De un tiempo, de un pa¨ªs
Seis a?os son toda una vida para un ni?o de esta edad. Cuando llegue a los cuarenta, en cambio, se codear¨¢ con quienes nacieron seis a?os despu¨¦s como si fueran de la misma generaci¨®n. EL PA?S, que este pasado mes de mayo cumpli¨® sus primeros 40 a?os, ten¨ªa solo seis cuando tom¨® una decisi¨®n que iba a ser trascendental para su futuro y que parece ahora fundirse con sus propios origines.
Era ya un ni?o prodigio, puesto que en tan poco tiempo se hab¨ªa convertido en el peri¨®dico de mayor difusi¨®n en Espa?a y de la historia de Espa?a, superando a toda velocidad a grandes peri¨®dicos que ya se acercaban a centenarios. Se hab¨ªa convertido tambi¨¦n en el peri¨®dico de referencia intelectual y pol¨ªtica de la democracia constitucional reci¨¦n estrenada, identificado con el esp¨ªritu de aquella transici¨®n que super¨®, al menos para un largo per¨ªodo, las dos Espa?as fratricidas de la guerra civil. Y lo hab¨ªa hecho, para sorpresa de todos en aquel pa¨ªs todav¨ªa pobre y en crisis, gracias a la ¨²nica garant¨ªa con que cuenta el periodismo para su independencia, como fue su capacidad para arrojar una cuenta de resultados saneada desde el primer d¨ªa en que empez¨® a difundirse.
Entre las sorpresas que depar¨® aquel brillante comienzo se contaban las cifras de difusi¨®n en Catalu?a, donde el peri¨®dico se agotaba a toda prisa a pesar de que con excesiva frecuencia llegaba muy tarde a los quioscos. La prensa de hace 40 a?os pertenec¨ªa todav¨ªa a un mundo industrial que hoy se nos antoja remoto e incomprensible. Los peri¨®dicos se imprim¨ªan en las m¨¢quinas rotativas de unas ¨²nicas instalaciones en la ciudad donde se editaban y se distribu¨ªan dificultosamente por carretera y muy excepcionalmente por v¨ªa f¨¦rrea o a¨¦rea, unas formas de transporte que no aseguraban la puntualidad ni siquiera la regularidad.
Precisamente gracias a la buena gesti¨®n de aquel ni?o prodigio y a la fuerte demanda que registraba el diario, sobre todo en el ¨¢rea de Barcelona, pudo plantearse la primera de las nuevas aventuras empresariales de la sociedad editora, como fue el desembarco en Catalu?a, con el reclutamiento de una redacci¨®n entera, en la que se contaban j¨®venes pero ya destacados periodistas barceloneses, y la construcci¨®n en la Zona Franca de unas instalaciones industriales integrales para la impresi¨®n, almacenamiento y distribuci¨®n.
Aquella fue una ¨¦poca realmente inaugural. Por primera vez un diario editado en Madrid lanzaba una edici¨®n para Catalu?a desde Catalu?a. Por primera vez, un peri¨®dico barcelon¨¦s sal¨ªa del per¨ªmetro del centro urbano y se instalaba en su periferia. Por primera vez se utilizaba una tecnolog¨ªa de punta, la transmisi¨®n de las p¨¢ginas v¨ªa telef¨®nica, para imprimir simult¨¢neamente los ejemplares del peri¨®dico en Madrid y Barcelona.
Todo era inaugural: la democracia, las libertades, la autonom¨ªa, cuestiones todas ellas que establec¨ªan tambi¨¦n una corriente de simpat¨ªa entre el peri¨®dico y los catalanes, que se contaban entre los ciudadanos espa?oles que dieron una aprobaci¨®n m¨¢s nutrida a la Constituci¨®n espa?ola en el refer¨¦ndum de 1978. Tambi¨¦n era inaugural el nuevo periodismo espa?ol en libertad y en democracia, celosamente independiente, en el que ya destacaba EL PA?S como peri¨®dico de referencia.
Junto a la demanda del p¨²blico y a la vocaci¨®n empresarial, hay una tercera explicaci¨®n para la edici¨®n catalana de EL PA?S como era la buena sinton¨ªa pol¨ªtica e intelectual del equipo profesional y empresarial del peri¨®dico con el autogobierno catal¨¢n reci¨¦n recuperado y con la plena normalizaci¨®n de la lengua catalana en la vida p¨²blica, la ense?anza y los medios de comunicaci¨®n. EL PA?S, que fue entonces pionero en tantas cosas, tambi¨¦n lo fue con su suplemento cultural en lengua catalana Quadern, que empez¨® a publicar desde su lanzamiento catal¨¢n en el momento en que no hab¨ªa p¨¢ginas en la lengua propia de Catalu?a en ning¨²n otro peri¨®dico editado en castellano y que sigue publicando ahora 34 a?os despu¨¦s.
EL PA?S public¨® su primer ejemplar el 4 de mayo de 1976, hace 40 a?os, y su primer ejemplar de la edici¨®n de Catalu?a el 6 de octubre de 1982, hace 34. Ahora las dos fechas casi se funden en la memoria de los or¨ªgenes de nuestro diario, de manera que podemos celebrar a la vez su fundaci¨®n y el principio de su aventura catalana como si fueran la misma cosa. Y es que en cierta forma lo son: EL PA?S naci¨® en Madrid con una inequ¨ªvoca vocaci¨®n de proyecci¨®n hacia Catalu?a y se implant¨® en Catalu?a con una profunda vocaci¨®n de integraci¨®n espa?ola, que es la que adem¨¢s da sentido y orientaci¨®n a su l¨ªnea editorial europe¨ªsta y proyectada hacia el mundo global y especialmente latinoamericano.
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