Desprotegidos
Grandes fondos de inversi¨®n dominan a escala global las mayores empresas, mientras los estados-naci¨®n sostienen la ficci¨®n de que controlan
Las condiciones de vida, de trabajo, de supervivencia de mucha gente ponen de relieve el porqu¨¦ de la generalizaci¨®n cada vez mayor del sentimiento de desprotecci¨®n. Si hablamos de condiciones de trabajo, observamos como la erosi¨®n tanto de la continuidad laboral como del nivel de salarios es extraordinaria. Limpiar habitaciones, trabajar para compa?¨ªas subcontratadas por grandes empresas de servicios, repartir comida a domicilio y tantos otros empleos precarios y falsamente aut¨®nomos, implica recibir retribuciones por larga jornadas laborales que nos retrotraen a muchos decenios atr¨¢s. Si hablamos de pensiones, las incertidumbres son enormes, en medio de diagn¨®sticos contradictorios. En la educaci¨®n, el sistema p¨²blico resiste, pero a costa de aumentar la segmentaci¨®n y la segregaci¨®n entre escuelas, centros e incluso barrios en una misma ciudad. La joya de la corona, la sanidad p¨²blica, mantiene su capacidad inclusiva, pero exige constantemente sobresfuerzos de profesionales, movilizaci¨®n social y atenci¨®n constante ante la clara tensi¨®n presupuestaria que implica su pleno funcionamiento y la captura que sufre por parte de corporaciones afincadas en el negocio de la salud.
No es que todo ello sea nuevo. Son siglos de lucha social en busca de protecci¨®n frente a las amenazas de un sistema econ¨®mico que pone precio y busca beneficios en cualquier aspecto vital. Karl Polanyi afirmaba en 1944 que esa era precisamente la gran tensi¨®n que explicaba los grandes conflictos y tragedias del siglo XX: la tensi¨®n entre la tendencia de convertir en mercanc¨ªa cualquier aspecto vital, desde la subsistencia hasta el cuidado, y la reacci¨®n que ello generaba de b¨²squeda de protecci¨®n. Protecci¨®n en el Estado como te¨®rico garante de los intereses generales o en cualquier otro espacio que asegurara cobijo. Los pactos en Europa de la segunda posguerra consiguieron, en clave nacional y en algunos sitios mejor que en otros, encontrar equilibrios entre mercado y protecci¨®n en base a l¨®gicas redistributivas. Hoy, en plena crisis de ese modelo, asistimos a una generalizaci¨®n del capitalismo autoritario y amenazador del que cre¨ªamos estar a salvo.
Grandes fondos de inversi¨®n dominan a escala global las mayores empresas y corporaciones, mientras los estados-naci¨®n tratan de sostener la ficci¨®n de que controlan lo que sucede dentro de sus fronteras. Al mismo tiempo, las grandes compa?¨ªas y plataformas tecnol¨®gicas, refuerzan su control de datos e informaci¨®n, tejiendo nuevos lazos con los sistemas de informaci¨®n y de control de los estados m¨¢s poderosos. La digitalizaci¨®n en manos del conglomerado GAFAM (Google, Apple, Facebook, Amazon, Microsoft) y su control de datos y perfiles de usuarios, se convierte en una nueva palanca de recuperaci¨®n del capitalismo, junto con la ya tradicional de las grandes obras y contratas p¨²blicas. En los Estados Unidos veremos ahora nuevas combinaciones y conflictos de intereses entre el modelo Silicon Valley (clave en el control y en la explotaci¨®n de datos, pero con pocos empleos a ofrecer de momento) y la opci¨®n Trump, m¨¢s de obras e infraestructuras, que generan beneficios corporativos en los grandes contratos p¨²blicos y que tienen efectos r¨¢pidos en la ocupaci¨®n.
En todas partes resuena la palabra soberan¨ªa. Soberan¨ªa se relaciona con protecci¨®n, se relaciona con seguridad, se relaciona con capacidad de decidir. Con expresiones y consecuencias distintas seg¨²n qui¨¦n la use y contra qui¨¦n se esgrima. Para la derecha, soberan¨ªa suele significar cerrar las fronteras a los inmigrantes para proteger a los de casa. Desde la izquierda la reivindicaci¨®n de soberan¨ªa se vincula a blindar el pa¨ªs frente a las inversiones especulativas y extractivas del capital financiero global, para as¨ª proteger a todos los que viven en el pa¨ªs. Unos hablan de soberan¨ªa en may¨²scula relacion¨¢ndola con la capacidad de los estados-naci¨®n de decidir de manera aut¨®noma sobre sus asuntos. Otros lo formulan en min¨²scula, vinculando soberan¨ªa a aspectos concretos y vitales que aseguren la supervivencia de los m¨¢s d¨¦biles, en materia de agua, energ¨ªa, vivienda o tecnolog¨ªa. La turbulencia generalizada del sistema, genera miedo e incertidumbre, y ello propicia la b¨²squeda de protecci¨®n en soluciones que ocultan peligros autoritarios que debemos combatir. Pero para ello, hemos de ser capaces de ofrecer respuestas cercanas y cre¨ªbles de protecci¨®n. Alianzas locales y territoriales que exploren soberan¨ªas de proximidad, espacios de solidaridad entre iguales, aprovechando los espacios institucionales recuperados.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la UB.
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