CCCB, para¨ªso del sexo y el placer
El centro cultural dedica una muestra a los espacios para el deseo construidos o imaginados desde el siglo XVIII
El nonagenario Hugh Hefner, director y propietario de Playboy, ha vestido la mayor parte de su vida en bat¨ªn, las 24 horas del d¨ªa. No ha tenido que arreglarse para ir a trabajar porque ha dirigido su revista y sus negocios desde su enorme cama giratoria y tecnificada. En ella ha mantenido y celebrado reuniones, entrevistas, recibido visitas, ha comido, ha dormido, se ha drogado y, por supuesto, ha hecho el amor, de forma desenfrenada, como se le supone al fundador del emporio playboy, todo un icono y defensor de la revoluci¨®n sexual y de la libertad personal. La super cama de Hefner (una reproducci¨®n a escala natural), opuesta a la tradicional cama inventada en el siglo XVIII, lugar dominante en la practica el sexo, es una de las estrellas de la exposici¨®n?1.000 m2 de deseo que abre sus puertas en el CCCB para investigar y mostrar c¨®mo se han proyectado, construido e imaginado los espacios para el sexo en la sociedad occidental desde el siglo XVIII, momento en el que naci¨® el concepto de intimidad.
Nunca se le hab¨ªan dedicado tantos metros al placer en un museo. Desde templos imaginados para el sexo, hasta apps para practicar cibersexo, pasando por sexshops, clubes de carretera, saunas, cuartos oscuros gay, mazmorras o espacios sadomasoquistas BDSM. Todos tienen su lugar en esta arriesgada muestra que gira entorno a uno de las necesidades m¨¢s generalizadas (junto con el comer) del ser humano: el placer, el deseo y el sexo. ¡°Es una exposici¨®n densa, bien documentada, tambi¨¦n l¨²dica y juguetona, porque no se puede explicar la contemporaneidad sin hablar de sexo¡±, aclar¨® el director del centro Vicen? Villatoro, en presencia de las dos comisarias Ad¨¦la?de de Caters y Rosa Ferr¨¦.
Ferr¨¦, tambi¨¦n jefa de exposiciones del CCCB, comenz¨® aclarando lo que no es la muestra: ¡°no habla de los espacios normativos donde se pr¨¢ctica el sexo, como es la cama del matrimonio. Tampoco de edificios f¨¢licos o curvos que recuerden a las formas femeninas, ni sobre espacios como mazmorras o conventos, aunque todo este est¨¢ presente¡±. La exposici¨®n si trata, a partir de 250 piezas de todo tipo, desde libros, hasta fotograf¨ªas, v¨ªdeos, maquetas e instalaciones ¡°c¨®mo la arquitectura ha contribuido al control de los comportamientos y a la creaci¨®n de estereotipos de g¨¦nero en nuestra sociedad, eminentemente patriarcal; y de c¨®mo algunos modelos han roto con los modelos tradicionales y han defendido utop¨ªas sexuales¡±, explic¨® la cocomisaria.
La exposici¨®n que no presenta un recorrido cronol¨®gico, gira alrededor de tres ejes tem¨¢ticos: las utop¨ªas sexuales, los refugios libertinos y las sexograf¨ªas. Comienza con las propuestas radicales del templo del placer de Claude-Nicolas Ledoux para su ciudad ideal Saline de Chaux o los espacios para org¨ªas er¨®ticas o falansterios de Charles Fourier, que la exposici¨®n compara con las comunas hippies y la arquitectura radical del siglo XX de Ettore Sottsass o Superstudio o el Taller de Arquitectura de Ricardo Bofill. Ninguno supera la utop¨ªa sexual del Marqu¨¦s de Sade al que la muestra le dedica uno de sus rincones escenogr¨¢ficos ¡ªpensados como decorados de ¨®peras y que obligan al espectador a penetrar en su interior y detenerse para disfrutarlo en intimidad¡ª en el que se aborda su pasi¨®n por la arquitectura y que ide¨® un prototipo para la red de 32 casas de prostituci¨®n en Par¨ªs.
M¨¢s recientemente el h¨²ngaro Nicolas Sch?ffer, proyect¨® en los a?os sesenta una ciudad ut¨®pica, la Villa Cybern¨¦tique, para la que dise?¨® un Centro de Entretenimientos Sexuales, un lugar que se reproduce en la exposici¨®n en la que no faltan esculturas cin¨¦ticas, luces, plumas, cojines y perfume embriagador.
Los refugios libertinos repasan escenarios como las petites maisons de la aristocracia francesa del siglo XVIII con estancias como grutas, caprichos, lugares escondidos y aparatos especializados para alcanzar placer. Nos introduce en los gabinetes de lecturas donde se le¨ªan los cl¨¢sicos de Nerciat, Cr¨¦billon, Choderlos de Laclos, que alterar¨ªan con su alto voltaje de texto e ilustraciones a los presentes y prosigue con los apartamentos para solteros propuestos por la revista Playboy, todo encaminado a disparar la imaginaci¨®n er¨®tica.
¡®Playboy¡¯ y la arquitectura
A esta revista se le dedica un apartado en el que se incluye la cama de Hefner. La comisar¨ªa de este ambiente, la profesora Beatriz Colomina, defiende de forma pasional el papel de la revista en la difusi¨®n de la arquitectura moderna frente a otras del momento m¨¢s convencionales. ¡°Aparte del desplegable central con las playmates, la revista parece gay¡±, en referencia al hecho de que consigui¨® que el hombre se interesara por la arquitectura y el dise?o y por el estilo de vida, la ropa o los muebles. La exposici¨®n concluye con las sexograf¨ªas y los espacios p¨²blicos para el sexo, como parques, calles o lavabos; posiblemente la parte m¨¢s controvertida. El CCCB ha habilitado peque?os espacios que simulan salas donde se visionan pel¨ªculas m¨ªticas del porno de los setenta (en las que se avisa que no se permite la entrada a menores de 18 a?os); unos espacios que estuvieron vivos hasta la llegada de los v¨ªdeos que desplazaron el g¨¦nero hasta los hogares.
?Y hoy en d¨ªa, cu¨¢les son los espacios para el deseo? se pregunta en la muestra: El ciberespacio donde es posible todo a golpe de clic y v¨ªa apps. Como la m¨¢quina que nos proponen: el Cybersex Inmmerison Engine, mezcla de realidad y estimulaci¨®n virtual. Seguro que no es tan placentera como el contacto piel con piel.
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