¡®Sindrom¨®n¡¯ del nido vac¨ªo
'La Mare' muestra la frontera entre realidad y delirio de una mujer madura atrapada en su depresi¨®n
Ch¨¦jov, Maeterlinck, Pinter, Stoppard, Fosse. La polif¨®nica de la cr¨ªtica francesa lanza dardos de gloria sobre Florian Zeller y su obra. Quiz¨¢ no haya sido tan buena idea buscar en los dem¨¢s lo que no encuentra uno mismo. La persecuci¨®n de terceras voces ponderadas para dialogar con la propia desaz¨®n no apacigua el conflicto. La m¨¨re (La mare) recibe todos los laureles y el vac¨ªo no se disipa. Habr¨¢ que insistir. Volvamos a los maestros. ?Qu¨¦ tienen en com¨²n los cuatro t¨®tems teatrales? ?El silencio? Es posible. Un silencio que construye puentes entre lo visible y lo invisible y que aparentemente se ha desvanecido en la versi¨®n que ha dirigido Andr¨¦s Lima. Tambi¨¦n puede ser una cuesti¨®n de intensidad. Del arrebato mexicano que parece tener c¨®mo ¨²nico fin aumentar el brillo de un personaje poli¨¦drico: tr¨¢gico, sarc¨¢stico, perdido, cruel, herido e hiriente. Un papel que adorna como un armi?o de aplausos a cualquier gran actriz plet¨®rica de facultades.
LA MARE
De Florian Zeller. Direcci¨®n: Andr¨¦s Lima. Int¨¦rpretes: Emma Vilarasau, Pep Pla, ?scar Castellv¨ª y Ester Cort. Traducci¨®n: Ernest Riera. La Villarroel, 6 de febrero.
La c¨¢mara subjetiva que instal¨® Zeller en El padre para dejar sin asideros al espectador obligado a acompa?ar a un viejo por el laberinto de la demencia senil, reaparece aqu¨ª para diluir la frontera entre realidad y delirio de una mujer madura atrapada en la niebla de su depresi¨®n. Un caso extremo de ¡°s¨ªndrome del nido vac¨ªo¡±, exacerbado por las garras enfurecidas de Fedra y Medea. Madre y esposa abandonada con la garganta agarrotada por las defensas freudianas. Una figura en ca¨ªda libre ¡ªentre antidepresivos y alcohol¡ª que recibe a los personajes del marido (Pep Pla), el hijo pr¨®digo (?scar Castellv¨ª) y la hija-nuera (Ester Cort) como apariciones entre sus vapores de dolor. Toda ella un recital cl¨ªnico de sollozos, gritos, acusaciones, sospechas, s¨²plicas, desplantes, l¨¢grimas de auxilio y risas de desesperaci¨®n.
Quiz¨¢ con otro grado de contenci¨®n ¡ªm¨¢s Huppert y menos Magnani¡ª ser¨ªa gratificante dejarse arrastrar por esta inmersi¨®n en la inconsciencia, pero la actuaci¨®n sin l¨ªmites de Emma Vilarasau provoca una inesperada sensaci¨®n de ahogo y la perentoria necesidad de distanciarse del personaje y mirarse el espect¨¢culo desde una tranquila orilla. Llega un momento ¡ªcuando se ha perdido la cuenta de los desenlaces alternativos¡ª que crece incluso la incomodidad f¨ªsica ante la org¨ªa de sufrimiento que el autor vuelca sobre su protagonista, como Lars von Trier en la encerrona emocional de Bailando en la oscuridad. Presenciar sin una m¨ªnima empat¨ªa una borrachera de talento al servicio del dolor. Seguro que este exhibicionismo de cordura y sentimientos rotos es celebrado por parte del p¨²blico. Otra facci¨®n seguir¨¢ pensando que las comparaciones con los maestros tendr¨ªan m¨¢s sentido si se respetara el silencio, asediado en La Villarroel por el fragor tormentoso de un psico-thriller.
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