Y Patufet cogi¨® su fusil
El Memorial Democr¨¤tic inaugura una exposici¨®n sobre la publicaci¨®n de la revista 'En Patufet' durante la Guerra Civil
La vida es bella, la c¨¦lebre pel¨ªcula de Roberto Benigni, no era tan original. Las artima?as dulces, ir¨®nicas, a veces de colores oscuros, con el que el protagonista del film reinterpreta para su hijo el Holocausto, no eran nuevas porque la revista En Patufet ya hab¨ªa aplicado algo parecido durante la Guerra Civil. Lo llev¨® a cabo en 122 n¨²meros que el periodista Juli¨¤ Guillamon ha revisado para crear la exposici¨®n Patufet en guerra. La ilusi¨®n de la normalidad, que se inaugura hoy en el Memorial Democr¨¤tic de Barcelona.
Patufet fue una revista clave para la formaci¨®n en catal¨¢n de generaciones de familias que en su momento ¨¢lgido lleg¨® a tener 300.000 lectores. La ¨¦poca que retrata la exposici¨®n, entre julio de 1936 y diciembre de 1938, es un relato tejido a partir de contrastes, porque el contenido es v¨¢lido para ni?os pero tambi¨¦n para adultos. La acidez de Gaiet¨¤ Cornet supera la inocencia infantil. El primer gran bombardeo sobre Barcelona, en agosto de 1937, lo ilustra Cornet con dos hombres que, mientras andan por la calle miran al cielo para advertir del peligro de los aviones fascistas, est¨¢n a punto de caer por el agujero de una alcantarilla. Esta ingenuidad sombr¨ªa tambi¨¦n aparece en el dibujo de Cornet en el que dos moscas se disponen a refugiarse en los orificios nasales de un hombre por miedo a los bombardeos. Los contrastes de Patufet se materializan en la libertad de acci¨®n que tuvo comparado con la propaganda de guerra a la que se sometieron otras publicaciones. Patufet qued¨® enmarcada en el Consejo de la Escuela Nueva Unificada (CENU), un organismo que depend¨ªa del presidente Llu¨ªs Companys y que permiti¨®, seg¨²n la exposici¨®n, que la revista no se politizara en exceso. Guillamon concede que Patufet tampoco ten¨ªa mucho margen para exponer crudamente las carencias del d¨ªa a d¨ªa en el bando republicano. El n¨²mero del 8 de octubre de 1938 destac¨® por un contenido t¨¦trico, en especial una doble p¨¢gina de Munta?ola en la que aparecen los vecinos de un edificio, todos hambrientos. ¡°Los dibujos del auca de Munta?ola eran fuert¨ªsimos. Debieron llamarles la atenci¨®n porque en los tres meses siguientes no hay ninguna referencia m¨¢s al hambre¡±, explica el cat¨¢logo.
El gran personaje de la exposici¨®n es Josep Maria Folch i Torres. Sus relatos en la secci¨®n P¨¤gines viscudes, ilustradas por Junceda, eran textos ¨²tiles para entender los hechos del momento. Folch i Torres hizo lo posible para mantener el esp¨ªritu de En Patufet. Uno de los documentos m¨¢s impactantes de la exposici¨®n es la portada en forma de necrol¨®gica dedicada a Jordi Folch, colaborador de la revista e hijo de Folch i Torres, con el t¨ªtulo ¡°Folch Junior ha muerto en el frente del Ebro¡±. La exposici¨®n es rica en an¨¦cdotas que completan la narraci¨®n; algunas sirven a Guillamon como una suerte de firma personal: hay una evoluci¨®n gr¨¢fica del incremento del precio de la suscripci¨®n a medida que transcurr¨ªa la guerra; fotos de una donaci¨®n de juguetes para ni?os refugiados, un envoltorio de jab¨®n de brea ¡ªhecho con resina de pino¡ª producido por las Milicias Antifascistas de la Generalitat que acompa?a un c¨®mic de Junceda en el que una lavandera sue?a con volver a tener jab¨®n en abundancia; tambi¨¦n aparece un cup¨®n de racionamiento de pan de Manuel Perucho, padre de Joan Perucho, escritor del que Guillamon es un gran conocedor.
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