La izquierda y el progreso
La revoluci¨®n neoliberal ha sido tan arrolladora que ha generado el desamparo y el desconcierto hasta dejar al ciudadano sin expectativas

Dec¨ªa Javier Fern¨¢ndez en su discurso al Comit¨¦ Federal de su partido: ¡°La existencia del PSOE no se justifica como un mero instrumento para impedir que gobierne la derecha¡±. Tiene raz¨®n, aunque la frase denota que sigue incomod¨¢ndole la decisi¨®n de regalar a Rajoy la investidura. En cualquier caso, a¨²n se justifica menos la existencia del PSOE si es para garantizar que la derecha gobierne eternamente. Y es lo que ocurrir¨¢ si es incapaz de abrirse a su izquierda. Thomas Piketty, ante el panorama desolador que ofrece el socialismo europeo, escrib¨ªa en Le Monde: ¡°Es necesario apoyarse sobre los elementos populistas m¨¢s interdependientes para construir respuestas precisas si no se quiere acabar en el repliegue nacionalista y la xenofobia¡±. Y pon¨ªa como ejemplo de aliados potenciales a Podemos, a Syriza, a Sanders y a Melenchon.
Pero la crisis de la socialdemocracia europea es de tal calado que no se resuelve con movimientos t¨¢cticos y alianzas estrat¨¦gicas o con peque?os cambios en la fachada. Los partidos socialistas si no quieran dar por acabado su ciclo (si ellos desaparecen, la izquierda seguir¨¢) necesitan una revisi¨®n ideol¨®gica, que pasa por repensar la idea de progreso. Con el progreso crecieron y s¨®lo asociados al progreso renacer¨¢n. Si la modernidad estaba dominada por la confianza en la raz¨®n y la t¨¦cnica y la visi¨®n de la historia como un proceso de superaci¨®n, en estos tiempos posmodernos, con las aceleraciones de una globalizaci¨®n descontrolada, hemos visto c¨®mo se esfumaban les certezas adquiridas y el futuro se desdibujaba, pasando de la utop¨ªa a la distop¨ªa, fermentando la nostalgia. La revoluci¨®n neoliberal ha sido tan arrolladora que ha generado el desamparo y el desconcierto hasta dejar a la ciudadan¨ªa sin expectativas. Y en esta regresi¨®n, que Trump simboliza hoy, la socialdemocracia, que cegada por su posici¨®n acomodaticia de las ¨²ltimas d¨¦cadas no ha anticipado el frenazo, ha quedado obsoleta.
Y, sin embargo, se abre una ventana de oportunidad para repensar el progreso. Como concepto pol¨ªtico, ha desaparecido del horizonte por diversas razones. Jean Pisani Ferry se?ala algunas: un prolongado estancamiento despu¨¦s de la brutal sacudida de la crisis que ha minado la confianza de la gente; los riesgos de la revoluci¨®n digital que generan inseguridad en las clases medias sobre las que se basaba la cohesi¨®n social de las sociedades de posguerra; la sesgada distribuci¨®n de las rentas que refuerza la idea de que las pol¨ªticas institucionales benefician a los que tienen m¨¢s, y la distribuci¨®n espacial de los ciudadanos, con unas periferias urbanas que generan ¨¢reas especialmente deprimidas en las que el malestar se retroalimenta. A ellas podr¨ªamos a?adir la fractura generacional, la sensaci¨®n de las nuevas generaciones de que est¨¢n destinadas a vivir en peores condiciones que sus padres. La sociedad espa?ola aporta m¨²ltiples indicios de esta desconfianza en lo que puede pasar. No solo tiene una de las tasas de natalidad m¨¢s bajas del mundo, sino que es r¨¦cord mundial en la edad media en que las mujeres tienen el primer hijo: 31 a?os.
La fe en el progreso aliment¨® el contrato social que hizo posible el estado del bienestar de posguerra. En los a?os setenta, con la crisis del petr¨®leo, cay¨® en Europa un primer tel¨®n sobre el futuro. La euforia conservadora de los a?os noventa acab¨® bruscamente con la crisis de 2008. Estamos en el momento de la contracci¨®n: el repliegue hacia los espacios propios y las recetas que colocan a los de casa primero, lo que en un mundo irremediablemente interconectado, solo puede ser fuente de conflictividad, resentimiento y rechazo.
Por eso el futuro de la izquierda empieza por volver a dar sentido al progreso. Y para ello hay que conectar con la gente joven, que el PSOE abandon¨® hace tiempo, y abandonar la reducci¨®n economicista del progreso a crecimiento. La apuesta por la innovaci¨®n cient¨ªfica y tecnol¨®gica no puede separarse del cambio social, de la idea de emancipaci¨®n, de los equilibrios sist¨¦micos y del bienestar como objetivo de la acci¨®n pol¨ªtica. El papel del trabajo est¨¢ cambiando y la revoluci¨®n digital y la biotecnol¨®gica nos obligan a volvernos a preguntar qu¨¦ nos hace humanos. La alternativa: s¨¢lvese quien pueda, no hay l¨ªmites, conduce directamente al autoritarismo, que en Europa est¨¢ en fase de intenso cultivo: la melancol¨ªa y el miedo.
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