¡°El islamismo radical lo tiene f¨¢cil para atentar¡±
El novelista y expolic¨ªa franc¨¦s Olivier Norek refleja en la cruda ¡®Efecto domin¨®¡¯ la brutal realidad del pulso entre agentes y delincuentes
En Efecto domin¨® (Grijalbo), dos miembros de un banda mafiosa de C¨®rcega franquean la primera puerta del juzgado de primera instancia de Bobigny porque hace tiempo que no hay vigilancia en la reja y el interfono est¨¢ roto; sortean el segundo control porque los guardas de seguridad (vigilantes subsaharianos sin papeles) nunca piden documentaci¨®n alguna; y, ya dentro, nadie les pregunta nada, bajan tranquilamente al almac¨¦n judicial, reducen a la secretaria y se llevan por donde han venido las pruebas vitales de cinco cr¨ªmenes. ¡°En esa sala se guardan sobres lacrados con dinero, joyas, drogas o armas de pruebas de delitos que son vitales¡ ?Que no se puede hacer? Yo mismo practicaba eso: hac¨ªa el gesto de ense?ar la placa, pero sin nada en la mano, dec¨ªa ¡®Polic¨ªa¡¯ con voz fuerte, cabeza alta y mirada un poco baja y entraba en esa sala; ese atraco es perfectamente posible¡±, cuenta Olivier Norek (Toulouse, 1975), durante 15 a?os teniente de polic¨ªa en el conflictivo departamento judicial de Sena-Saint Denis y, desde hace tres, autor de novelas negras donde no hay un gramo de mentira, todo es real como la vida misma, nada es de cart¨®n¨Cpiedra. ¡°Bueno, los personajes¡±, admite, tras sus ojos azules, el gran autor tapado de la 12? edici¨®n del BCNegra, que termin¨® el pasado s¨¢bado y que ha significado la despedida de su comisario, Paco Camarasa. La verdad supura en cada p¨¢gina de Efecto domin¨®, premio de Novela Negra Europea 2016 que otorga Le Point y tercera presencia del capit¨¢n Victor Coste, aqu¨ª en un espeluznante viaje a la realidad policial y carcelaria de Francia con el pretexto de la operaci¨®n de una familia criminal para sacar a uno de los suyos de prisi¨®n. Y como las cerezas, colgando de eso, pederastas, asesinos serbios, abogados de ¨¦tica reprobable¡
Pregunta. Trabaj¨® para una ONG y estuvo dos a?os en el ej¨¦rcito, pero escogi¨® ser polic¨ªa. ?Es m¨¢s ¨²til que todo lo dem¨¢s?
Respuesta. Una ciudad, por m¨¢s compleja que sea la situaci¨®n de seguridad, no es una situaci¨®n de guerra: las dimensiones del horror en un conflicto ata?en a poblaciones enteras; por otro lado, con labor humanitaria, pal¨ªas dramas, pero no resuelves nada.
P. Marveil es una c¨¢rcel inventada, pero hay de todo: ratas, garrapatas, droga, un funcionario cada 100 reclusos, mangueras contra incendios cortas, vista gorda ante la violencia entre presos, informes falsificados de los responsables¡ Parece un chiste o una hip¨¦rbole¡
R. No me he inventado nada: escribo novela negra para denunciar los fallos del sistema que he conocido; en cada novela cojo un tema y lo convierto en caballo de batalla a partir de una investigaci¨®n policial que denuncia esos fallos.
No me invento nada: escribo novela negra para denunciar los fallos del sistema que he conocido
P. La cantidad de detalles que ofrece es tristemente inquietante por tan brutales como reales: debe tener una buena red de confidentes¡
R. No hago los libros solo, como no resolv¨ªa los casos solo; escribo con las t¨¦cnicas que aprend¨ª como polic¨ªa: me rodeo de gente que sabe mucho. En el primer libro me cost¨® encontrar confidentes; en el segundo, Territoires [2014, sobre los v¨ªnculos entre pol¨ªtica y delincuencia] ya fue un poco mejor y para este he tenido contactos con directores de c¨¢rceles y de vigilantes que me han hablado abiertamente; en el que preparo sobre la jungla de Calais, a las 10 de la ma?ana lanc¨¦ una llamada en Facebook para ver si hab¨ªa polic¨ªas que quisieran entrevistarse conmigo: dos horas despu¨¦s ten¨ªa casi una comisar¨ªa entera, con sus m¨®viles particulares¡
P. Ha dicho la jungla de Calais¡
Mi pr¨®ximo libro ser¨¢ sobre la jungla de Calais: hay 10.000 personas en 10 kil¨®metros de dunas sin edificaciones, esperando saltar ilegalmente a Inglaterra; unos mil son ni?os...
R. Las corrientes de inmigrantes se dirigen ah¨ª para saltar clandestinamente, en cami¨®n o en barco, a Inglaterra¡ Pues bien, hay una zona de unos 10 kil¨®metros de dunas, sin ni una sola edificaci¨®n, donde, desde hace dos a?os, se hacinan unas 10.000 personas esperando su oportunidad, con todo el dramatismo y el horror y el terror que conlleva esa situaci¨®n. Entre ellas hay, se calcula, unos mil ni?os. Eso ocurre en Francia, uno de los pa¨ªses abanderados de los derechos humanos¡
P. Insiste aqu¨ª, como en su primera novela, Code 93 (2013), en el camuflaje institucional de las cifras de la delincuencia. ?Nos mienten mucho sobre la situaci¨®n real de la criminalidad?
R. Los pol¨ªticos mienten constantemente sobre las cifras de la violencia, les interesa hincharlas en algunos aspectos para que se vea su supuesto buen trabajo y rebajarlas en otros para minimizar seg¨²n qu¨¦ fracasos: el ministro del Interior pregunta a un prefecto que quiere ser destinado a Niza o Marsella para tomar el sol c¨®mo van los ¨ªndices y aquel, claro, le dir¨¢: ¡®S¨ª, s¨ª, las cifras bajan¡ ?Puedes enviarme ya a la playa?¡¯. En seguridad o violencia, nunca hay que creer lo que no hemos visto.
P. El psiquiatra de la prisi¨®n de su libro lo tiene claro: ¡°No sirve de nada reparar mentes en plena tormenta; aqu¨ª solo hago de camello de antidepresivos y metadona¡±.
'No sirve de nada reparar mentes en plena tormenta; aqu¨ª solo hago de camello de antidepresivos y metadona', me confes¨®? un psiquiatra de una prisi¨®n
R. Esa frase, textual, me la dijo un psiquiatra de una c¨¢rcel; y me a?adi¨®: ¡°Yo no resuelvo problemas, yo les dopo para tranquilizarles¡±; el 60% de los encarcelados delinquen de nuevo. El concepto de c¨¢rcel no funciona: nos olvidamos de que solo es ¨²til si la reinserci¨®n est¨¢ al final; no puedes coger a alguien que ha derrapado en la vida y extirparlo de la sociedad, encerrarlo para que se pudra en un lugar injusto y violento y luego sacarlo y colocarle de nuevo en el mismo sitio pensando que algo milagroso habr¨¢ acabado con la situaci¨®n que viv¨ªa.
P. ?Es de todo esto de lo que est¨¢ cansado su capit¨¢n Coste, o de lo que se cans¨® usted?
R. Yo nunca me cans¨¦ de ser polic¨ªa, consegu¨ª no quemarme, por lo que escribo cuando a¨²n quiero esta profesi¨®n; por ello mis polic¨ªas son todav¨ªa solares, luminosos, tienen cierta alegr¨ªa de vivir¡ Justo lo contrario de la mayor¨ªa de los del resto de las novelas negras, donde est¨¢n rotos y alcoholizados, cuando no drogados¡
P. Un catedr¨¢tico de psiquiatr¨ªa catal¨¢n, Adolf Tobe?a, defiende en Neurolog¨ªa de la maldad que los malos nacen y que son entre el 1 y el 2% de la poblaci¨®n. ?Su experiencia como polic¨ªa qu¨¦ le dice?
R. Me cuesta creer que se nazca malo; creo m¨¢s que es el contexto o la necesidad lo que puede despertar algo maligno en uno; y tambi¨¦n puede ser que, una vez ejercidas, violencia y maldad te gusten.
Con la televisi¨®n e internet se ha democratizado en exceso la informaci¨®n y hoy criminal y polic¨ªa est¨¢n al mismo nivel tecnol¨®gico
P. En Efecto domin¨®, un pulso entre equipos policiales hace que un secuestro quede en manos del grupo menos preparado y cometan un error infantil que provoca un desenlace fatal; un alto mando policial es definida como ¡°despectiva con sus hombres, agresiva con los de su mismo rango y d¨®cil con los mandos¡±. ?Habitual todo esto?
R. El caso del error lo viv¨ª y es real, con la diferencia de que tuvimos suerte y el secuestro no acab¨® en muerte. S¨ª, los pulsos policiales est¨¢n, y los jefes suelen querer quedarse las investigaciones m¨¢s rutilantes de otros grupos para ascender; pero sucede cada vez menos: los polic¨ªas de hoy tienen mayor formaci¨®n acad¨¦mica y entienden mejor que hay que actuar en bien del inter¨¦s general; adem¨¢s, son interiormente m¨¢s ricos y ya no viven solo obsesionados alrededor de su trabajo: tienen familias y otros intereses y se relacionan con otras que no son polic¨ªas¡ Para m¨ª ah¨ª radica hoy la dificultad del g¨¦nero negro: yo intento utilizar personas ordinarias para meterlas en situaciones extraordinarias; busco al h¨¦roe que hay bajo el hombre de a pie¡
P. Suena pol¨ªticamente correcto; pero, ?funciona?
R. Lo hago, primero, porque es la verdad, est¨¢ ocurriendo as¨ª; y, segundo, por el lector, que piensa: ¡°Estos tipos no son tan diferentes de m¨ª; yo tambi¨¦n podr¨ªa convertirme en un h¨¦roe¡±; mis personajes pueden existir porque provienen de casos reales. Por eso se equivocan la mitad de las veces: en mis libros no hay fantas¨ªas ni superh¨¦roes.
Si empezamos a luchar contra el mal desde el mal, salt¨¢ndonos las leyes, volveremos a la jungla, ser¨¢ la selva total
P. Sus criminales est¨¢n tecnol¨®gicamente muy avanzados y parecen conocer muy bien c¨®mo est¨¢ equipada la polic¨ªa. ?Es as¨ª en la vida real?
R. Con la televisi¨®n y con internet se ha democratizado con exceso la informaci¨®n y hoy criminal y polic¨ªa est¨¢n al mismo nivel tecnol¨®gico; es algo emocionante como novelista, pero un desastre para la polic¨ªa. Recuerdo que en un caso se dieron unos m¨®viles a una familia que sufr¨ªa un secuestro para poder geolocalizar la llamada de los delincuentes y fueron ellos lo que acabaron geolocalizando esos m¨®viles y sabiendo que se los hab¨ªamos entregado nosotros.
P. ?C¨®mo decantar ese duelo?
R. A los polic¨ªas solo nos queda la motivaci¨®n, la pasi¨®n, el olfato y la inteligencia; el resto, desgraciadamente, las armas son las mismas para unos que para otros; y algo peor: ellos no siguen ning¨²n c¨®digo ¨¦tico, ni deben cumplir las leyes¡ Nosotros nos debemos a una manera m¨¢s limitada de luchar; ellos, no.
P. Hace unos d¨ªas, John Connolly, el padre del detective Charlie Parker, admit¨ªa que quiz¨¢ el mal solo se puede combatir desde el mal¡
Potenciales series sobre atentados islamistas est¨¢n siendo rechazadas por las principales cadenas de televisi¨®n francesa;? a¨²n no tocar¨¦ el tema en mis novelas: temo equivocarme
R. El no tener l¨ªmites solo se lo puede permitir un escritor; si empezamos a luchar contra el mal desde el mal, con sus mismos presupuestos, salt¨¢ndonos las leyes, volveremos a la jungla, ser¨¢ la selva total.
P. Le¨ªdos sus libros, el islamismo radical lo tiene f¨¢cil para atentar en Francia y no s¨¦ si en toda Europa.
R. Cuando miro las calles y las sociedades europeas, en general, no me parecen demasiado distintas a la francesa, o sea, que¡ S¨ª, el islamismo radical lo tiene f¨¢cil para atentar¡ Pero ese tema a¨²n no voy a integrarlo en mis novelas, no tengo suficiente informaci¨®n, tengo miedo a equivocarme de enfoque y tampoco creo que la gente est¨¦ preparada para escuchar sobre ello: islam e islamismo se confunden en su mente¡ No soy el ¨²nico que lo ve as¨ª: me consta que potenciales series sobre el tema est¨¢n siendo rechazadas en las principales cadenas de televisi¨®n francesas¡ Aqu¨ª lo dram¨¢tico es que se habla de grandes operaciones de terrorismo cuando los islamistas est¨¢n atentando haciendo bombas con elementos comprados en tiendas, coches alquilados y armas que puedes encontrar ya en cualquier parte; hoy no hay nada m¨¢s sencillo que crear el caos.
P. Hay cierta dulzura en la manera, adem¨¢s casi documental, como escribe sobre cosas tan duras; violentan los hechos, no las frases...
R. Dicen que tengo una sensibilidad femenina; en cualquier caso, la utilizo para explicar cosas terribles, incluso recurro a la poes¨ªa para describir el horror; si cuentas cosas terribles con crudeza tenemos negativo sobre negativo, creas ansiedad; en cambio, todas las historias de amor que hay en mis libros son catastr¨®ficas. Con lo bello presento lo feo y al rev¨¦s¡
P. ?Alg¨²n referente literario en lo negrocriminal?
En 15 a?os ya he visto todo el cat¨¢logo posible del horror; no, no volver¨¦ a ser 'poli'
R. No he le¨ªdo mucho, siempre me han gustado m¨¢s las novelas de grandes historias, con mucha psicolog¨ªa de personajes, tipo J. D. Salinger, John Irving, Ken Follet¡ ?Negro? Fred Vargas y Franck Thilliez.
P. Franceses, como usted. En su pa¨ªs est¨¢n public¨¢ndose m¨¢s de 1.800 t¨ªtulos del g¨¦nero al a?o y hay quien defiende que est¨¢n tomando el relevo a los autores n¨®rdicos¡
R. Durante ese mandato n¨®rdico en Francia nos hemos estado reconstruyendo, ley¨¦ndoles tanto a ellos como a los anglosajones, incorporando m¨¢s acci¨®n y a la vez m¨¢s pausa e investigaci¨®n¡ A ello le hemos a?adido el toque de la literatura genuina cl¨¢sica francesa y s¨ª, nos hemos reactivado.
P. Es polic¨ªa en excedencia. ?Se reintegrar¨¢ al cuerpo?
R. En 15 a?os ya he visto todo el cat¨¢logo posible del horror; no, no volver¨¦ a ser poli.
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