Historias y chascarrillos en Sidecar
La sala de conciertos, activa desde 1982, ofrece los carteles de sus conciertos en la web
Es sabido que la m¨²sica despierta los recuerdos m¨¢s sepultados en la memoria, incluso de los m¨¢s severos enfermos de alzh¨¦imer. Personas en estado vegetativo sonr¨ªen y son capaces de recordar lejanos pasajes de su vida cuando escuchan la m¨²sica que los evoca. Misterios del cerebro, bendiciones de la m¨²sica. La sala Sidecar comenz¨® a construir recuerdos en 1982, en la Plaza Real, y este lunes alcanza sus 5.000 conciertos con la actuaci¨®n estelar de Nick Lowe. Siendo una noticia excelente, lo mejor es que la sala pone a disposici¨®n de los aficionados buena parte de los carteles de esos 5.000 conciertos, que el p¨²blico puede imprimirse en formato bolsillo o solicitar de la sala una copia tama?o p¨®ster. Quien lo desee ya no necesitar¨¢ apurar su memoria para recordar sus peque?as historias entorno a un concierto.
Pero el personal de Sidecar tiene memoria. Roberto, F¨¢tima, Wooki, Juan y los recuerdos y el archivo del recientemente desaparecido Quim, aquel que muri¨® viviendo, son una fuente de evocaciones y an¨¦cdotas que dar¨ªan para un libro que meditan escribir alg¨²n d¨ªa. Y las hay de todo tipo, recuerdos estrictamente musicales al margen. ?Alguien se imagina a una bater¨ªa caminando desnuda por la sala porque en su ducha no hab¨ªa jab¨®n? Pues ocurri¨®. Era la bater¨ªa de Erocktica, de casta le viene al galgo, que tal y como naci¨® cruz¨® la sala para arrancar la jabonera de los lavabos masculinos. Hablando de piel, el equipo de Sidecar expone: ¡°nos llama un cliente habitual y nos dice que si puede venir con unas amigas. Eran diez actrices porno que sal¨ªan de un rodaje con las ropas de faena. Nadie ha podido recordar de qu¨¦ bolo se trataba, pero las descripciones anat¨®micas de las actrices se evocan detalladamente pese al tiempo que ha pasado¡±. Y siguiendo con sexo: ?alguien cree que es propio s¨®lo del rock and roll? Ingenuos. Se sabe que las folcl¨®ricas no son precisamente unas pacatas, y cuando se desclasifiquen sus recuerdos se detallar¨¢ con esmero, pero en Sidecar se rememora a un cantante gitano fallecido hace dos a?os: ¡°le contratamos con sus dos coristas para una verbena de Sant Joan. Cuando acab¨® el bolo entran Quim y Gabi en el camerino para hacer n¨²meros. Se encuentran al artista con los pantalones en los tobillos y a las dos coristas afin¨¢ndole el instrumento. Hab¨ªan pasado 5 minutos del fin del concierto¡±.
Pero al menos aquel gitano se comport¨® como un caballero, recuerdan en Sidecar. Otros no tanto, caso de Pete Doherty: ¡°nos hizo colar una groupie por la salida de emergencias mientras su novia estaba esperando en el camerino. Nos pasamos toda la noche evitando un mal encuentro¡± Otros artistas no han sabido qu¨¦ hacer con sus chicas. Caso de Sky Saxon, cantante de The Seeds: ¡°despu¨¦s de un gran concierto acab¨® en unas condiciones bastante lamentables. Dos groupies lo acompa?aron al hotel, una debajo de cada brazo. Despu¨¦s de tres horas volvieron. No encontraban el hotel. Le hab¨ªamos reservado habitaci¨®n en el Roma Reial, a 40 metros de la sala, en la misma Plaza Real¡±. Pero conste que el sexo no esquiva ni a los alcaldes: ¡°Jordi Hereu vino una noche y una chica le regal¨® un tanga. ?l le dio las gracias y le dijo: en cuanto llegue a casa me lo pruebo¡±. Otros mandatarios municipales no tienen tanta suerte. Ada Colau est¨¢ en la diana de muchos. Ejemplo: ¡°la alcaldesa vino hace poco y al d¨ªa siguiente se corri¨® la voz por la plaza de que estando la alcaldesa la Urbana hab¨ªa hecho una redada. Era falso¡±.
Y hay m¨¢s, mucho m¨¢s, treinta y cuatro a?os dan para mucho. Para ver a Santiago Auser¨®n ¨¦poca Radio Futura de espaldas a todo el mundo en la barra sin que nadie percibiese su presencia, lo que no ocurri¨® con Scarlett Johanson, ¡°nadie se acuerda del grupo que actu¨® esa noche¡± o Elijah Wood ¡°s¨®lo dec¨ªa yo no soy yo¡±. Los a?os dan tambi¨¦n para fiestas de famosos desportillados por el alcohol y que Morfi Grey, cantante de La Banda Trapera del R¨ªo y rockero de tron¨ªo se dejase arrastrar por la sinceridad y preguntase a los trabajadores de Sidecar ¡°?de aqu¨ª me hab¨¦is echado alguna vez?¡±. Tambi¨¦n para que bandas luego famosas como The National o Delaf¨¦ cosechasen sonoros pinchazos que ayudar¨ªan a quien los vio en un Sidecar semivac¨ªo a construir el t¨ªpico relato ¡°aquel concierto s¨ª que vali¨® la pena, luego decayeron¡±. Pero lo mejor queda para el final. Uno. Sidecar es un s¨®tano tan blindado que los m¨®viles no tienen cobertura, siendo all¨ª como mucho, c¨¢mara de fotos. Dos, David Johansen, de The New York Dolls, entr¨® en la sala abarrotada y dijo ¡°es igual que el CBGB, Sidecar es un infierno, ?me gusta!¡±. La m¨²sica es tambi¨¦n todo lo que la rodea.
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