Presupuestos y pecadillos
?Hay vida m¨¢s all¨¢ de la ret¨®rica para hacer llevaderos los efectos de la crisis para los m¨¢s d¨¦biles? En 2011, PP y CiU ya dieron sin sonrojo prioridad al pago de interes y capital a la banca
Independentistas y unionistas, encarnados por el Gobierno catal¨¢n y el central, pasan el tiempo en papeles de ingenuos turistas o maestros trileros para tratar de adivinar bajo qu¨¦ cubilete se esconde la bolita de la partida presupuestaria del refer¨¦ndum, la consulta o lo que sea que la Divina Providencia depare para la Catalu?a de 2017. El espect¨¢culo est¨¢ en marcha y una multitud de curiosos mirones se agolpa. Mientras, el aut¨¦ntico negocio lo hacen los carteristas. Todos saben que el juego es un enga?o, pero tambi¨¦n que entretiene un mont¨®n.
A ese contexto se suman los Presupuestos de la Generalitat para 2017, ¡°los ¨²ltimos de la autonom¨ªa¡±. Todo es provisional, porque la independencia ya asoma la oreja por la esquina. Pero en el ¨ªnterin hay que ver c¨®mo sobrevivimos. Para ello la Generalitat anuncia como elemento estrella un impuesto sobre bebidas azucaradas, que ya hab¨ªa presentado y retirado en 2013, por presiones de las grandes compa?¨ªas norteamericanas. Otro elemento de justicia social es el publicitado tributo, con un tipo m¨¢ximo del 1%, sobre inmuebles privados, autom¨®viles, yates o aviones que est¨¦n a nombre de empresas y que no se usen para la actividad productiva, sino para usos particulares. Tambi¨¦n se prev¨¦ la extensi¨®n de la tasa tur¨ªstica a todos los apartamentos y cruceristas, grav¨¢menes medioambientales sobre la energ¨ªa nuclear y las grandes superficies. A ver en qu¨¦ queda todo ello, vistas las ricas experiencias vividas. Todo ello sobre el papel. Mientras, en el mundo real sucede que en el primer a?o de aplicaci¨®n del nuevo plan de la Generalitat contra el fraude (2015), la Hacienda catalana recaud¨® un 10,3% menos que el a?o anterior, seg¨²n la memoria de la propia Agencia Tributaria de Catalu?a. ?Hay vida m¨¢s all¨¢ de la ret¨®rica para hacer llevaderos los efectos de la crisis para los m¨¢s d¨¦biles?
Una primera ojeada a los Presupuestos para 2017 hace f¨¢cilmente perceptible que el conglomerado independentista de Junts pel S¨ª muestra una gran pereza a la hora de aplicar mayores grav¨¢menes en sucesiones, un impuesto que Artur Mas fulmin¨® al poco de llegar al poder en 2011. No sorprende esa escasa reactividad de una fuerza pol¨ªtica que arrastra los vicios de la vieja CDC. Fruto de aquel movido y alocado 2011, los votos de PP y CiU alumbraron en el Parlament la ley de techo de d¨¦ficit. Con ella la Generalitat decidi¨® adelantarse a la legislaci¨®n del Estado y fijar para el ejercicio de 2018 la fecha para limitar su d¨¦ficit estructural al 0,14% del PIB, dos a?os antes de lo acordado por PP y PSOE para Espa?a. ?ramos disc¨ªpulos aventajados y la ley catalana fijaba sin sonrojo el ¡°car¨¢cter prioritario¡± del pago de intereses y capital a la banca. Ahora, aquel proyecto ha merecido un discreto entierro de tercera, acorde con su calvinismo: ni pompa ni boato. Pecadillos de prepotente juventud. Pero aquellos polvos trajeron estos lodos: la ley de Presupuestos para 2017 no ha logrado revertir los recortes practicados en la era Mas. El gasto en los servicios b¨¢sicos ¡ªsanidad, educaci¨®n, servicios sociales y vivienda¡ª est¨¢ un 11% por debajo del existente en 2010, antes de que Catalu?a quedara presupuestariamente desfigurada.
Es verdad que por parte de Esquerra se intenta dar un perfil m¨¢s social a las cuentas de la Generalitat. Los equilibrios en el conglomerado independentista son, sin embargo, complejos. Las entidades que combaten la pobreza creen que es necesario un sobreesfuerzo para que esa mejora de tres a?os continuados de crecimiento econ¨®mico se manifieste ¡ªm¨¢s all¨¢ de en los bonos y sueldos de ejecutivos¡ª en los 200.000 hogares catalanes con todos sus miembros en paro. Y los presupuestos son una excelente herramienta para ello.
Los gestos tambi¨¦n pueden acompa?ar. Por ejemplo, la Generalitat podr¨ªa dar un paso atr¨¢s y no reclamar dos a?os de prisi¨®n para una pareja desahuciada en el barrio barcelon¨¦s de El Clot. El matrimonio fue desalojado en 2011, cuando llevaba 25 a?os viviendo de alquiler. ?Menuda cosecha la de 2011! Ley de techo de d¨¦ficit, supresi¨®n del impuesto de sucesiones y nada menos que 32 furgonetas de los mossos desalojando ese piso de El Clot que, a juzgar por el despliegue, m¨¢s que una vivienda deb¨ªa ser una suerte de casamata. La fiscal¨ªa solo pide una multa para la pareja desahuciada. Y es que algunos se empe?an en judicializar el derecho a la vivienda.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.