Demoledora ¡®Elektra¡¯

Velada hist¨®rica en el Liceo con el estreno en Espa?a del montaje de Elektra firmado por Patrice Ch¨¦reau. El director de escena, cineasta y actor franc¨¦s muri¨® apenas tres meses despu¨¦s de su triunfal estreno, en julio de 2013, en el Festival de Aix-en-Provence; desde entonces, despierta pasiones por donde pasa. En una lecci¨®n de teatro y vida musical que deja huella, Ch¨¦reau explora la psicolog¨ªa de los personajes de Elektra con una mirada inquietante, perturbadora en su capacidad de humanizar el mito y renovar la lectura de la genial ¨®pera de Richard Strauss y Hugo von Hofmannsthal. Y el Liceo vibr¨® tras la memorable funci¨®n dirigida por Josep Pons, con la demoledora Electra de Evelyn Herlitzius al frente de un gran reparto.

Un escenario m¨ªnimo, una iluminaci¨®n, un vestuario moderno. No necesita nada m¨¢s Ch¨¦reau para ambientar una lectura de implacable tensi¨®n de un drama que, bajo su sabia mirada teatral, se acerca a la sensibilidad del espectador de hoy; lejos de los estereotipos, vemos en el escenario personas de carne y hueso que viven en un mundo real, sin coartadas mitol¨®gicas.

La direcci¨®n de actores -pura filigrana- aporta matices novedosos. Ch¨¦reau aprovecha la geometr¨ªa del espacio y el movimiento de los personajes para hacer gran teatro: ver a las sirvientas barriendo antes de que estalle la m¨²sica al abrirse una gran puerta crea de entrada una tensi¨®n que jam¨¢s decae; los gestos muestran rescoldos de lazos afectivos entre Electra y su madre, que acaricia sus cabellos en un destello de ternura. Y el final es sobrecogedor: tras una danza primitiva, orgi¨¢stica, Electra extenuada, vac¨ªa ya en su ansia de venganza, no cae muerta sino que permanece sentada ante la desesperaci¨®n de Cris¨®temis y el silencio distante de Orestes.

Sin rebajar la tensi¨®n dram¨¢tica y la violencia de la partitura, Pons realiza un trabajo notabil¨ªsimo al frente de la orquesta del Liceo, evita excesos, cuida el equilibrio con las voces y perfila refinados colores en una partitura de asombrosa maestr¨ªa orquestal. Los m¨²sicos se entregaron a fondo y cosecharon merecidamente atronadores aplausos.

Ver a Evelyn Herlitzius meterse en la piel de Electra es una experiencia oper¨ªstica que no se olvida. La identificaci¨®n con el personaje es tan honda que deja hipnotizado al espectador en un derroche de medios como cantante y actriz. Voz de amplio volumen, con fisuras en los ataques a ciertas notas, pero de una fuerza demoledora en la dicci¨®n, los gestos y la danza, porque en esta partitura -y Pons los subraya en el foso con placer- late el esp¨ªritu decadente del vals vien¨¦s como motor de ideas musicales.

La angustiada y temerosa Clitemnestra que Waltraud Meier recrea lejos de los excesos histri¨®nicos es tan apasionante como la intensa, bien calibrada y emocionante Cris¨®temis de Adrianne Pieczonka. Magn¨ªfico Orestes de Alan Held y correcto Egisto de Thomas Randle, en un cohesionado reparto con comprimarios de lujo, con Renate Behle como celadora, Roberta Alexander como quinta sirvienta y Franz Mazura, que a sus 92 a?os da vida al preceptor de Orestes. Al experimentado reparto, casi el mismo que estren¨® el montaje, se suma con acierto Mariano Vi?uales como viejo sirviente.

Gran noche de ¨®pera, en todos los aspectos, incluida la presencia en el palco de autoridades de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, en su primera funci¨®n de estreno en el coliseo l¨ªrico de la Rambla, todo un gesto que evidencia cierto deshielo en la relaci¨®n del consistorio con el Liceo. Colau ha podido comprobar in situ la pasi¨®n que, cuando est¨¢ bien hecha, despierta la ¨®pera; cobran especial valor las muestras de entusiasmo ante el rendimiento de la orquesta y la direcci¨®n de su titular: cuando mejor sea la orquesta, mejor ser¨¢ el teatro y elevar su nivel de calidad exige el m¨¢ximo apoyo institucional.