¡°Bastardos democr¨¢ticos¡±
?Deber¨ªamos cubrir manifestaciones ultras como la del 12 de octubre?
A las nueve y media de la ma?ana nos hemos citado unos cuantos periodistas para desayunar. Uno llega a la hora, otro casi a la hora y el resto casi casi a la hora. Fuera nos ganan en puntualidad. Su cita es a las diez, y quince minutos antes hay ya varias personas de Democracia Nacional, de La Falange y del Movimiento Cat¨®lico Espa?ol esperando en la avenida de Paral¡¤lel, a la altura del metro de Poble Sec. Los antidisturbios les observan a escasos metros, con las furgonetas apostadas en los m¨¢rgenes de la calle. El cielo est¨¢ gris. Es el d¨ªa de la Hispanidad.
La marcha arranca. Son unas setenta personas encapsuladas por los Mossos d¡¯Esquadra en una avenida vac¨ªa de tres carriles por sentido. Los c¨¢nticos rompen el silencio de un mi¨¦rcoles festivo en una ciudad que se despereza: ¡°?Espa?a 1 y no 51!¡±, ¡°?Separatistas, terroristas!¡±. Un hombre enjuto con gafas Ray-ban se desga?ita micr¨®fono en mano: ¡°?Espa?a cristiana y no musulmana!¡±, ¡°?No son refugiados, son invasores!¡±.
Un se?or vestido con una t¨²nica color crema los mira desfilar desde la otra acera. Coge de la mano a su hijo peque?o, que tambi¨¦n los mira. Igual que los miran dos j¨®venes con el pelo azabache trenzado, sentados en la parada del bus. ¡°?Pan para los nuestros!¡±, retumban los c¨¢nticos. Un espont¨¢neo sale a un balc¨®n agitando apasionadamente una bandera con gritos de ¡°?Arriba Espa?a!¡±. Los manifestantes saltan, le corean y le aplauden. Desde otro balc¨®n, llega el eco ahogado de unos abucheos.
Ya casi en plaza Espa?a, aparece un hombre recio, con una camiseta blanca de Democracia Nacional, que toma el mando: ¡°?Moved las banderas! ?Vamos! ?Todos a la vez!¡±. La marcha obedece y enarbola las de Espa?a, las de La Falange, las de Democracia Nacional; banderas preconstitucionales, ¨¢guilas, el yugo y el haz de flechas, cruces celtas¡ ¡°?Cantad! ?Pero no cada uno lo que quiera, todos lo mismo! ?Es posible?¡±, les grita. Ellos, otra vez, cumplen su voluntad mientras suben la monta?a de Montju?c.
Con La Conquista del Para¨ªso de Vangelis de fondo, los manifestantes son recibidos en la plaza de Sant Jordi, donde se re¨²nen cada 12 de octubre. Hacen su entrada flanqueados por varias personas con bengalas que ti?en de rojo el paisaje y con m¨¢s banderas. Es el fin de la marcha y el momento de sentarse a charlar y a comer.
Algunos cogen ya sitio en las sillas de madera frente a una tarima que hace de escenario. Otros curiosean entre las mesas que ofrecen souvenirs, como un abridor con la cara de Franco, llaveros de La Falange o libros de las JONS. Una mujer pasea incansable vendiendo loter¨ªa de Navidad: ¡°?Seguro que no quieres el ¨²ltimo n¨²mero de La Falange?¡±. Dos j¨®venes rapados al cero, con chaquetas bombers, intercambian pareceres sobre sus botas negras, mientras se se?alan la puntera de hierro.
La plaza est¨¢ llena cuando empiezan los parlamentos. Primero habla Jos¨¦ Luis Corral, del Movimiento Cat¨®lico espa?ol. A ¨¦l le sigue Manuel Andrino, jefe de La Falange, con antecedentes por haber estafado a una anciana y condenado por un delito de des¨®rdenes y otro de da?os por el asalto a la librer¨ªa Blanquerna, en Madrid, cuando varias personas celebraban la Diada en 2013.
Recibido con aplausos, Andrino llama a dar ¡°un pu?etazo en la mesa o en la cara¡± ante la ¡°escoria separatista¡±. Habla de ¡°la rata llamada Arturo Mas¡±. ¡°Tenemos la obligaci¨®n de actuar, e impedirlo a cualquier precio, sean cuales sean las consecuencias que de ello se deriven¡±, anima, sobre el proceso independentista.
Coreado, se refiere a los ¡°bastardos democr¨¢ticos¡± que consideran que la negaci¨®n del holocausto es apolog¨ªa del genocidio. ¡°Ese llamado holocausto jud¨ªo¡±, sigue, y define como ¡°perros de presa¡± a quienes ordenaron el cierre de la librer¨ªa Europa en julio, del neonazi Pedro Varela, que fue detenido por difundir libros que promueven el odio y la discriminaci¨®n, y con dos condenas previas por difusi¨®n de ideas genocidas. ¡°Tanto Pedro Varela como yo mismo llevamos d¨¦cadas luchando contra el pensamiento ¨²nico¡±, le apoya. ¡°Nos quieren hacer comulgar con ruedas de molino. La ¨²nica rueda es la que vamos a atar al cuello del separatismo catal¨¢n para que se hunda, all¨¢ donde con buen tino se?ala la estatua de Col¨®n, en el fondo del mar¡±, remacha, entre aplausos.
Andrino pide ¡°acabar con el estado de las autonom¨ªas¡±, ¡°recuperar las competencias transferidas¡±, ¡°disolver los cuerpos policiales auton¨®micos, una verdadera polic¨ªa pol¨ªtica al servicio de los intereses antiespa?oles¡±. Y avisa: ¡°Si piensan que con sus chicos de la porra y su fiscal de odio nos van a amedrentar, se equivocan de cabo a rabo¡±.
Luego llama ¡°inculta y borrega¡± a Ada Colau, ¡°una alcaldesa algo retrasadilla, como la de Madrid¡± por ofrecer la ciudad para acoger a refugiados, a quienes tacha de ¡°verdaderos terroristas¡±. ¡°No queremos ni un refugiado m¨¢s. Hay que ponerles de patitas en la pu?etera frontera, devolverles a sus pa¨ªses de origen por las buenas o por las malas¡±.
¡°No me importa en absoluto que me llamen fascista, es m¨¢s, me hace much¨ªsima ilusi¨®n¡±, afirma Andrino jaleado. Y cierra su intervenci¨®n parafraseando a Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera: ¡°El mejor destino de las urnas es ser rotas y lanzarlas a la papelera¡±.
Entre fervorosos aplausos, coge el micro Manuel Canduela, presidente de Democracia Nacional, condenado en 1993 por formar parte del grupo nazi ya disuelto Acci¨®n Radical. Al poco los periodistas decidimos irnos, animados por las amenazas, los gritos de hijos de puta, chivatos, o frases como ¡°si fueses Jordi Borr¨¤s estar¨ªas muerto¡± o ¡°fotograf¨ªame la cara, m¨¢ndasela a tu hermano y te arranco la cabeza¡± que dedican al hermano del fotoperiodista, que mantiene un litigio con ellos, y a otro informador.
De camino al diario, y con el desayuno ya en los pies, me asaltan algunas dudas: ?Deber¨ªamos cubrir este tipo de manifestaciones con una participaci¨®n tan poco significativa? ?O al contrario? ?Deber¨ªamos contar hasta el ¨²ltimo detalle? ?Y las autoridades? ?Pueden plantearse no permitirlas?
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