Cuando falla la confianza
La deslealtad del PSC hacia el PSOE es manifiesta desde 2000; deber¨ªan ser partidos aut¨®nomos, con las competencias claramente repartidas, en un modelo federal
Desde la Transici¨®n, el PSOE y el PSC son dos partidos independientes y separados. Pero, si bien jur¨ªdicamente esto es exacto, a partir de esta ¨¦poca los une un protocolo que establece, entre otros, dos acuerdos fundamentales. Primero, desde un punto de vista electoral, el PSOE no presentar¨¢ candidaturas propias en las cuatro circunscripciones catalanas y dejar¨¢ que este hueco lo cubra el PSC, el cual elaborar¨¢ libremente sus listas de candidatos. Segundo, desde un punto de vista org¨¢nico, el PSC estar¨¢ representado en los ¨®rganos de direcci¨®n del PSOE pero no a la inversa, es decir, el PSOE no estar¨¢ representado en los ¨®rganos de gobierno del PSC.
Esta relaci¨®n, sin duda asim¨¦trica, en beneficio del PSC, funcion¨® aceptablemente bien mientras dur¨® la confianza mutua. Esta empez¨® a flaquear hace unos quince a?os y ahora est¨¢ bajo m¨ªnimos tras la desobediencia de todos los diputados catalanes al acuerdo del Comit¨¦ Federal del PSOE seg¨²n el cual deb¨ªan abstenerse para facilitar la investidura de Mariano Rajoy.
Esta relaci¨®n es asim¨¦trica por un doble motivo. Primero, porque el PSOE cede una circunscripci¨®n tan importante como Barcelona cuando en este territorio se vota m¨¢s a los dirigentes nacionales socialistas que a los socialistas catalanes. La prueba ha estado en la diferencia de resultados entre las generales y las auton¨®micas: en las primeras siempre arrasaba el PSOE; en las segundas, siempre perd¨ªa el PSC. La causa estaba en que un importante tanto por ciento del voto socialista en las generales se absten¨ªa en las auton¨®micas. Gr¨¢ficamente: se votaba a Felipe Gonz¨¢lez o a Rodr¨ªguez Zapatero en las generales y no a los candidatos auton¨®micos que presentaban los socialistas catalanes. Si bien el voto socialista en Catalu?a ten¨ªa un importante componente catal¨¢n, la influencia del socialismo espa?ol era decisiva. Los diputados del PSC en Madrid eran muy numerosos por este motivo.
Segundo, porque la cuesti¨®n org¨¢nica daba claras, e incomprensibles, ventajas al PSC, al poder los miembros de ¨¦ste formar parte de los ¨®rganos de direcci¨®n del PSOE mientras que los de este ¨²ltimo nada pod¨ªan opinar sobre las decisiones del PSC. Las normas que figuran en los acuerdos siempre sirven en los casos de conflicto, no en los de avenencia. Hubo disensiones en los primeros tiempos, sin duda, el ejemplo m¨¢s claro fue el de las enmiendas de los diputados socialistas catalanes a la LOAPA que, deliberadamente, no llegaron a tiempo de ser presentadas en el Congreso debido a una maniobra de Ernest Lluch, su portavoz en el Congreso. Poco despu¨¦s el reglamento del Congreso, a¨²n vigente, no permiti¨® al PSC formar grupo parlamentario propio y Lluch fue apartado de responsabilidades en el PSC. Pero despu¨¦s de este incidente, las relaciones transcurrieron bastante pl¨¢cidamente hasta la reforma del Estatut en el per¨ªodo 2000-2010, desde sus remotos comienzos a la sentencia del Tribunal Constitucional.
Ha sido en este per¨ªodo donde empezaron las desconfianzas mutuas, primero de Zapatero hacia Maragall y Montilla por la cuesti¨®n del Estatuto, despu¨¦s con las ambig¨¹edades ante el proceso independentista debido a la cuesti¨®n del derecho a decidir y, finalmente, con el apoyo desmesurado de Iceta a Pedro S¨¢nchez y la desobediencia en bloque de la decisi¨®n del Comit¨¦ Federal del PSOE antes mencionada. La deslealtad del PSC hacia el PSOE ha sido manifiesta en todos esos casos y es natural que se haya llegado al conflictivo punto en que estamos.
Sin embargo, ni a unos ni a otros les interesa romper las relaciones, ambos saldr¨ªan perdiendo, m¨¢s a¨²n cuando los dos est¨¢n muy debilitados. Lo m¨¢s probable, por tanto, es que lleguen a un arreglo. Pero tambi¨¦n parece inevitable que estas relaciones cambien, que se revise el viejo protocolo de colaboraci¨®n. El aspecto a cambiar ser¨¢, seguramente, la asimetr¨ªa en las relaciones org¨¢nicas, en la que ahora para uno todo son ventajas y para el otro, todo inconvenientes.
Quiz¨¢s, m¨¢s que independientes, ambos partidos deber¨ªan ser aut¨®nomos, con las competencias claramente repartidas. Se deber¨ªa definir cu¨¢les son competencias desde el punto de vista de Estado, de cuya titularidad dispondr¨ªa el PSOE, y a las que debe someterse el PSC, y cu¨¢les son las auton¨®micas que quedan dentro del ¨¢mbito de este ¨²ltimo. Este ser¨ªa un modelo federal, una forma de que el PSOE est¨¦ presente en Catalu?a. Aunque, como en todo estado de este tipo, si falta lealtad mutua, el resto sobra y falla todo. Ah¨ª est¨¢ el reto; deben resolverlo.
Francesc de Carreras es profesor de Derecho Constitucional
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