a su amiga, y le cont¨®, sin ser del todo conscicente, lo sucedido.
Aquella noche durmi¨® con ella y a la ma?ana siguiente, lo hablaron de nuevo. ¡°Sab¨ªa que algo hab¨ªa pasado pero no quer¨ªa decir que era eso¡±. Hasta que al final decidieron buscar tel¨¦fonos en internet de ayuda a mujeres agredidas. ¡°Llamamos a varios, muchos no exist¨ªan. No encontr¨¦ uno v¨¢lido con facilidad¡±. Hasta que en uno contestaron, relat¨® lo que vivi¨®¡ ¡°?Ha sufrido una violaci¨®n?, me preguntaron. Entonces dije por primera vez que s¨ª y me puse a llorar¡±.
Era la una de la tarde cuando Raquel inici¨® el periplo institucional, un proceso que desconoc¨ªa por completo. "Al decir que s¨ª, me dijeron que ten¨ªa que llamar a la polic¨ªa". Los primeros en atenderla fueron dos mossos, que se desplazaron hasta la casa. "Fue muy bien, un hombre y una mujer. Ve¨ªa en su cara la idea de que era una barbaridad. Ellos me llevaron al Hospital Cl¨ªnic, yo no sab¨ªa qu¨¦ hacer".
Tambi¨¦n all¨ª recibi¨® un trato que define como "delicado", "amable". Y tambi¨¦n all¨ª fue cuando se angusti¨® del todo. "Eres consciente de lo que ha pasado". La examin¨® un ginec¨®logo, un m¨¦dico forense, un psiquiatra¡ Hasta que le preguntaron si quer¨ªa denunciar. "Era todo demasiado r¨¢pido Yo todav¨ªa iba vestida como la noche anterior. Mis padres no sab¨ªan nada¡ ?C¨®mo iba a denunciar si haber hablado con ellos?". Al final, Raquel dio el paso. A las diez de la noche estaba en la comisar¨ªa, acompa?ada por dos mossos que la acompa?aron desde el Cl¨ªnic, denunciando lo sucedido.
Despu¨¦s volvi¨® en dos ocasiones m¨¢s a la polic¨ªa para intentar reconocer a su presunto agresor de entre un grupo de fotograf¨ªas de varias personas. La primera ocasi¨®n fue con su madre y su abogada; la segunda, una semana despu¨¦s, sola. Raquel tiene un p¨¦simo recuerdo de la segunda visita. Asegura que una agente del cuerpo la cuestion¨®, le hizo desconfiar de su propia versi¨®n de los hechos, y ella sali¨® de all¨ª llorando. ¡°Me sent¨ªa muy mal, me hizo dudar y me hizo da?o¡±. En ese contexto, y sin estar demasiado segura reconoci¨® a una persona.
El ¨²ltimo paso, fue llegar al juez. Se le interrog¨® por sus dudas, por haber identificado err¨®neamente al presunto agresor, por no tener signos de violencia, por no decir un no rotundo, porque su versi¨®n no coincid¨ªa con la dada por el presunto agresor¡
La semana pasada, las abogadas de Raquel la llamaron de nuevo. Llevaba meses sin saber nada. Hab¨ªa viajado, se hab¨ªa intentado olvidar del tema, del que no hablaba con nadie excepto con su amiga. La noticia que ten¨ªan que darle es que el fiscal hab¨ªa decidido no seguir adelante con la acusaci¨®n porque consideraba que no hab¨ªa pruebas suficientes. ¡°Lo ¨²ltimo que te esperas es que el Estado no est¨¦ de tu lado¡±, se queja, sorprendida e indignada.
Raquel ha decidido a pesar de todo seguir adelante. En todo el proceso se ha sentido ¡°muy sola¡±. No ha contado a nadie de su entorno, m¨¢s all¨¢ de su familia, lo que pas¨®. ¡°Sent¨ªa mucha verg¨¹enza y la sigo sintiendo¡±. Pero tiene la firme determinaci¨®n de seguir adelante. Incluso de investigar m¨¢s sobre la violencia sexual contra las mujeres y poder contribuir a luchar para que casos as¨ª no vuelvan a suceder.
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