La chica que retrat¨® al ¨¢ngel
Breslauer es la autora de la ic¨®nica fotograf¨ªa de la escritora Annemarie Schwarzenbach
?Qu¨¦ hermosa, maravillosa sorpresa la exposici¨®n del MNAC sobre Marianne Breslauer! Interesante por tantas cosas, la fot¨®grafa jud¨ªa alemana era para algunos de nosotros sobre todo la autora del retrato ic¨®nico, ser¨¢fico, de una escritora rodeada del aura de leyenda, leyenda a la vez bella y maldita: Annemarie Schwarzenbach. Creadora de algunos de los textos m¨¢s arrebatadores, melanc¨®licos y desgarradores de la literatura de viajes (y de la literatura en general), la suiza Schwarzenbach (1908-1942), ni?a bien, lesbiana, antifascista, culta, chic, irredenta adicta a la morfina, voluntarista arque¨®loga, pase¨® su mal de vivre y su ag¨®nica hipersensibilidad por una ¨¦poca y unos paisajes que le devolv¨ªan la imagen de su alma herida. Sus escritos sobre Persia y Afganist¨¢n (que recorri¨® en 1939-40 con Ella Maillart, que la convirti¨® en la inolvidable Christina de La Voie cruelle),especialmente, destilan una poes¨ªa oscura de una emoci¨®n inconmensurable.
Todo lo que ella fue encontr¨® exacta definici¨®n en una frase y una imagen. La frase la puso Thomas Mann, nada menos ¡ªera amiga de sus hijos Klaus y Erika¡ª, que la describi¨® como un ¡°¨¢ngel devastado¡± (ver?derte Engel); y la imagen, Breslauer. El retrato que le hizo a Annemarie Schwarzenbach en 1932 en Berl¨ªn no ha cesado desde entonces de dejar mudos a los que lo contemplan. ¡°Ella me provoc¨® en aquel momento el mismo efecto que a todo el mundo¡±, dijo luego la fot¨®grafa, ¡°esa extra?a mezcla de hombre y mujer. Para m¨ª correspond¨ªa a la imagen que me hago del ¨¢ngel Gabriel en el Para¨ªso¡±.
Thomas Mann la describi¨® como un "¨¢ngel devastado"
La foto muestra un rostro de una rara belleza embargado por una insondable desesperanza. La propia Schwarzenbach ¡ªlo cuenta su bi¨®grafa Dominique Laure Miermont¡ª juzgaba que la foto hab¨ªa fijado de ella ¡°Die dunkle Seite¡±, el lado oscuro, la cara tenebrosa. ¡°?Dios no har¨¢ nunca la paz conmigo?¡±, imploraba. Dios ni siquiera la dej¨® morir bien: tuvo diez semanas de enloquecida extinci¨®n tras golpearse en la cabeza al caer de una bicicleta en Silvaplana, cerca de Saint-Moritz.
La exposici¨®n del MNAC y el espl¨¦ndido cat¨¢logo que la acompa?a nos presentan a la chica que retrat¨® al ¨¢ngel y que viaj¨® con ¨¦l al volante por los Pirineos en 1933. Es emocionante recordar que nuestro ¨¢ngel estuvo en San Cugat, en Montserrat, en Girona, en Puigcerd¨¢, que condujo hasta Andorra, y que se dej¨® algunas plumas asistiendo a espect¨¢culos de travest¨ªs en Barcelona... Breslauer plasm¨® a Schwarzenbach en ese viaje en toda su fascinante androg¨ªnia, con el cabello corto y el mono de automovilista. Ahora, descubriendo las fabulosas fotos de Breslauer, como los autorretratos y la serie del chico del circo, uno se da cuenta de que probablemente el ¨¢ngel estaba en los dos lados del objetivo: Annemarie y Marianne.
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