Capitalismo contra capitalismo
China nos recuerda que el capitalismo se adapta a todo tipo de sistemas. La pugna global se centrar¨¢ cada d¨ªa m¨¢s entre autoritarismo y democracia
Desde mediados del siglo XIX la convergencia de ciertas tradiciones culturales de car¨¢cter teleol¨®gico que, de alg¨²n modo u otro, ve¨ªan la historia como un proceso hacia la redenci¨®n de la humanidad, ya fuera en el cielo como en la tierra, fue haciendo plausible la idea del desaf¨ªo revolucionario del socialismo al capitalismo como un paso m¨¢s en el largo camino hacia la gran reconciliaci¨®n. Si el proyecto socialista hab¨ªa sufrido ya un considerable desprestigio con el estalinismo y con la realidad cotidiana del llamado socialismo real, la derrota de la URSS en la guerra fr¨ªa, fue el principio del fin de esta leyenda.
Mientras la URSS se descalabraba y Rusia emprend¨ªa un ca¨®tico tr¨¢nsito hacia el capitalismo, el partido comunista chino conduc¨ªa a su inmenso pa¨ªs a una r¨¢pida conversi¨®n al capitalismo de Estado. El despotismo asi¨¢tico constru¨ªa as¨ª un sistema de explotaci¨®n de gigantescas proporciones, que dio gran crecimiento y que gener¨® envidia en muchos centros del poder econ¨®mico occidental. Una vez m¨¢s, el capitalismo demostr¨® su capacidad para adaptarse a sistemas pol¨ªticos y culturales de todo tipo.
El siglo XXI se abri¨® con la desaparici¨®n del socialismo como sistema alternativo al capitalismo y con ella se desvaneci¨® el viejo mito de la revoluci¨®n. No sabemos si es un par¨¦ntesis, ni si en este siglo se dise?ar¨¢ un nuevo horizonte revolucionario. Este a?o se conmemorar¨¢ el centenario de la Revoluci¨®n Rusa y habr¨¢ tiempo para analizar qu¨¦ queda como legado del comunismo, hasta qu¨¦ punto la historia lo ha engullido, por lo menos por un tiempo, y en qu¨¦ formas podr¨ªa reaparecer. La herencia de la Revoluci¨®n de 1789 est¨¢ m¨¢s o menos codificada. Quiz¨¢s es el momento de codificar la de 1917.
El hecho es que hoy no hay en el horizonte un sistema econ¨®mico y pol¨ªtico alternativo al capitalismo. Lo que s¨ª hay son diversas formas de decantaci¨®n del capitalismo. En el momento del triunfo de Occidente en la Guerra Fr¨ªa se alumbr¨® la utop¨ªa del capitalismo liberal como sistema ¨²nico que abarcaba todo el planeta. Pronto decay¨®. En realidad, se confundi¨® una globalizaci¨®n de los flujos econ¨®micos con una globalizaci¨®n del sistema porque, como casi siempre, no se tuvo en cuenta las rugosidades de lo real.
Recuerdo una conversaci¨®n con Arjun Appadurai en que, hablando del concepto de modernidad l¨ªquida de Bauman, dijo: ¡°Yo tambi¨¦n utilizo met¨¢foras del mundo de la f¨ªsica: energ¨ªa, flujo, mezcla, hibridez, combustibilidad, explosi¨®n. Pero creo que l¨ªquido necesita algo m¨¢s. Existen condiciones reales que no son suficientemente l¨ªquidas. En realidad son muy s¨®lidas. Deber¨ªamos encontrar una nueva f¨ªsica que nos permita entender la liquidez y la solidez de la modernidad. No necesariamente la vieja topograf¨ªa determinista marxista, que lo s¨®lido esta debajo y lo l¨ªquido encima. No todo es s¨®lido, no todo es l¨ªquido, no todo es gas, sino que hay mucha interacci¨®n¡±. Pues bien, en el viaje l¨ªquido hacia le hegemon¨ªa definitiva Occidente choc¨® con solidas barreras culturales y sociales, en pa¨ªses que vieron la oportunidad de consolidar la revancha poscolonial. Y de este modo se fueron configurando diversos capitalismos que poco a poco van entrando en confrontaci¨®n.
En ning¨²n lugar est¨¢ escrito que capitalismo y democracia vayan juntos. La historia reciente de China confirma la adaptaci¨®n del capitalismo a los sistemas autoritarios, de modo que hay razones para pensar que el mundo que viene estar¨¢ protagonizado por el conflicto entre diversos capitalismos (el liberal americano, el social europeo, el autoritario ruso, el aristocratismo petrolero del Golfo o el desp¨®tico chino).
La pugna global se centrar¨¢ cada d¨ªa m¨¢s entre autoritarismo y democracia. Si la pol¨ªtica se muestra incapaz de poner l¨ªmites al dinero, los reg¨ªmenes autoritarios tienen todas las de ganar. Por eso asusta la figura de Trump, que se va configurando como el plan b del sistema americano, fabricante permanente de miedo, capaz de mutar hacia el autoritarismo si las fracturas sociales (y la nula disposici¨®n del poder del dinero a hacer concesiones importantes) legitiman medidas de represi¨®n, exclusi¨®n y control del malestar ciudadano.
La defensa de la democracia se est¨¢ convirtiendo en prioridad pol¨ªtica. Y a la izquierda le corresponde asumirla en la medida en que la derecha siga desplaz¨¢ndose al extremo. Qui¨¦n sabe si de las tensiones que genere esta confrontaci¨®n entre modos de capitalismo emerger¨¢ la utop¨ªa del siglo XXI, el discurso emancipatorio de la nueva ¨¦poca.
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