Innovar en educaci¨®n
Deber¨ªa preocupar que la falta de adaptaci¨®n a los nuevos sistemas concentre el progreso en los sectores con m¨¢s recursos
Son muchas las se?ales que indican que el sistema educativo, en su conjunto, no est¨¢ siendo capaz de responder adecuadamente a las exigencias que est¨¢ generando el cambio de ¨¦poca en el que estamos inmersos. Y ello es especialmente significativo dado el papel clave que el conocimiento juega en un nuevo escenario en el que muchas rutinas y formas de hacer van vi¨¦ndose r¨¢pidamente arrinconadas. No es solo un problema de la ense?anza formal y obligatoria. Afecta a cualquier franja de edad y a cualquier espacio formativo. De la escuela infantil a la universidad pasando por la formaci¨®n de adultos o continua. No hay que inventar la rueda. Se trata de aprovechar muchas pr¨¢cticas y metodolog¨ªas ya probadas y combinarlas con la imprescindible componente tecnol¨®gica que con tanta rapidez altera y transforma nuestras vidas.
Esa marea innovadora ha llegado al sistema educativo catal¨¢n. Bajo los auspicios de diversas instituciones como la Fundaci¨® Bofill, el Centre Unesco, la UOC o eduCaixa, se ha puesto en marcha Escola Nova 21. Las expectativas son importantes: ¡°Generar un ecosistema educativo que d¨¦ respuestas a las necesidades del siglo XXI¡ creando un marco con las caracter¨ªsticas educativas que debe tener una escuela avanzada¡±. La voluntad es contar con las escuelas que ya destacan por su capacidad de innovaci¨®n y generar un sistema de aprendizaje cruzado y de acompa?amiento que permita modificar de manera sustantiva los m¨¦todos y los contenidos del aprendizaje, situ¨¢ndolo en el nuevo escenario tecnol¨®gico. El documento de la Unesco, Repensar la educaci¨®n, y sus precedentes (Informe Delors de 1996 y Faure de 1972) sirven de pauta.
Si algo ha quedado claro en estos a?os es que no todo el mundo quiere decir lo mismo cuando habla de innovaci¨®n. Y tambi¨¦n ha quedado claro, como siempre, que hay quienes ganan y hay quienes pierden en cada cambio generado. Desde una perspectiva cr¨ªtica, se insiste en que dos par¨¢metros a aplicar para diferenciar las distintas modalidades de innovaci¨®n social que se propugnan (tanto desde la OCDE, el FMI o el Banco Mundial, como de movimientos sociales alternativos), son analizar el grado de impacto real que las propuestas de innovaci¨®n generan en aspectos sustantivos relacionados con el bienestar ciudadano y sus condiciones de vida, as¨ª como examinar el cambio en las relaciones de poder pre-existentes. Las preguntas a hacerse son, por tanto, si las medidas innovadoras consiguen alterar de manera significativa temas clave hoy no resueltos en la ense?anza p¨²blica como son la equidad en el acceso a una educaci¨®n creativa, que propicie la perspectiva cr¨ªtica y la autonom¨ªa personal, y si eso lo hace cambiando los equilibrios de poder y de capacidad de decisi¨®n hoy existentes en el sistema de actores de la comunidad educativa. Nos deber¨ªa por tanto preocupar, como bien dice el texto de la Unesco, que la falta de adaptaci¨®n de los sistemas educativos acabe concentrando las din¨¢micas innovadoras en los sectores con m¨¢s recursos y capacidades cognitivas y relacionales, incrementando as¨ª la desigualdad hoy ya significativa, como apunta el ¨²ltimo informe del S¨ªndic de Greuges.
Por otro lado, la perspectiva adoptada sigue estando b¨¢sicamente centrada en la ense?anza, sin aspirar a modificar el conjunto del sistema educativo. No se trata de culpar a los promotores, sino de echar en falta perspectivas innovadoras similares en las universidades y en la formaci¨®n de adultos, espacio este ¨²ltimo que sigue estando dram¨¢ticamente desatendido. Es importante aprovechar la creciente preocupaci¨®n por los desajustes entre pr¨¢cticas tradicionales y entorno en transformaci¨®n para replantear el papel de la educaci¨®n. En el Informe de la Unesco se apunta a la necesidad de superar la divisi¨®n entre educaci¨®n formal e informal, cuando los espacios formativos y de experimentaci¨®n se multiplican y permiten experiencias educativas en procesos de ¡°aprendizaje de servicio¡±, pr¨¢cticas laborales o procesos de movilizaci¨®n social.
Pero tambi¨¦n apunta ese informe a la necesidad de considerar la educaci¨®n como un bien com¨²n. Como un derecho humano fundamental, garantizado por los poderes p¨²blicos, con la corresponsabilidad de cada comunidad, que asume as¨ª colectivamente la importancia del acceso de todos y la mejor provisi¨®n de ese bien com¨²n. El informe concluye: ¡°El hecho de considerar la educaci¨®n y el conocimiento como bienes comunes mundiales podr¨ªa reconciliar el prop¨®sito y la organizaci¨®n del aprendizaje como una empresa social colectiva en un mundo cambiante¡±.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la UB
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