¡°Indicativo Troya, patrullen por el Manzanares¡±
La Unidad de Caballer¨ªa de la Polic¨ªa Nacional en Madrid cuenta con 111 agentes y 86 equinos
Un grupo de polic¨ªas se pone en c¨ªrculo junto a los camiones y las furgonetas, aparcados en la sede de la Unidad de Caballer¨ªa, en la Casa de Campo. Son los momentos previos a un partido de alto riesgo en el estadio Vicente Calder¨®n. Los agentes, vestidos con protecciones especiales en piernas y brazos, escuchan con atenci¨®n las ¨®rdenes de sus superiores. Tienen por delante siete horas de patrulla, en los que puede ocurrir de todo. ¡°Que volvamos todos bien es lo importante¡±, concluye la jefa de la unidad, la inspectora jefe Cristina Vesteiro.
La unidad fue la primera creada en la polic¨ªa, all¨¢ por 1825. La de Madrid la forman 111 agentes, incluido el personal de apoyo, y 86 caballos. Estos pertenecen al Ministerio de Defensa y los cede a la Polic¨ªa Nacional durante la vida laboral de los ejemplares.
Unos agentes se montan en los camiones, mientras otros salen ya montados en los caballos para escoltar a la hinchada visitante desde el paseo de los Melanc¨®licos. Los agentes llevar¨¢n para esta misi¨®n en esta ocasi¨®n los indicativos Troya y Neptuno (en referencia a la fuente donde celebra las victorias el Atl¨¦tico de Madrid). ¡°Nuestro trabajo permite reforzar la seguridad y apoyar a otros compa?eros, como la Unidad de Intervenci¨®n Policial [UIP, los antidisturbios] porque nosotros tenemos una visi¨®n desde lo alto y el caballo impone mucho. Puede valer por 15 o 20 polic¨ªas a pie¡±, relata la inspectora jefe.
Los camiones con los polic¨ªas y los caballos llegan bajo el paraguas de luces azules y sirenas, lo que causa una gran expectaci¨®n. Los asistentes al partido se quedan parados, mientras los veh¨ªculos pasan a cierta velocidad. Poco a poco, se ensilla a los animales y los agentes se distribuyen por los aleda?os del estadio. ¡°Lo importante es que el caballo no sea nervioso, que se caracterice por ser tranquilo y no muy grande, de estatura media¡±, describe la mando.
Los caballos llegan con unos tres a?os de edad y suelen prestar servicio hasta los 19 o los 20. La doma es el trabajo m¨¢s duro, ya que los animales tienen que acostumbrarse a trabajar en los lugares m¨¢s hostiles, como manifestaciones, concentraciones, escoltas a personalidades y actos de estado, como la apertura de la legislatura en el Congreso de los Diputados. Su trabajo diario consiste en vigilar puntos estrat¨¦gicos de la ciudad, como el Palacio de Oriente y el Retiro. Espa?a se encuentra en el nivel 4 de alerta antiterrorista.
Para estar entrenados, dedican las ma?anas a trabajar en la sede de la Casa de Campo, en las instalaciones de la Brigada Provincial de Seguridad Ciudadana. En una pista de tierra, jinetes y caballos pasan por arcos de fuego. En algunas ocasiones, el animal revoca, pero se contin¨²a hasta que lo consigue. Otro ejercicio consiste en continuar la marcha mientras oyen disparos de fogueo de escopetas y carabinas. Eso s¨ª, durante todo el entrenamiento tienen de fondo los c¨¢nticos de la hinchada del Real Madrid, emitidos por dos potentes altavoces.
Mientras se acerca la hora del partido, los agentes se distribuyen por el estadio. Van en grupos de dos o de cuatro y se meten por todos los rincones, incluidos los parques cercanos. ¡°Indicativo Troya, que una pareja patrulle por el Manzanares, que se est¨¢n acercando algunos seguidores del equipo visitante por esta zona¡±, se oye por la emisora policial. El grupo no supera la veintena de personas y llegan de manera relajada. El grueso de los asistentes todav¨ªa est¨¢ por llegar.
Uno de los momentos m¨¢s importantes se produce con la llegada de los equipos. Los polic¨ªas a caballo custodian los veh¨ªculos y se ponen en el t¨²nel de entrada, en la M-30. ¡°Est¨¢ todo muy tranquilo¡±, reconoce un inspector. En efecto, no se oyen comunicados por la emisora y ni siquiera la UIP tiene que actuar.
Herraduras con tacos
Para formar parte de la Unidad de Caballer¨ªa, los agentes tienen que pasar pruebas psicot¨¦cnicas, f¨ªsicas, una entrevista y una prueba de monta. Una vez dentro, cuentan con un grupo de apoyo, entre ellos guarnicioneros y encargados del vestuario, que les confecciona a mano las prendas en piel con herramientas de hace 60 y 70 a?os. Algunas son aut¨¦nticas joyas de museo que no se encuentran en el mercado. Otros agentes cambian las herraduras a los equinos cada 45 o 60 d¨ªas. Son aut¨¦nticos especialistas que miman a los animales. Para que no se caigan en el asfalto, les ponen unos peque?os tacos de tungsteno. De esta forma, se agarran en los terrenos m¨¢s resbaladizos.
Uno de los m¨¢s veteranos es Ricardo Linares, que lleva 40 a?os en este servicio. ¡°Esto ha cambiado como de la noche al d¨ªa. Antes entr¨¢bamos con los caballos en las aulas de la universidad. Hab¨ªa una secci¨®n de ma?ana y otra de tarde destinada a este servicio¡±, recuerda este agente que empez¨® en la extinguida Polic¨ªa Armada y ha vivido cuatro cambios de uniforme.
El partido llega al intermedio y los agentes y los caballos aprovechan para descansar. Los primeros tambi¨¦n toman un tentempi¨¦. Hasta la salida de los aficionados, la situaci¨®n es tranquila. ¡°Lo normal es que todo transcurra sin incidentes¡±, resume Cristina Vesteiro. Ya s¨®lo queda regresar a la unidad y meter los caballos en sus cuadras. Y, efectivamente, todos han vuelto en buen estado a la Casa de Campo.
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