La Filmo, cinco a?os en El Raval
Un vecino singular que ha hecho muchos amigos
Manel, Josep y Antonio son personas mayores y, ahora, amigos. Se han conocido en la Filmoteca. Vienen de Poble Sec, Ciutat Vella y Nou Barris. ¡°En la Filmoteca se hace familia¡±, te explica Manel que puede ir hasta cuatro veces a la semana y ver dos pel¨ªculas cada d¨ªa. Escoge, en particular, cine italiano, espa?ol y sudamericano, aunque alguna vez no evita t¨ªtulos de otras procedencias, como los filmes iran¨ªes. Son algunos de los usuarios m¨¢s fieles de esta Filmoteca que lleva cinco a?os asentada en El Raval. Joaquim, de Cornell¨¤, decide ir, o no, leyendo los argumentos de los programas. Conoci¨® la universidad de Toulouse. ¡°Y all¨ª tambi¨¦n la pusieron en un barrio de inmigraci¨®n, pobre¡±. Est¨¢ a favor de este tipo de operaciones porque supone que intentan cambiar din¨¢micas sociales. ¡°Puede que la Filmoteca la hayan puesto aqu¨ª por las mismas razones¡±.
Esteve, es un cin¨¦filo con mucho bagaje que vive meses en Madrid donde, tambi¨¦n, va a la Filmoteca del Dor¨¦. Pero le gusta m¨¢s la programaci¨®n de la barcelonesa. ¡°Es m¨¢s europea¡±. ¡°Todas las ciudades tienen barrios canallas, pero no tiene porqu¨¦ pasar nada¡±. Una opini¨®n que no comparte su esposa que, precisamente, porque la Filmoteca est¨¢ en El Raval no lo acompa?a en sus habituales visitas. Eso s¨ª, no le permite ir a la ¨²ltima sesi¨®n, por un miedo que el propio Esteve rechaza. ¡°Antes, en la avenida de Sarri¨¤, la Filmoteca estaba rodeada de puticlubs y nadie le reprochaba su ubicaci¨®n¡±. De hecho, algunos restaurantes de la plaza que antes no abr¨ªan por la noche ahora ofrecen cenas. ¡°Est¨¢ muy bien programada y, francamente, le encuentro m¨¢s virtudes que defectos. Puedes ver, con otros ojos, desde pel¨ªculas de los a?os 40 a t¨ªtulos que no se han estrenado en las salas comerciales¡±.
Jean Pierre lleva 40 a?os en Barcelona. Ahora acude a la Filmoteca pr¨¢cticamente cada d¨ªa, a dos sesiones. Conoci¨® en Par¨ªs la m¨ªtica Filmoteca de Henri Langlois en Trocadero. Para Jean Pierre, la filmoteca es un espacio donde se ama al cine. La proyecci¨®n es buena, se ve un cine que ya no puede verse en ninguna otra parte, muchas veces se acompa?a de presentaciones y¡ el espectador respeta al resto del p¨²blico, no come palomitas y siempre hay un silencio sacramental en la sala. A Jean Pierre le gusta la Filmoteca porque puede escuchar los varios idiomas que conoce y no tiene ninguna sensaci¨®n de estar en un lugar inh¨®spito. ¡°He hecho amigos e incluso una vez ligu¨¦, aunque la historia no prosper¨®¡±.
En la avenida de Sarri¨¤, la Filmoteca estaba rodeada de puticlubs y nadie le reprochaba su ubicaci¨®n
Me lo contaba hace un par de jueves, en la sala donde Esteve Riambau, el director de la Filmoteca, iba a presentar ¡°Les neiges du Kilimandjaro¡±, de Robert Gu¨¦diguian, que ya vino al preestreno y este mes volver¨¢ a la Filmoteca para presentar su ¨²ltima pel¨ªcula. Gu¨¦diguian es un cineasta marsell¨¦s, fiel a su barrio y a su tribu, empe?ado en construir un relato sobre las clases populares. La pel¨ªcula forma parte de un ciclo organizado por la Filmoteca y las Biblioteques de Catalunya con la finalidad de recuperar el viejo concepto de cine-club y, como explica Riambau, exportar la actividad del centro m¨¢s all¨¢ del barrio y Barcelona. Los abonados a la red de bibliotecas pueden ver por Internet el filme y participar en una charla virtual. Es otra de las comunidades que pueblan la Filmo.
Este mes, la Filmoteca celebra su quinto a?o en El Raval. El edificio est¨¢ en la plaza Salvador Segu¨ª, en el hueco donde hubo una c¨¢rcel de mujeres. Hay un discreto detalle simb¨®lico, el pavimento de su vest¨ªbulo es id¨¦ntico al de la plaza, una manera de subrayar su conexi¨®n con el entorno, su urbanidad, que no es una seta, vaya. Sin embargo, en algunos medios acad¨¦micos, el anuncio de que la Filmoteca se instalar¨ªa en El Raval, junto al CCCB, Macba, universidades¡., tuvo un recibimiento descre¨ªdo y bajo sospecha. Se trataba de una violencia urban¨ªstica, especuladora, sobre el barrio; un mero esponjamiento higienista; un regalo para h¨ªpsters y skaters, no para los vecinos. Riambau recuerda un titular period¨ªstico a los quince d¨ªas de haberse inaugurado las instalaciones donde se recriminaba a la Filmoteca que no hab¨ªa conseguido expulsar las prostitutas! Para Itziar Gonz¨¢lez, urbanista y exregidora de Ciutat Vella, ¡°las instituciones, al igual que los barrios, no nacen, se hacen¡±. ¡°En el caso de la Filmoteca¡±, prosigue, ¡°el barrio, la ciudad y los amantes del cine nos hemos beneficiado de su certera estrategia en la programaci¨®n y actividades. La Filmoteca ha estado a la altura de la intensidad y complejidad del barrio m¨¢s universal de Catalu?a y queda demostrado que el urbanismo lo hacen las actividades y las gentes y nunca el poder y sus planificadores¡±.
En cualquier caso, el grupo m¨¢s numeroso de espectadores llega del propio El Raval y Ciutat Vella. El segundo, viene de Gr¨¤cia, me explica Octavi Mart¨ª, director adjunto del centro, que propone una programaci¨®n para p¨²blicos con diferentes intereses, no forzosamente practicantes del culto cin¨¦filo. Tiene una media de 105 espectadores por sesi¨®n. Y los siete mil chavales de las matinales para escuelas. Las sesiones terminan como muy tarde a las once y media de la noche para que a nadie se le escape el metro. ¡°Y en esos cinco a?os nunca hemos tenido que llamar a los Mossos¡±, remacha Riambau.
Solucionar los graves problemas del barrio no es un encargo que pueda hacerse a una Filmoteca ni a su gente. Una Filmoteca que, sin embargo, no es ¨²nicamente una sala de cine. Hay exposiciones (una fue El Raval al Raval: Imatges d¡¯un barri), hace una programaci¨®n ecl¨¦ctica destinada a p¨²blicos muy diversos y usa la ventana de Internet para dar acceso remoto a 25.000 documentos, desde carteles, art¨ªculos de prensa o vidrios de linternas m¨¢gicas. El servicio de restauraci¨®n est¨¢, entre otros menesteres, con la recuperaci¨®n de ?rase una vez (1950), una pel¨ªcula de dibujos de Alexandre Cirici-Pellicer y Josep Escobar (el de Zipi y Zape). Basada en el relato de La Cenicienta coincidi¨® fatalmente con el estreno del mismo t¨ªtulo de la Disney. En la Filmoteca hay una copia en blanco y negro y, a partir de los cartones preparatorios de la producci¨®n, le devolver¨¢n el color.
Cuando se pregunta a Riambau por lo m¨¢s sobresaliente que ha pasado en esos cinco a?os, cita, inevitablemente, el congreso mundial de filmotecas del 2013, al que acudieron un centenar de instituciones de 61 pa¨ªses (incluidas las dos coreas) o el seminario sobre Orson Welles, en el que particip¨® la hija del cineasta, Chris. Y Keith Baxter acudi¨® al estreno de una copia restaurada de Campanadas a medianoche en la colegiata de Cardona, uno de los lugares donde fue rodada. Pero luego est¨¢n los intangibles. Estos artistas de medio mundo que la visitan, y vuelven, creando una red de amigos y c¨®mplices del proyecto. El contacto con los cineastas, los debates, convierten cualquier filme en una experiencia irrepetible. Cada semana hay unos cuantos peque?os acontecimientos. ¡°Queremos dinamizar, sin chantajismo, la cultura del cine y eso no se consigue ¨²nicamente con proyecciones a precios populares¡±, concluye Riambau. Y El Raval parece contento de tener estos amigos.
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