Arte a pesar de la Gran Guerra
El Museo Picasso re¨²ne, en una gran exposici¨®n, el cubismo de Picasso, Gris, Matisse y Diego Rivera, para mostrar las obras creadas en Par¨ªs durante el conflicto
La I Guerra Mundial (1914 y 1918) en la que se vieron involucradas las grandes potencias industriales y militares del momento, fue el conflicto m¨¢s grande que jam¨¢s se ha vivido nunca, tal y como refleja sus 8,5 millones de muertos en Europa, 1,4 de ellos en Francia, uno de los pa¨ªses m¨¢s afectados en todos los sentidos, donde todos sus hombres, entre 18 y 40 a?os, fueron llamados a filas, dejando ciudades como Par¨ªs medio vac¨ªas. Y los que no fueron al frente viv¨ªan los horrores de la guerra reflejados en las im¨¢genes que revistas y diarios publicaban a diario del frente y sus efectos de muerte y destrucci¨®n.
El ambiente b¨¦lico de este conflicto, en fotograf¨ªas y en una enorme proyecci¨®n es el recurso escenogr¨¢fico sobre el que gira el montaje de Cubismo y guerra. El cristal en la llama, exposici¨®n inaugurada ayer en el Museo Picasso de Barcelona en el que se muestran 68 obras procedentes de cuarenta museos como el MoMA, el Metropolitan, la Tate o el Reina Sof¨ªa) firmadas por autores como Pablo Ruiz Picasso, Juan Gris, Diego Rivera, Henri Matisse, Maria Blanchard, Georges Braque, Fernand L¨¦ger (el ¨²nico que estuvo en el frente), Henri Laurens, Jacques Lipchitz, todos artistas extranjeros, demasiado mayores o no aptos para ir al combate, que vivieron el conflicto a unos 100 kil¨®metros de distancia.
Todos se negaron a reflejar la guerra y mantuvieron vivas las posibilidades que entre 1911 y 1914 abri¨® el cubismo, la primera vanguardia y el primer ismo del siglo XX. Es lo que defiende el comisario de la exposici¨®n Christopher Green, especialista en L¨¦ger, Gris o Picasso, que ha trabajado en el tema desde 2008, reuniendo obras ¡°llenas de vida¡±, como forma de ¡°escapismo y refugio¡±.
El recorrido es cronol¨®gico ¡ªcon la intenci¨®n de que el espectador asocie el avance de la guerra con la evoluci¨®n art¨ªstica del grupo¡ª pese a que todos trabajaron de forma individual. De entrada, sorprende la abundancia de picassos (13) y grises (14), pero sobre todo, las siete obras cubistas del mexicano Diego Rivera asociado m¨¢s a la est¨¦tica muralista que le ha dado fama internacional.
Comienza el recorrido con las obras creadas en 1913 y 1914, como Cabeza de hombre, de Picasso que dialoga con las primeras obras cubista de Rivera, como el rostro doble que pinta de su amigo Lipchitz o los meticulosos collages de Gris que comienza a a?adir recortes y cabeceras de diarios y con ellos elementos de la actualidad. La sala de 1915 recibe la enorme y maestra obra de Gris Naturaleza muerta frente a una ventana abierta, plaza Ravignan, que conserva el Philadelphia Museum of Art, una interpretaci¨®n de la vista que el madrile?o ve¨ªa desde su estudio de Par¨ªs, una ciudad sin alumbrado p¨²blico, oscura y tenebrosa, bajo los efectos de la cercana guerra.
Una exposici¨®n, tres directores
La exposici¨®n que se inaugur¨® ayer en el Museo Picasso de Barcelona comenz¨® a fraguarse hace ocho a?os, en 2008 cuando Christopher Green comisari¨® en Barcelona: Objetos vivos. Figura y naturaleza muerta en Picasso, en la que reuni¨® 70 obras creadas entre 1907 y 1931, muchas in¨¦ditas prestadas por herederos y coleccionistas, adem¨¢s de cuatro grandes ¨®leos procedentes de Amsterdam, Nueva York y Dubl¨ªn. Por entonces el director era Pepe Serra, hoy responsable del MNAC.
En 2012 se nombr¨® a Bernardo Laniado-Romero nuevo director del museo, que acab¨® arrancando e impulsando el proyecto, pero que tras acabar su contrato en julio pasado dej¨® el cargo. Ayer inaugur¨® la muestra Emmanuel Guigon, el nuevo director que, despu¨¦s de ganar un concurso internacional, tom¨® posesi¨®n solo hace dos semanas.
La ¨²nica mujer
La exposici¨®n muestra como Picasso pod¨ªa realizar a la vez obras cubistas como el enorme Arlequ¨ªn y mujer con collar ¡ªque viene del Pompidou y que el pintor realiz¨® en Roma tras escapar del de Par¨ªs siguiendo al ballet ruso de Serge Diaghilev con los que luego lleg¨® a Barcelona donde pint¨® El paseo de Col¨®n¡ª y al mismo tiempo realiz¨® el retrato, realista, a L¨¦once Rosenberg, el galerista que pag¨® la n¨®mina a muchos de los artistas del grupo, posibilitando que siguieran trabajando. En la misma sala pueden verse las tres ¨²nicas obras de Blanchard, la ¨²nica mujer del grupo, como Mujer con guitarra, en la que desaf¨ªa el cubismo teatral del malague?o. La muestra alterna piezas conocidas como La guitarra de Gris, la colorista La estufa de L¨¦ger, la tambi¨¦n impresionante maternidad de Rivera (uno de los escasos ejemplos de figura humana completa) o la nueva concepci¨®n espacial de Matisse en obras como Flores y cer¨¢mica.
Al final del recorrido, en la sala de 1919, Rivera marca el final tambi¨¦n del periodo con El matem¨¢tico en la que la figura realista del personaje aparece en la penumbra ¡°recordando a su hom¨®nimo italiano¡±, en referencia a Jos¨¦ Ribera Lo Spagnoletto, seg¨²n el comisario Green.
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