Los cuerpos de Peeping Tom se retuercen en el Mercat
La figura amorosa, castradora y oprimida de la madre protagoniza el ¨²ltimo espect¨¢culo de danza del hipn¨®tico grupo franco-belga

De nuevo el colectivo de danza-teatro Peeping Tom, del franc¨¦s Franck Chartier (Roanne, Francia 1967) y de la argentina Gabriela Carrizo (Cordoba, Argentina, 1970), regresa a Barcelona para seducir y agredir emocionalmente al p¨²blico. Y, como es habitual con sus torturados e hipn¨®ticos espect¨¢culos, ha agotado las localidades d¨ªas antes de las funciones. En esta ocasi¨®n, el grupo franco-belga ofrecer¨¢ cuatro funciones en el Mercat de les Flors (desde hoy hasta el pr¨®ximo domingo) de Moeder (Madre), segunda parte de su trilog¨ªa sobre la familia. Primero fue Vader (Padre), que se convirti¨® en el mejor espect¨¢culo del Grec 2012, y en 2019 espera estrenar Ni?os. ¡°Es verdad que mundos peque?os encierran infiernos grandes y para nosotros la familia es un peque?o cosmos en que encontramos nuestra fuente de inspiraci¨®n para plasmar las virtudes y las miserias que moldean el alma del hombre contempor¨¢neo¡±, afirma Carrizo, directora de la obra.
Hasta ahora, los espect¨¢culos que Peeping Tom ha presentado en Barcelona estaban firmados por ambos directores: Le Salon, el inolvidable 32 rue Vandenbraden y Louer, ya que Vader fue una creaci¨®n exclusiva de Franck Chartier; ahora, en Moeder es Carrizo quien afronta su autor¨ªa en solitario. ¡°Pensamos que cada uno de nosotros deb¨ªa realizar solo una creaci¨®n sobre la figura del padre y de la madre; Vader es una pieza m¨¢s desgarradora, su enfoque es cruel: un hijo arrastra a su padre a la residencia de ancianos contra su voluntad, una obra emocionalmente complicada en la que lat¨ªa el amor filial y los ego¨ªsmos individuales que rigen la sociedad actual¡±, rememora Carrizo. ¡°Por mi parte, al concebir una pieza sobre la madre, pens¨¦ contemplar con cierta frialdad esa figura tan importante y poli¨¦drica, para que la emoci¨®n no me ofuscara¡±, confiesa.
¡°Primero quise expresar el sentimiento de ausencia: perd¨ª a mi madre hace siete a?os; sin embargo, no me he centrado en mi propia progenitora, sino en las miles de madres, su papel protector, amoroso y castrador; pero tambi¨¦n intento expresar la opresi¨®n y miedo que siente una mujer ante la responsabilidad de tener un hijo¡±, enumera la bailarina.
¡°Creo que el sentimiento de ausencia y el miedo son los verdaderos protagonistas de Moeder: he contemplado la figura de la madre desde la distancia, por ello el escenario se convierte en una sala de maternidad y un tanatorio, donde un cristal te separa del ser querido; de alguna manera un cristal marca la distancia al nacer y al morir¡±.
La core¨®grafa tambi¨¦n ha prestado especial atenci¨®n a la parte auditiva del espect¨¢culo: ¡°La banda sonora de Moeder abarca desde el rumor del agua, fuente de vida, a voces como la de la madre, que es la primera que o¨ªmos; tambi¨¦n manipulamos temas cl¨¢sicos¡±. A los bailarines, resalta, ¡°les he respetado su personalidad esc¨¦nica, pero tambi¨¦n les he provocado para alcanzar nuevos paisajes: les propon¨ªa una idea y ellos la interpretaban... Cada montaje es, para nosotros, una nueva aventura hac¨ªa nuevas l¨ªneas de expresi¨®n. Crear expectativas hace que Peeping Tom asuma nuevos retos y avance en su lenguaje gestual¡±, afirma Carrizo, reticente a descubrir los secretos de este nuevo montaje.
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