Un concierto directo al coraz¨®n
La Sinf¨®nica de Galicia rinde homenaje a David Eth¨¨ve y estrena ¡®Paisaxes Escuras¡¯ de Xabier Mari?o
La ¨²ltima intervenci¨®n de 2016 de la Orquesta Sinf¨®nica de Galicia en el Palacio de la ?pera es uno de esos conciertos que se recuerdan por mucho tiempo. La noticia del fallecimiento de David Eth¨¨ve, solista de chelo de la orquesta desde su fundaci¨®n en 1992, cay¨® como una bomba en el ¨¢nimo de sus compa?eros y de los m¨¢s allegados a la familia de la Sinf¨®nica. El primero de abono de 2017 lo ser¨¢ tambi¨¦n: la Sinf¨®nica lo dedic¨® a Eth¨¨ve como homenaje p¨®stumo, lo que marc¨® el rumbo del concierto y har¨¢ indeleble su memoria.
El aplauso del auditorio ante el anuncio del homenaje es uno de los m¨¢s largos y c¨¢lidos aplausos de recepci¨®n que se han escuchado en los veintisiete a?os largos del Palacio de la ?pera. Se anunci¨® por megafon¨ªa que la secci¨®n de chelos, su secci¨®n, interpretar¨ªa en su homenaje el mismo arreglo de un fragmento del Lohengrin wagneriano que el propio Eth¨¨ve hab¨ªa elegido como bis en la que fue su ¨²ltima interpretaci¨®n como solista con la Sinf¨®nica.
Lo que sucedi¨® a continuaci¨®n no se puede describir en t¨¦rminos solo musicales: la interpretaci¨®n de los chelistas de la OSG estuvo cargada de una emoci¨®n que se transmiti¨® al p¨²blico y su m¨²sica apenas pudo servir de consuelo a int¨¦rpretes y auditorio. El largu¨ªsimo silencio que la sigui¨® tuvo tal densidad que se habr¨ªa podido o¨ªr la respiraci¨®n de alguien situado varias filas m¨¢s atr¨¢s.
Si alguien se hubiera atrevido a respirar, claro. Alguien lo rompi¨® con un aplauso seguido por todos. Sus compa?eros permanecieron en sus asientos: sus l¨¢grimas, las l¨¢grimas de la Sinf¨®nica, eran el mejor homenaje al compa?ero que permanecer¨¢ siempre presente en la memoria de cuantos lo conocimos y admiramos.
Xabier Mari?o (Ponteareas, 1983) estrenaba Paisaxes escuras. Tanta carga emocional en m¨²sicos y p¨²blico no es, desde luego, la mejor situaci¨®n para apreciar correctamente una obra nueva. La de Mari?o proviene de 2007, al final de su formaci¨®n como compositor ¨Cla acad¨¦mica, que en ese campo uno siempre se est¨¢ formando- y ha sido revisada para el estreno por la OSG. El impulso para su composici¨®n est¨¢ seg¨²n el autor en la terrible plaga de incendios forestales de 2006, una de las m¨¢s graves de las que peri¨®dicamente asolan Galicia.
Mari?o muestra en Paisaxes escuras una construcci¨®n s¨®lida y gran coherencia entre fines buscados y medios empleados. Como resultado, la obra llega al o¨ªdo y al coraz¨®n desde el inicio a cargo del arpa y las maderas, que sit¨²a al oyente en el lugar de los hechos. En alg¨²n momento, la distribuci¨®n espacial de la m¨²sica es multifocal, como los incendios provocados; y es de destacar c¨®mo una intervenci¨®n de los violines refleja el temor que personas y animales sienten ante el fuego descontrolado.
En el registro grave de los metales se presiente el vuelo de un ave de mal ag¨¹ero; las variaciones de la din¨¢mica llevan a la confusi¨®n absoluta de cuando ya todo es fuego y destrucci¨®n Los lamentos finales de flautas y oboes conmueven en su agon¨ªa a quien los escucha. Paisaxes escuras es una obra digna de ser repuesta en mejores condiciones an¨ªmicas; ser¨ªa justo para su autor, se lo merece.
La emotividad hab¨ªa impregnado la sala como un aceite viscoso y el resto del concierto se resinti¨® de ello. La Sinfon¨ªa n? 102 de Haydn adoleci¨® de falta de precisi¨®n en sus inicios pero la maestr¨ªa del Haydn de Londres dio las mejores herramientas a Ivan Volkov (Tel Aviv, 1976). El joven director israel¨ª mantuvo firme el pulso y ese enorme Minuetto, con su Trio y el Finale -con la intensidad de su discurso y su fuerza para predisponer al aplauso- enderezaron el rumbo del concierto. La pausa entre las dos partes del concierto se hizo m¨¢s necesaria y ¨²til que nunca.
Las dos obras de Dmitri Shostak¨®vich programadas en a segunda parte contribuyeron a serenar algo el ambiente. Tocadas en orden cronol¨®gico inverso, son una muestra bien significativa de dos etapas bien diferentes en la producci¨®n del maestro ruso. La direcci¨®n de Volkov hizo bien patente el car¨¢cter de sus Cinco piezas para orquesta, en las que dej¨® ver al Shostak¨®vich temeroso del r¨¦gimen sovi¨¦tico.
Lo hizo en la primera pieza con ese incipiente sarcasmo que comenzaba a sustituir a su alegre iron¨ªa anterior; en esa primera aparici¨®n de la imagen de p¨¢ramo en la noche que se prodigar¨¢ en su sinfon¨ªas y cuartetos y que dejaron ya ver el registro m¨¢s agudo de los violines y el m¨¢s grave de los contrabajos; en el canto de las maderas y en el di¨¢logo del viol¨ªn solista ¨Cgrande, Massimo Spadano- con los arm¨®nicos agudos de los contrabajos.
Por eso fue un alivio el Concierto para piano, trompeta y cuerdas, del que John Aigi Hurn (Tokio, 1967) y Horacio Lavandera (Buenos Aires, 1984) extrajeron su alegre esencia hecha deliciosa m¨²sica. Hurn tuvo una de sus tardes del gran trompetista que es, dando sentido a cada una de sus intervenciones con toda la gama de sonido y matices de su trompeta. Lavandera, por su parte, mostr¨® su gran capacidad t¨¦cnica.
Lavandera regal¨® dos propinas, una arreglo personal del Libertango de Astor Piazzolla y el Nocturno en mi bemol mayor, op. 9 n? 2. En ambos volvi¨® a mostrar su impecable mecanismo y regularidad r¨ªtmica, como de las traviesas de hormig¨®n de una moderna v¨ªa f¨¦rrea. En Chopin, pese a su fama como ¡°esencia del romanticismo¡± se ech¨® en falta la flexibilidad y el rubato necesarios para llegar a lo m¨¢s hondo de su m¨²sica. Quiz¨¢s podr¨¢n d¨¢rselos los a?os y la experiencia; o la contemplaci¨®n de una vieja v¨ªa f¨¦rrea con traviesas de madera, todas en su sitio pero cada una con su particular forma.
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