Bala de plata
A la espera de una voz l¨²cida, valiente y convincente que diga la verdad a los catalanes y sobre todo a los independentistas
Cuando ya no queda esperanza, aparece el arma secreta. En el ¨²ltimo instante, justo cuando todo se da por perdido, llegar¨¢ la salvaci¨®n, el instrumento o el personaje milagroso que dan el vuelco definitivo y nos entregan la victoria.
Es la bala de plata con la que el h¨¦roe mitol¨®gico liquidaba a vampiros y lic¨¢ntropos; Santiago sobre el caballo blanco, que decantaba las batallas a favor de los cristianos; o el rey Don Sebasti¨¢n, al que esperan las huestes miserables de Canudos en su guerra desigual con el ej¨¦rcito brasile?o. El sitio de Barcelona en 1714 tambi¨¦n la tuvo y era la Virgen de la Merc¨¨, proclamada capitana generala e invocada en procesiones y rogativas por un grupo de cl¨¦rigos, monjas y beatos fan¨¢ticos.
El arma secreta tiene una funcionalidad pol¨ªtica. Es un instrumento para mantener la cohesi¨®n y proseguir el combate cuando la derrota est¨¢ descontada. Sirve para contener las deserciones y apelar a un ¨²ltimo sacrificio cuando ning¨²n sacrificio sirve para nada. El nazismo tambi¨¦n tuvo su arma secreta, nada menos que la construcci¨®n del arma at¨®mica que permit¨ªa a sus partidarios seguir creyendo en la salvaci¨®n in extremis de una derrota ineluctable.
Cuando el Proc¨¦s est¨¢ entrando ya en la ¨²ltima fase, este 2017 en el que se nos dice que se producir¨¢ el desenlace, la mayor¨ªa parlamentaria independentista, formada por Junts pel S¨ª y la CUP, acaba de exhibir tambi¨¦n una misteriosa bala de plata, rodeada del mayor secretismo. En nuestra ¨¦poca el motivo de la ¨²ltima esperanza no puede ser, naturalmente, una figura o un instrumento redentor al que se convoca para auxiliar a las devotas tropas independentistas ante su inminente derrota en manos del unionismo.
La bala de plata que tiene el independentismo es jur¨ªdica, una ley llamada de transitoriedad que solo muestra, como el cebo en el anzuelo, un art¨ªculo primero por el que Catalu?a se constituye en rep¨²blica social, democr¨¢tica y de derecho. Es una especie de Constituci¨®n clandestina y anticipada, de forma que el anuncio del acuerdo entre Junts pel S¨ª y la CUP para impulsarla tiene la virtud adicional de convertirse en una proclamaci¨®n adelantada de la independencia en el mundo de la post-verdad, que es la ¨²nica realidad del proceso desde hace mucho tiempo.
La debilidad del procesismo es extrema. Hablar de liderazgos es un sarcasmo. Su capacidad de aglutinar mayor¨ªas est¨¢ estancada. Por tres veces ha demostrado su fuerza y tambi¨¦n sus limitaciones, a enorme distancia de lo que se necesitaba para saltar los alt¨ªsimos muros de la legalidad y del reconocimiento internacional: en las elecciones de 2012, cuando Artur Mas pas¨® de 62 a 50 diputados en vez de obtener la mayor¨ªa absoluta indestructible que demandaba; en el 9N, cuando solo un 37% de los catalanes participaron en la consulta declarada sobre la independencia; y el 27 de setiembre de 2015, cuando Artur Mas no obtuvo la mayor¨ªa de votos independentistas en las elecciones que convoc¨® con la pretensi¨®n de presentarlas internacionalmente como un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n.
La mayor¨ªa parlamentaria independentista, sometida a las veleidades revolucionarias de la CUP, solo se mantiene gracias al auxilio inestimable de Mariano Rajoy. Alguien habr¨ªa tocado a retirada en condiciones pol¨ªticas normales, es decir, de di¨¢logo pol¨ªtico efectivo, de intervenci¨®n muy prudente y acotada de los tribunales y sobre todo de respuesta al proyecto independentista con una alternativa espa?ola seria. El primer gobierno independentista de la historia de Catalu?a ha demostrado una incapacidad y una pobreza de recursos espeluznante. Su mayor m¨¦rito es existir y haber conseguido pasar una moci¨®n de confianza. Hace cinco a?os que ha dejado de funcionar la idea de que los gobiernos trabajan. Son gobiernos sin obra. Si encima se hunde el castillo de naipes del proceso, solo queda entonces la disoluci¨®n y unas elecciones que abran las puertas un gobierno que vuelva a gobernar.
La resistencia a reconocer esta realidad es enorme. Disolver, por m¨¢s que se declaren constituyentes los pr¨®ximos comicios, ser¨¢ el reconocimiento del fracaso y, aunque de forma vergonzante, del error estrat¨¦gico colosal que ha significado el dise?o del dichoso choque de trenes sin un c¨¢lculo realista de la correlaci¨®n de fuerzas interna, espa?ola e internacional. Solo queda mientras tanto la bala de plata, la f¨®rmula m¨¢gica que permite mantener el proceso m¨¢s all¨¢ del proceso para que el procesismo siga aguantando. Siempre a la espera de un dirigente independentista l¨²cido y valiente, y tambi¨¦n convincente naturalmente, que diga de una vez y claramente la verdad a los catalanes, y sobre todo a los fervorosos creyentes procesistas.
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