Badalona y las prioridades
?Por qu¨¦ gente que podr¨ªa tener muchas razones para votar a la izquierda puede optar por la derecha m¨¢s reaccionaria?
1. La imagen del teniente de alcalde de Badalona, Jos¨¦ T¨¦llez, rompiendo la orden judicial que prohib¨ªa que se trabajara en el Ayuntamiento el d¨ªa de la Hispanidad se ha hecho un hueco en webs y portadas de la prensa espa?ola. No querr¨ªa contribuir a convertir una an¨¦cdota en acontecimiento. Pero tal como est¨¢n las cosas vamos a ver muchas an¨¦cdotas sobrevaloradas. Cuando los problemas pol¨ªticos no se encauzan pol¨ªticamente y los diferentes actores se alimentan de la confrontaci¨®n, sobreactuar es una tentaci¨®n permanente. Y as¨ª cada vez se hace m¨¢s dif¨ªcil distinguir cuando se juega a hacer pol¨ªtica y cuando se hace pol¨ªtica de verdad.
En Catalu?a, una cuarentena de ayuntamientos no trabajaron del d¨ªa de la Fiesta Nacional espa?ola. Ninguno de ellos fue noticia. Lo ha sido Badalona, la tercera ciudad de Catalu?a por n¨²mero de habitantes. Pero que el Ayuntamiento acordara con los funcionarios trabajar en esa fecha, a cambio de otro d¨ªa de fiesta, no hubiese tenido especial trascendencia, si la delegaci¨®n del gobierno no lo hubiese denunciado a la justicia y si el juez no hubiese intervenido de modo sumar¨ªsimo para impedirlo, dando pie a la consiguiente respuesta de los ediles. Hemos entrado en una fase crucial en la din¨¢mica acci¨®n-reacci¨®n. A cada gesto susceptible de ser considerado en contradicci¨®n con la ley, a cada nueva propuesta del independentismo, el gobierno responde con la fiscal¨ªa y/o con el Constitucional. Es una din¨¢mica que lejos de abrir v¨ªas de soluci¨®n del problema lo encona y lo atranca.
En la sociedad abierta, la Fiesta Nacional es susceptible de cr¨ªtica como todo. Unos no se sienten concernidos por esta naci¨®n, otros consideran escasamente ejemplar la ocasi¨®n escogida. Pero estamos metidos de lleno una confrontaci¨®n sin espacio para enraonar, para razonar conjuntamente. El gobierno espa?ol neg¨¢ndose a ver la realidad se parapeta en la raz¨®n jur¨ªdica: la ley no lo permite. El soberanismo apela a la raz¨®n democr¨¢tica: la voluntad soberana de los catalanes. Y as¨ª, cualquier an¨¦cdota como la de Badalona se convierte en gran ruido. Unos truenan contra los que se saltan la ley, otros se proclaman v¨ªctimas de una legalidad que ya no reconocen. Mal asunto cuando se quiere determinar judicialmente lo que hay que celebrar. Y cuando se adopta como estrategia pol¨ªtica que todo acabe en los tribunales.
Sin duda, no hay democracia sin ley, pero las leyes no puedan operar como un cors¨¦. Cuando las circunstancias de una sociedad cambian es responsabilidad de la pol¨ªtica adaptar las leyes a las realidades y no utilizarlas al servicio de sus intereses. Ya sabemos que la realidad acostumbra a ir por delante de las ideas y que la sociedad cambia m¨¢s deprisa que las leyes, que casi siempre llegan tarde. Pero cuando emerge un proyecto con amplio soporte social, en democracia hay que plantearse c¨®mo se puede incluir, no como se puede liquidar. Y en este impasse estamos, hasta que la evoluci¨®n de las relaciones de fuerza obligue a sentarse. Mientras, todos quieren marcar puntos: unos rasg¨¢ndose las vestiduras en nombre de la ley y otros afirmando su condici¨®n de perseguidos.
2. Badalona fue el territorio escogido por el PP para experimentar el modelo lepenista en Espa?a. Garc¨ªa Albiol, despu¨¦s premiado por Mariano Rajoy, se lanz¨® por la pendiente de la xenofobia, gan¨® las elecciones, actu¨® de brazo firme contra la inmigraci¨®n y se instal¨® en la amenaza y el autoritarismo. En las ¨²ltimas municipales, el acuerdo entre diversas fuerzas en torno a la alcaldesa Dolors Sabater frustr¨® el experimento. Y es fundamental que el cambio se consolide para que no volvamos a las andadas. Pero espect¨¢culos como el de este mi¨¦rcoles no ayudan. Al rev¨¦s, dan alas a Garc¨ªa Albiol que no tard¨® en exhibir su talante. A veces, la gran ilusi¨®n nacional impide ver los detalles sobre los que realmente se construye el futuro: por ejemplo, asegurar que Badalona no vuelva a caer en manos de los aprendices de Le Pen. Y para conseguirlo hay que evitar sobreactuaciones contraproducentes.
A la izquierda le cuesta afrontar una pregunta: ?por qu¨¦ gente que podr¨ªa tener muchas razones para votarla puede optar por la derecha m¨¢s reaccionaria? Es una reflexi¨®n necesaria si no se quiere perder el sentido de las prioridades.
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