¡°Mirar p¨¢jaros te da alas¡±
El Birding Festival del Delta del Ebro cierra con el objetivo alcanzado de los dos millares de visitantes
El 4x4 avanzaba en el camino embarrado entre los campos de arroz del Delta del Ebro bajo un cielo inmenso que se regodeaba en su propia belleza vistiendo tonos sublimes. El mundo alrededor ten¨ªa una calidad pura, di¨¢fana y a¨¦rea. La naturaleza emanaba entusiasmo. Lars Svensson, hasta entonces amable pero reservado, un gentleman sueco de 78 a?os, llevado por la magia del momento, emiti¨® una especie de carraspeo seguido de lo que pareci¨® un grito estridente de karate. ¡°Agachadiza solitaria¡±, estableci¨® el experto en p¨¢jaros Jos¨¦ Luis Copete.? Svensson sonr¨ªo con cara de chaval pillado en una gamberrada. David Bigas, el gran anillador del parque, al volante, tambi¨¦n.
Era ciertamente improbable que el c¨¦lebre ornit¨®logo sueco, una de las eminencias mundiales en reconocimiento de aves, autor de la gu¨ªa de p¨¢jaros en la que hemos aprendido todos, la Collins, hubiera visto por la ventanilla una agachadiza solitaria, propia de sitios muy agrestes de Kazajist¨¢n, Kirguist¨¢n y Mongolia ¨Cdonde ha estado ¨¦l-, pero el hombre expresaba as¨ª su j¨²bilo por una ma?ana maravillosa. Era viernes, est¨¢bamos en la ya tradicional salida de figuras internacionales de la ornitolog¨ªa ¨Cy algunos infiltrados, como yo mismo que a¨²n confundo los chorlitos y pensaba que el p¨¢galo pomarino era una fruta- que se realiza como pre¨¢mbulo al Delta Birding Festival, el gran festival dedicado al mundo de de los p¨¢jaros y especialmente a su observaci¨®n como ciencia y pasatiempo (birdwatching) en el Delta del Ebro.
La tercera edici¨®n del festival, que acab¨® en la tarde del domingo alcanzando el objetivo propuesto de sobrepasar los dos millares de visitantes, comenz¨® con humedad y sobresalto: se produjeron copiosas lluvias en la noche y madrugada del jueves (dejando un espacio franco luego para la excursi¨®n) y el viernes por la tarde, cuando empezaba oficialmente la feria. Se desat¨® entonces una feroz tormenta con un terrible aguacero ¨Cvamos que ni el monz¨®n- sobre el plum¨ªfero campamento levantado por la organizaci¨®n en el recinto de M¨®nNatura Delta, cerca de Poble Nou del Delta, obligando al p¨²blico a encerrarse en las fr¨¢giles carpas y en los dos edificios del complejo.
La mayor atracci¨®n del festival la puso de nuevo la naturaleza: hasta 12.000 flamencos se concentran en la orilla de la vecina laguna de La Tancada. Cuando despegaron en una inenarrable nube rosa era f¨¢cil imaginarte que eras Robert Redford en el Nakuru de Memorias de Africa.
Los expositores bregaron de lo lindo para proteger del temporal sus tesoros: ¨®pticas, dibujos, fotograf¨ªas, libros. En una de las tiendas de fotograf¨ªa no las ten¨ªan todas consigo ante los rayos vista la cantidad de instrumentos met¨¢licos. En la de Oryx ¨Cla tienda de ciencias naturales que impulsa el evento- se salvaron los libros, pese a que el agua subi¨® peligrosamente en el suelo. Afuera las aves libraban un no menor combate con los elementos en el que pensabas que dif¨ªcilmente sobrevivir¨ªan un alca o un albatros as¨ª que qu¨¦ decir de un peque?o escribano. Al d¨ªa siguiente, caminando por la playa encontr¨¦ un polluelo de garza muerto, arrastrado de su nido por la implacable furia desatada.
En fin, todo festival ha de arrostrar alg¨²n d¨ªa la lluvia: ah¨ª est¨¢n Woodstock, Glastonbury o el S¨®nar. Y la naturaleza no pudo con la tenacidad de los organizadores del Delta Birding. ¡°No se ha suspendido ninguna conferencia¡±, subrayaba al d¨ªa siguiente, orgulloso, Francesc Kirchner. Y eso que hubo quien tuvo que dejar la bicicleta en el recinto y pedir socorro a alg¨²n amable ornit¨®logo alem¨¢n para que le devolviera al hotel. El s¨¢bado en cambio, hizo un d¨ªa espl¨¦ndido, soleado y limpio y el domingo tambi¨¦n ha sido muy bueno. Se formaron colas de autom¨®viles, el parking se satur¨® y hubo que aparcar en el margen de la carretera o en la cercana playa del Trabucador, desde donde se hab¨ªa establecido un servicio de transporte en minib¨²s. Centenares de aficionados a las aves, muchos en formato familia, inundaron de otra manera el recinto, donde pod¨ªas escuchar charlas de gran altura: Svensson explicando c¨®mo crear una nueva gu¨ªa de p¨¢jaros, el ya habitual Hadoram Shirihai contando su aventurero proyecto de fotografiar todas las aves del mundo (y hay 10.000 especies, algunas en lugares tan remotos como peligrosos), a otra de las estrellas, Per Alstr?m, disertando, precisamente, sobre lo que es una especie y sus, a menudo, confusas fronteras, o al ornit¨®logo israel¨ª Yossi Leshem, entre cuyas amistades se cuentan Simon Peres y las lechuzas, especialista en un asunto tan rompedor como las colisiones de p¨¢jaros y aviones.
La feria ha ofrecido multitud de puntos de informaci¨®n para planificar viajes de observaci¨®n. Dependiendo de tu bolsillo puedes ir a Buthan o a la esquina, que tambi¨¦n hay aves. En esa l¨ªnea, Marc G¨¢lvez ofreci¨® una charla sobre los mejores lugares del mundo para dormir y comer observando p¨¢jaros, puro Lonely Birder. Interesante fue tambi¨¦n ?Por qu¨¦ la grulla com¨²n elige Extremadura en invierno?, de Vanesa Palacios. La presencia de varios camiones de comida, que da un punto a¨²n m¨¢s festivalero al Delta Birding, aument¨® la oferta de restauraci¨®n (que se pagaba como en los festivales de m¨²sica con moneda propia, el Bimbo ¨Cde la palabra com¨²n para decir que se ha visto una especie nueva-), aunque desde aqu¨ª una felicitaci¨®n para la caseta de Turismo de Arag¨®n que invitaba a embutido y vino.
El ambiente ha sido estupendo: los ni?os que se dedicaban a pasear en barca por los peque?os canales del recinto probando ¡°lo perxar del Delta¡±, los frikis ataviados de fuerzas especiales y armados con grandes teleobjetivos, la multitud alegre revestida de camisetas con motivos pajareros (un aplauso a las de ¡°Reservoir Birds¡±, ¡°Walking Birds¡±, ¡°Looking for Dupont¡¯s Lark? Just ask me¡± y la mejor: ¡°Mirar p¨¢jaros te da alas¡±). Era posible hacer cosas tan bonitas como comprarse un dibujo original de un cormor¨¢n, una taza con un Mart¨ªn pescador ¨Cas¨ª lo ves siempre en el desayuno aunque te esquive en el campo-, retratarte con cara de petrel junto al gran experto en aves marinas Vincent Bretagnolle, encontrarte a Francesc Gir¨®, conseguir la firma de Svensson en tu gu¨ªa o la del gran dibujante Juan Varela en uno sus preciosos libros (hab¨ªa que ver la cara de arrobo de Evelio, un principiante, cuando el artista le esboz¨® una tarabilla en la dedicatoria). La gente compraba comederos, casitas, gorras y pins de la SEO o cosas de mayor enjundia: pudo verse a un cliente adquirir en Oryx material de rastreo por valor de varios miles de euros.
La mayor atracci¨®n del festival la puso de nuevo la naturaleza: hasta 12.000 flamencos se concentran estos d¨ªas en la orilla de la vecina laguna de La Tancada en un espect¨¢culo may¨²sculo. Cuando despegaron en una inenarrable nube rosa era f¨¢cil imaginarte que eras Robert Redford en el Nakuru de Memorias de Africa. Desde la azotea del edificio de M¨®nNatura y desde la congestionada caseta frente al lago, se los pod¨ªa observar, tan hermosos, agolp¨¢ndose elegantes como el masivo cuerpo de baile de un ballet prodigioso. La vida a¨¦rea regalaba otras im¨¢genes inolvidables: el ¨¢guila pescadora zambull¨¦ndose en el cristal de la bah¨ªa que da a Sant Carles de la R¨¤pita, frente al The Looper Zone Bar, o la pareja de martines pescadores centelleando en los canales junto al propio recinto del festival.
Otro momento sensacional fue la observaci¨®n de un ¨¢guila calzada en la isla de Buda. La descubri¨® Alstr?m posada y la enfoc¨® con su telescopio brind¨¢ndolo generosamente. Le pod¨ªas ver el fiero rostro (a la rapaz), el ojo violento y las plumas agitadas por la brisa. Levant¨® al fin el majestuoso vuelo y m¨¢s de un coraz¨®n se fue con ella.
El 'birdwatching' es cazar sin matar; un asunto impredecible. A diferencia de observar ¨¢rboles o flores. Y est¨¢ tambi¨¦n el vuelo y la belleza", define el emiente ornit¨®logo sueco Svensson?
La salida con los expertos empez¨® como suele. Frente al hotel Mediterrani Blau en la urbanizaci¨®n Els Eucaliptus antes de la salida del sol, con los fanfarrones cangrejos de r¨ªo en la calle bajo los focos del camping. Poco a poco fue llegando la gente. Se anunci¨® quien ir¨ªa en cada coche. Me sent¨¦ detr¨¢s de Svensson, un privilegio. Recorrimos carreteras oscuras escuchando cantar a Sabina, camino a las zonas restringidas del parque natural, la excitaci¨®n despuntando con el alba. El d¨ªa se convirti¨® en una paleta de grises con aroma de lluvia. Las salinas de la Trinidad, la punta de la Banya, cada alto era un fest¨ªn de telescopios, ornitolog¨ªa y avistamientos.
Leshem, vestido como uno imagina un naturalista israel¨ª, de los pies a la kip¨¢, ense?aba su carta de recomendaci¨®n firmada por Simon Peres y recordaba a su viejo amigo el arque¨®logo Ehud Netzer, descubridor de la tumba de Herodes y fallecido al caer en la excavaci¨®n. David se?alaba una avoceta. Miquel Rafa recog¨ªa una pluma. Pagaza piquirroja, archibebe, chorlito com¨²n, buitr¨®n, la bonita cig¨¹e?uela, elegantes gaviotas de Audouin, avefr¨ªa, cogujada, ?cuatro aguiluchos laguneros! Mi lista no daba abasto. El escritor Antonio Sandoval, el Ken Follet de la ornitolog¨ªa espa?ola, autor de libros de tanto ¨¦xito como Para qu¨¦ sirven las aves, explicaba sin bajar los prism¨¢ticos que entre los birdwatchers famosos estaba el presidente de EE UU Thomas Jefferson, del que se conserva su lista. Hablamos de infamias ornitol¨®gicas, como las del coronel Meinerthagen, y del vergonzoso stringing (decir que has visto algo que en realidad no has visto, y no por error), el delito capital en el mundo de los birders,? donde la reputaci¨®n lo es todo.
En la intimidad del coche, luego, Svensson recordaba el ostrero que anida en el tejado de su casa. Nostalgia sueca, bergmaniana. Confidencias. Sus p¨¢jaros favoritos, dijo, son el vencejo y la orop¨¦ndola. Gustos sencillos. Copete tragaba saliva porque en el homenaje que le iba a rendir el Instituto Catal¨¢n de Ornitolog¨ªa al d¨ªa siguiente estaba previsto regalarle al estudioso el dibujo de una totov¨ªa, que cre¨ªan que era su preferida. Yo tambi¨¦n met¨ª la pata al hablarle a Svensson de Poltava, la batalla que perdieron los suecos con los rusos. No me guard¨® rencor porque luego me explic¨® que conoci¨® a uno de los h¨¦roes de Telemark que era instructor de supervivencia del ej¨¦rcito sueco.
Empez¨® Svensson en lo de las aves de ni?o, "por el placer de los lugares silvestres y la libertad. Gracias a los p¨¢jaros perdi el miedo paralizante al bosque y la oscuridad". Se hizo amigo de las lechuzas y los c¨¢rabos. Luego, tuvo de mentor al gran Hakan Delin, experto en b¨²hos. ?Cu¨¢l cree que es el secreto del inter¨¦s por ver p¨¢jaros? ¡°Es como la caza, el birdwatching es cazar sin matar; un asunto impredecible. A diferencia de observar ¨¢rboles o flores. Y est¨¢ tambi¨¦n el vuelo y la belleza: la imagen de los cormoranes con las alas abiertas, como en plegaria, es emblem¨¢tica del misterio y la hermosura de las aves¡±. Svensson se?al¨® que es muy f¨¢cil interesar a los ni?os en las aves, y que es muy buen pasatiempo. Recomend¨® practicarlo "con felicidad y rigor". Y con humildad: ¡°No siempre puedes identificar todo lo que ves¡±. Durante a?os, practicaban m¨¢s el birdwatching los hombres que las mujeres. ¡°Ahora se ha igualado m¨¢s. Existen grupos ¨ªntegramente de mujeres. ?Se toma Svensson el filme Los p¨¢jaros de Hitchcok como algo personal? ¡°Ja, ja, no, pero ?es tan condenadamente falso!".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.