Recital del ingl¨¦s de Detroit

James Hunter pecaba de perfeccionista. Este m¨²sico brit¨¢nico de 56 a?os, definido por la todopoderosa publicaci¨®n Billboard como ¡°uno de los mejores ¡ªy de los pocos¡ª cantantes de soul ingleses con ojos azules emergidos a finales del siglo 20¡±, se pas¨® de meticuloso en sus primeros ¨¢lbumes como solista, aquellos Believe what I say o The hard way. Sus canciones eran obras de marqueter¨ªa fina, un deleite para los o¨ªdos, pero escasitas para el alma (y esto va de eso, de soul), de puro perfectas.

Posiblemente tenga que ver el hecho de que imponga lo suyo tener un timbre de voz capaz de medirse con el de Marvin Gaye, una solvencia guitarr¨ªstica con destellos de John Lee Hooker y un aura sonora cercana a veces a la de Solomon Burke. Porque acercarse a los popes de la mejor m¨²sica negra, viniendo de un pueblecito del Este de Inglaterra, pone el list¨®n muy alto.

La desgraciada muerte de su mujer, v¨ªctima de un c¨¢ncer, fue su punto de inflexi¨®n. En 2013, tal vez con esa actitud de carpe diem que suele aflorar tras un drama insuperable, el m¨²sico factur¨® su trabajo Minute by minute, con la que ya era su banda de cabecera, The James Hunter Six: rhythm and blues mucho m¨¢s desprendido y le?oso, que ya no buscaba estar a la altura sino, sencillamente, impactar en el estern¨®n. No es casualidad que la discogr¨¢fica independiente estadounidense Daptone Records, especializada en poner el soul, blues y funky a?ejos de rabiosa actualidad, le pidiera expresamente ponerse al tim¨®n de sus nuevas composiciones. El alma de Hunter se hab¨ªa mudado definitivamente a Detroit.

Nueva senda

Lo de ayer en la sala Tempo de Madrid fue la continuaci¨®n de esta nueva y afortunada senda. Present¨® su reci¨¦n estrenado Hold On! rodeado de sus fieles: un organista, dos saxofonistas, un contrabajista y ¨¦l, con su inseparable y descascarillada guitarra Gibson, dieron un recital extenso que repasaba su trayectoria, trufado con los ¨²ltimos temas: la bailonga Baby hold on ¡ªun homenaje al swing londinense¡ª o If that don¡¯t tell you, que coquetea con el calypso, convivieron con el soul purista de Baby don¡¯t did it y el blues de medio tiempo, brumoso y tel¨²rico, de Arse ache.

Al cierre de esta edici¨®n quedaba mucha noche y m¨¢s repertorio, pero Hunter ya hab¨ªa convertido la sala Tempo en una mezcla de local de Harlem y estudio de la Motown.