¡°Hoy cualquiera se puede convertir en delincuente¡±
Dos polic¨ªas y un bi¨®logo discuten sobre el el presente y el futuro de los criminales en BCNegra
La mesa es suculenta: un jefe de investigaci¨®n de Mossos con alg¨²n que otro tiroteo de georgianos por resolver (Carlos Otamendi), un escritor y polic¨ªa franc¨¦s en excedencia del departamento 93, con un ¡°60% m¨¢s de delincuencia¡± que el resto (Olivier Norek, premio Novela Negra Europea por Efecto domin¨®, editado por Grijalbo), y un bi¨®logo italiano, siciliano en concreto, escritor tambi¨¦n (Santo Piazzese, Asesinato en el jard¨ªn bot¨¢nico, en Siruela). El tema a debatir no es balad¨ª: Criminales e investigadores en la Europa de hoy. El contexto es inmejorable: cita ayer del BCNegra, el festival de novela policiaca de Barcelona.
Empieza Norek, sin demasiados rodeos: ¡°Sin ser un cowboy, pero ser polic¨ªa es un poco como los soldados que est¨¢n en el frente¡±, con jornadas de 12 o 14 horas al d¨ªa, convirtiendo a tu unidad en tu propia familia. ¡°Tengo 42 a?os y no tengo vida familiar¡±, cuenta. El 90% de lo que narra, dice, es real. Y ahora su prioridad es la c¨¢rcel, ¡°no existe lugar m¨¢s peligroso, desigual e injusto¡±.
Otamendi desenfoca la conversaci¨®n preguntando a Piazzese por qu¨¦ no escribe de la sobada mafia italiana. ¡°No te puedes acercar a la mafia como bi¨®logo¡±. Pero ese no es el tema. ¡°?Ha cambiado la sociedad? ?Han cambiado sus criminales? ?Han cambiado sus investigadores?¡±, regresa el inspector de la polic¨ªa catalana. ¡°Casi se ha eliminado un cierto fil¨®n de la novela negra, basada en la investigaci¨®n tradicional¡±, responde Piazzese. Para, enseguida, matizar: ¡°Aunque quiz¨¢ nunca fue as¨ª como se describ¨ªa¡±.
Norak le escucha ya con su respuesta clara y definitiva lista: ¡°Con la democratizaci¨®n de la informaci¨®n, con las series de polic¨ªa, con internet¡ Cualquiera se pude convertir en delincuente. O como m¨ªnimo tienes todos los elementos para serlo¡±. Antes, sigue, hac¨ªa falta conocer el hampa, tener contacto con ellos. Saber a qui¨¦n llamar para que te explicase c¨®mo hacerlo.
Y lo ilustra con ejemplos: ¡°En una serie sal¨ªa que la mejor manera para eliminar las huellas de un crimen era fregar con lej¨ªa las huellas. Al poco, vimos como comet¨ªan un crimen con lej¨ªa... Es el juego del gato y el rat¨®n, el duelo de inteligencia entre polic¨ªas y delincuentes y criminales¡±.
?Eso significa que ya no quedar¨¢n polic¨ªas de los de toda la vida?, se pregunta el inspector de los Mossos. Un ordenador, algunos conocimientos de tecnolog¨ªa, y adi¨®s al polic¨ªa que se camina la calle, habla con confidentes, hace largas vigilancias en las puertas de su sospechoso¡ ¡°Subir¨ªa la tasa del paro¡±, ironiza Piazzese.
¡°Nosotros tenemos un c¨®digo penal que nos limita; ellos no tienen ning¨²n l¨ªmite. Nosotros tenemos una jerarqu¨ªa, ellos no tienen ni marco, ni reglas ni nada. Ellos usan las armas de forma ilimitad¨ªsima y sin control¡±, se queja Norak. Y Otamendi abre el ¨²ltimo mel¨®n: ?Se mata diferente seg¨²n la zona? Piazzese hace una digresi¨®n entra literatura negra mediterr¨¢nea, con asesinatos vulgares, poco sofisticados, y la n¨®rdica, que define como asesinatos de las sociedades ¡°opulentas, ricas, satisfechas¡±. Norek, otra vez, se lanza: ¡°?En Islandia hay un crimen por a?o! Por eso le cuesta mucho basarse en la realidad: inventa y tira millas¡±. Para concluir, en contra de toda literatura, que no existe ¡°el crimen de honor¡±: ¡°No hay buenos criminales, ni el asesino fant¨¢stico. Un asesino es un asesino siempre¡±.
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