El bar¨®n se desmelena

Con el paso de los a?os Alfonso Vilallonga ha ido perdiendo todas sus inhibiciones. Ya sin ataduras (ni personales, ni sociales, ni esc¨¦nicas) su verborreica imaginaci¨®n le permite viajar desde los recovecos familiares m¨¢s ¨ªntimos hasta las paranoias m¨¢s delirantes y de dudosa moralidad, desde la pura confesi¨®n (casi autoflagelaci¨®n) hasta el simple divertimento cabaretero.

Todo bien agitado en una coctelera de dise?o (a ser posible de aires vintage) y servido, con su correspondiente guinda, en un ambiente estudiadamente adecuado sobre un piano de cola horripilantemente pintado de azul verdoso.

En La note d'¨¤ c?t¨¦, De Vilallonga (recuperando el ¡°de¡± de su ahora ya desinhibida aristocracia) ha reunido algunos de su experimentos recientes y los ha hilvanado a modo de sainete chusco y picante salpicado de buena m¨²sica, toques de inofensiva cr¨ªtica social y constantes gui?os a lo pol¨ªticamente incorrecto.

As¨ª, como quien no quiere la cosa, el flamante Bar¨®n de Mald¨¤, va repasando desde las historias sexuales de sus abuelos hasta sus escarceos pornogr¨¢ficos (nunca expl¨ªcitos, claro) o pol¨ªticos (recuperando, ukelele en mano, su himno por la independencia antiindependentista).

Hilarante

Muy bien acompa?ado en escena por el tenor l¨ªrico Antoni Comas, la actriz M¨®nica L¨®pez y la magn¨ªfica todoterreno (del cabaret a la copla) La Shica, Vilallonga se desmelena como actor, pianista, cantante y, sobre todo, como autor de canciones, textos y situaciones hilarantes.

El resultado es casi hora y media de espect¨¢culo tan atractivo como imposible de etiquetar en el que, a pesar de no tener ninguna continuidad, nunca se pierde el ritmo y la sonrisa (a menudo maliciosa) se mezcla con brotes de inevitable carcajada.

El ¨²nico problema de este nuevo espect¨¢culo es que los fieles seguidores de Vilallonga reconocer¨¢n muchos fragmentos de trabajos recientes restando el el factor sorpresa que un producto as¨ª necesita.