Col¨®n inc¨®lume
El autor defiende la mezcla de culturas y razas en Am¨¦rica como s¨ªmbolo de la comunidad hispana
![](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/AMS6PJ4MFVTTCLWPIWKLJU5QWY.jpg?auth=96f96030b048f2171bd063ef4704cc7448e5a73fa149835428a52e102c061908&width=414)
La columna inc¨®lume se alza en medio de tantas calles ¨Cel parteaguas donde Castellana se convierte en Recoletos, all¨ª donde la Biblioteca Nacional mira de frente al Museo de Cera¡ªy con una amplia plaza a su vera, donde antes estuvo esquinada hasta que la movieron al centro mismo del flujo vehicular. All¨¢ arriba, Crist¨®bal Col¨®n mirando en lontananza, hacia la mejilla de Cibeles o hacia el and¨¦n del Ave en Atocha. Dicen que mira a Am¨¦rica, el continente bautizado con el nombre del Otro y que ser¨ªa m¨¢s f¨¢cil que mirase hacia el aeropuerto de Barajas, ahora llamado Adolfo Su¨¢rez, y el Almirante genov¨¦s se queda de una pieza, absorto en la confusi¨®n que han provocado a lo largo de los siglos sus propios errores de c¨¢lculo, astrolabio y comp¨¢s.
Creyendo haber llegado a las Indias Occidentales, a la Conchinchina y Catay, Crist¨®bal ¨Cel del nombre perfecto para justificar una evangelizaci¨®n¡ªvuelve con el huevo en la mano para decirle a sus Majestades que la Tierra es redonda como una naranja, conclusi¨®n id¨¦ntica a la que llega Jos¨¦ Arcadio Buend¨ªa en su encierro de soledad y silencio, fundiendo peces de plata para encontrar la piedra filosofal que nos explique este enredo trasatl¨¢ntico donde Espa?a conmemora con desfiles lo que llaman ac¨¢ D¨ªa de la Hispanidad, que es d¨ªa de la Virgen del Pilar, mientras que en Estados Unidos es simplemente el D¨ªa de Col¨®n y en M¨¦xico, D¨ªa de la Raza.
Han dicho que Col¨®n no era en verdad genov¨¦s y habr¨¢ quien se desviva por declararlo catal¨¢n; hay quien asegura que no sabremos nunca su verdadero nombre, los misterios de su biograf¨ªa, los pormenores de sus traves¨ªas m¨¢s all¨¢ de lo consignado en sus diarios de abordo, su bit¨¢cora de mareado, pero hay que a?adir que seguimos en el intento de desenmara?ar la maravilla, el espanto del medio mundo que habita la ?: las comunidades ind¨ªgenas y las sociedades descendientes de varias Espa?as, la geograf¨ªa mestiza, tierra de mescolanza y diversidad, definiciones en plural, constante conversaci¨®n y coros de millones que parece que cantan al hablar por encima de mon¨®logos o dictados. El maravilloso mosaico multicolor de un mar que parece revolotear a los pies de un navegante inm¨®vil, con la mirada perdida, inc¨®lume.?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.