Delphi recibe el aval para descontaminar su planta en Sant Cugat
Generalitat, el Ayuntamiento vallesano y las compa?¨ªas buscan una fecha para presentar oficialmente el acuerdo que salvar¨¢ 208 empleos
Superado el ¨²ltimo escollo burocr¨¢tico para la reindustrializaci¨®n de la planta de Delphi en Sant Cugat. La casa matriz de la compa?¨ªa de componentes de automoci¨®n ya ha enviado el aval econ¨®mico para hacerse cargo de la descontaminaci¨®n del suelo donde est¨¢ la factor¨ªa, explicaron fuentes sindicales. Se trata de un requisito indispensable para que las nuevas empresas se asentaran y ahora la Generalitat, el Ayuntamiento vallesano y las compa?¨ªas buscan una fecha para presentar oficialmente el acuerdo que salvar¨¢ 208 empleos.
¡°Delphi ya se hab¨ªa comprometido con las garant¨ªas subsidiarias, pero hab¨ªa incompatibilidades entre las legislaciones europea y norteamericana que se ten¨ªan que revisar. Solo estamos pendientes de una nueva fecha de presentaci¨®n¡±, explic¨® Jos¨¦ Antonio Mor¨¢n, presidente del comit¨¦ de empresa. Hace una semana, la firma del plan se pospuso a ¨²ltima hora, literalmente, porque no se hab¨ªa aportado el documento donde se estipulaba el compromiso financiero. La larga actividad industrial de Delphi ¡ªantes Lucas y Condiesel¡ª ha producido la acumulaci¨®n de residuos en el subsuelo, proveniente principalmente de aceites industriales. La empresa norteamericana, asegur¨® Mor¨¢n, realiza catas peri¨®dicas para verificar los niveles de contaminaci¨®n pero los nuevos vecinos quieren blindarse en el caso de alg¨²n problema futuro.
La descontaminaci¨®n es solo una de las piezas de un rompecabezas que la empresa de componentes, las Administraciones y las nuevas compa?¨ªas han tenido que ir armando para evitar la p¨¦rdida de la actividad industrial. Delphi anunci¨® en marzo de este a?o un ERE de extinci¨®n tras decidir que deslocalizaba la producci¨®n de bombas de inyecci¨®n. La decisi¨®n dej¨® a 540 trabajadores sin empleo, que ser¨ªan despedidos durante este a?o.
La plantilla y la Generalitat comenzaron a buscar un plan B. Tres meses despu¨¦s, J. Juan, Gutmar, Isee y Guilera acordaron destinar hasta 12 millones de euros para implantar en la f¨¢brica de Sant Cugat nuevas actividades como la fabricaci¨®n de frenos, el ensamblaje de componentes electr¨®nicos y una l¨ªnea de soldadura para piezas aeron¨¢uticas. La operaci¨®n permit¨ªa salvar 208 empleos. ¡°Nunca se ha retrasado el plan¡±, defiende Mor¨¢n. En todo este tiempo las nuevas empresas se han dedicado a adaptar las plantas y se espera que este mes termine la selecci¨®n de los empleados que ser¨¢n reenganchados. Es posible que las actividades de todas las empresas se solapen hasta que Delphi se vaya definitivamente.
Cuando Delphi era Condiesel
Cuando, en los a?os setenta, la f¨¢brica de Sant Cugat Delphi Diesel Systems era la compa?¨ªa de bombas de inyecci¨®n Condiesel, la vida de sus m¨¢s de mil trabajadores estaba marcada por la muerte del dictador y la posibilidad que se abr¨ªa de luchar por unas condiciones de trabajo m¨¢s dignas. Con el fin de los sindicatos verticales franquistas, resurg¨ªa un alud de siglas (CC OO, UGT, CNT) que intentaban posicionarse en los comit¨¦s de empresa. Un libro autoeditado por jubilados de la antigua Condiesel explica c¨®mo en algunas f¨¢bricas los trabajadores optaron por organizarse en asambleas y alejarse de la burocracia de los sindicatos. La casualidad quiso que Vamos juntos: El Consejo de F¨¢brica de Condiesel, una historia de lucha obrera, se publicara en abril, a pocos meses de que Delphi anunciara su voluntad de cerrar la f¨¢brica de Sant Cugat.
Desde entonces, las presentaciones que los trabajadores han hecho del libro han ido combinando los comentarios de las noticias sobre lo que puede suceder con la planta de Sant Cugat, con el repaso de una historia obrera que en los primeros a?os de la democracia tuvo un gran impacto social, especialmente en el Baix Llobregat y en el Vall¨¨s. "Todo lo que conquistamos se ha ido al traste, y digo conquistamos porque ning¨²n jefe te regalar¨¢ lo que conseguimos", dec¨ªa Luis Prieto, uno de los colaboradores de Vamos juntos en la ¨²ltima presentaci¨®n del libro, en el ateneo popular de Nou Barris, en Barcelona. El ERE de Delphi presentado en febrero preve¨ªa despedir a m¨¢s de 500 trabajadores, aunque finalmente se quedar¨¢ la mitad en una f¨¢brica reestructurada, y los despidos se har¨¢n con las indemnizaciones pactadas en 2011, muy superiores a las que marca ahora la reforma laboral.
El libro, escrito a partir de los recuerdos de los trabajadores de Condiesel y editado por el historiador Enrique Tudela, cuenta el ambiente que hab¨ªa en las grandes f¨¢bricas en la transici¨®n: del miedo a la represi¨®n que todav¨ªa coleaba, a la valent¨ªa que tra¨ªan los nuevos tiempos. A finales de los setenta, y tras la legalizaci¨®n de los principales sindicatos clandestinos, el sindicalismo tuvo un gran ¨¦xito en las elecciones a los comit¨¦s de empresa: Comisiones Obreras, por ejemplo, lleg¨® a tener 400.000 afiliados en Catalu?a (en 2015 tuvo 140.000) y 402 delegados en empresas catalanas en 1985. Pero en algunas f¨¢bricas, como Condiesel, Roca Radiadores o la Editorial Bruguera, los trabajadores decidieron organizarse al margen de los sindicatos en Consejos de F¨¢brica y posteriormente en un sindicato propio, que atend¨ªa a las necesidades espec¨ªficas de los trabajadores, el Colectivo Obrero Popular (COP) de Condiesel.
La efervescencia de este tipo de colectivos alternativos a los sindicatos fue un movimiento social de gran calado, y un reportaje en este peri¨®dico la bautiz¨® como "El discreto encanto de la asamblea". "Nuestras reivindicaciones no se limitaban a un aumento de sueldo, que tambi¨¦n era importante, pero intent¨¢bamos ir m¨¢s all¨¢", detalla uno de los trabajadores, Jos¨¦ Manuel Ruiz, que aclara que los nuevos sindicatos "no eran sectarios". "Nosotros intentamos trabajar en todos los grandes sindicatos, pero ten¨ªan otros intereses, m¨¢s generales", dice.
El primer logro de los trabajadores de Condiesel organizados en asambleas fue la readmisi¨®n, en 1976, de 25 trabajadores despedidos por la huelga general de 1973. M¨¢s tarde consiguieron el control de ciertos aspectos del trabajo de la f¨¢brica: "Si la empresa propon¨ªa nuevos tiempos de producci¨®n, nosotros los test¨¢bamos para decidir si se aprobaban o no", explica Prieto. Algunos de los objetivos que tambi¨¦n se alcanzaron era organizar actividades l¨²dicas para los trabajadores, o que los hijos de los obreros tuviesen colonias y campamentos de verano.
"Esa era nuestra escuela de pensamiento, todo lo que pod¨ªamos hacer juntos", explica Jos¨¦ Portol¨¦s, que fue elegido para ir a Nicaragua durante la revoluci¨®n sandinista para apoyar la autogesti¨®n de las empresas. Pero lo que m¨¢s valora Portol¨¦s de esa ¨¦poca es el ambiente de las reuniones: "Eran tiempos de mucha ilusi¨®n, todos particip¨¢bamos en las asambleas y a todos nos temblaban las piernas antes de hablar ante 600 personas", recuerda.
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