D¨ªa 4: GPO, misterio resuelto
Jordi Montull revela el significado de unas siglas cuyo significado volvi¨® locos a los investigadores del 'caso Palau'
El juicio por el expolio del Palau de la M¨²sica y por la financiaci¨®n ilegal de Converg¨¨ncia ha comenzado este mi¨¦rcoles en la Ciudad de la Justicia de Barcelona, ocho a?os despu¨¦s de que estallara el esc¨¢ndalo, con el saqueador confeso F¨¨lix Millet, y su mano derecha, Jordi Montull, buscando un pacto con el fiscal. Est¨¢ previsto que el juicio, que tendr¨¢ 55 sesiones, se alargue cuatro meses.
D¨ªa 4. GPO, misterio resuelto
El caso Palau ha engendrado misterios sin resolver. Por ejemplo, no se sabe qui¨¦nes son los "altos responsables" de Converg¨¨ncia que, seg¨²n el fiscal, estaban al tanto del cobro de comisiones ilegales. F¨¨lix Millet y Jordi Montull han dejado pasar una oportunidad preciosa para desvelar sus nombres al limitar la trama corrupta al ¨¢mbito de la tesorer¨ªa. Pero hay m¨¢s inc¨®gnitas. Como el significado de unas siglas, GPO, que volvieron locos al juez y al fiscal que investigaron el expolio del Palau de la M¨²sica. Este jueves, despu¨¦s de ocho a?os, Montull ha desvelado el misterio.
Las siglas GPO aparecieron en un cuadro Excel elaborado a instancias del propio Montull. Los Mossos d'Esquadra se apoderaron de ¨¦l durante el registro del Palau de la M¨²sica, en julio de 2009. Es un documento clave del caso, porque las anotaciones son indicios del pago de comisiones a "Daniel", que seg¨²n la investigaci¨®n no es otro que Daniel Os¨¢car, extesorero de CDC.
Una de las columnas, encabezada con las siglas GPO, permanec¨ªa indescifrable. El fiscal y el juez creyeron inicialmente que respond¨ªa a la empresa GPO Ingenier¨ªa. Y llamaron a declarar como imputado a su administrador, Emilio Vidal, en la creencia de que su empresa ten¨ªa algo que ver con las donaciones de Ferrovial. Pronto vieron que aquello no se sosten¨ªa y Vidal qued¨® exculpado.
La Polic¨ªa elabor¨® m¨¢s tarde un informe en el que apuntaba otra hip¨®tesis: GPO podr¨ªa corresponder a "guanys per obres" (ganancias por obras), una forma de Montull de aludir a su porci¨®n del pastel (el 1,5% de las comisiones de Ferrovial). Se equivocaron en la forma, pero no en el fondo. Montull ha reconocido hoy que el cuadro GPO se correspond¨ªa con el dinero que ¨¦l y Millet ganaban con la trama. "Es lo que sac¨¢bamos en met¨¢lico y es lo que nos repart¨ªamos. Pero tambi¨¦n serv¨ªa para pagar a las grandes orquestas".
Y ese ¨²ltimo punto, aunque resulta sorprendente -?por qu¨¦ agrupar bajo un mismo ep¨ªgrafe comisiones ilegales y pagos a artistas?- es el que explica el gran misterio. GPO significa, dice Montull, "Grandes Producciones Orquestales".?
D¨ªa 3. Una boda gratis para publicitar el Palau
A la boda de Clara Millet acudieron m¨¢s patronos y empresarios que familiares y amigos. Lo ha explicado este mi¨¦rcoles el padre de la novia, F¨¨lix Millet. El expresidente del Palau ha admitido que, como tantas otras cosas de las que ha disfrutado en su vida, la boda de Clara Millet la pag¨® el Palau. "Los gastos se pagaron con fondos del Palau. Vuelvo a decir, lo hice mal, me equivoqu¨¦ al hacerlo as¨ª, pero ten¨ªa mis motivos". Seg¨²n la sorprendente declaraci¨®n de Millet, fue el propio Palau de la M¨²sica el que le sugiri¨® que el enlace se celebrara en el templo modernista. "Necesit¨¢bamos hacer publicidad del Palau para abrir el mercado al margen de los patronos, para que la gente supiera que se pod¨ªan celebrar bodas".
"?Me est¨¢ diciendo que la boda era como un anuncio?", le ha preguntado con iron¨ªa el fiscal, Emilio S¨¢nchez Ulled. "Era publicidad, s¨ª", ha insistido Millet. Fue un ¨¦xito. Tras el enlace de su hija Clara, "hubo cinco o seis bodas m¨¢s en el Palau".
Millet ha explicado que los suegros de Clara Millet no quer¨ªan, de entrada, que la boda se celebrara en el Palau. Lo que ha evitado recordar es uno de los episodios m¨¢s sonados del caso y que mejor definen al personaje. Millet hizo que el Palau corriera con los gastos de la boda de su peque?a (164.000 euros). No contento con ello, tambi¨¦n le col¨® la factura al consuegro. ?ste, ignorando que la boda en realidad ya estaba pagada, tuvo que desembolsar su parte: 40.000 euros.
El fiscal y Millet han mantenido un di¨¢logo fluido, a menudo hilarante, sobre todo ante ciertas apreciaciones jocosas del acusado que S¨¢nchez Ulled solo ha podido contestar con sorna.? El expresidente del Palau ha admitido el expolio, pero al mismo tiempo ha defendido en parte su gesti¨®n. Ha dicho que, cuando asumi¨® el mando, el Palau "estaba hecho un desastre", y que solo se asign¨® un sueldo millonario cuando ya "los n¨²meros" de la instituci¨®n "eran muy buenos".
Esos "bonus" que se asignaron porque s¨ª, a espaldas de los ¨®rganos de gesti¨®n, pasaron a cobrarlo, por el tiempo, a trav¨¦s de sociedades. "Fue por motivos fiscales". "?Para pagar menos?", ha preguntado el fiscal. "Hombre, s¨ª". Millet ha admitido muchos "errores", como por ejemplo haber cargado al Palau viajes a medio mundo (Polinesia, Kenia, Maldivas...). Pero lo cort¨¦s no quita lo valiente y, cuando el fiscal le ha mencionado un viaje a M¨¦xico, Millet se ha defendido. "Ese fue por motivos del Palau. Se organizaba la semana catalana. Fue el presidente Pujol y todo..." Ha sido el ¨²nico momento de su declaraci¨®n, por cierto, en la que ha mencionado a un cargo de Converg¨¨ncia.
Preguntado por las cantidades que percib¨ªa en sus cuentas, Millet no ha sabido concretar, abrumado: "Es que yo cobraba de muchos sitios, eh". Con las facultades mentales intactas, se ha mostrado m¨¢s cansado hacia el final del interrogatorio del fiscal. "El problema que tengo es de salud y que quiero tabaco", ha dicho, sonriente. Pero ha aguantado el tir¨®n. Despu¨¦s, tras un breve descanso y a preguntas de su abogado, Abraham Castro, ha aprovechado para lanzar una peque?a coz a la exvicepresidenta econ¨®mica Mariona Carulla, que seg¨²n su versi¨®n "ten¨ªa que conocer por fuerza" que en el Palau casi todos los pagos se hac¨ªan en efectivo.
D¨ªa 1. Un gesto de afecto antes de confesar
Quiz¨¢ por primera vez en su vida, Jordi Montull le ha robado plano a F¨¨lix Millet. El discreto n¨²mero dos del Palau, eterna sombra del todopoderoso Millet, ha acaparado la atenci¨®n por su proclamada condici¨®n de pentito, que amenaza con desestabilizar a¨²n m¨¢s a Converg¨¨ncia. Aprovechando que una nube de c¨¢maras se cern¨ªa sobre Montull, el extesorero del partido, Daniel Os¨¢car, ha entrado en los juzgados con un ejemplar de La Vanguardia bajo el brazo: ¡°Montull negocia confesar comisiones del Palau a CDC¡±, reza, inequ¨ªvoca, la portada.
Montull y Os¨¢car, pelo blanco y aspecto cansado, se han encontrado en el hall?di¨¢fano de la Ciudad de la Justicia. Montull, el arrepentido, el hombre dispuesto a arrastrar por el fango un partido para que su hija tenga un futuro lejos de la c¨¢rcel, se le ha acercado tranquilo pero con semblante serio. Le ha cogido del brazo. Y le ha hablado unos segundos, lejos de o¨ªdos extra?os. M¨¢s tarde, en un descanso del juicio, el extesorero explica que Montull se ha limitado a darle ¨¢nimos. ¡°Me ha cogido as¨ª fuerte del brazo, me ha dado un apret¨®n de afecto¡±.
Ninguna advertencia de lo que va a decir. Ning¨²n atisbo de disculpa ante una confesi¨®n que puede redundar en la condena del extesorero. Y Os¨¢car, sin embargo, no parece molesto. No interpreta ese ¡°apret¨®n de afecto¡± como el beso de Judas. ¡°Bueno¡± -a?ade lac¨®nico, casi resignado- ¡°¨¦l m¨¢s o menos ya hab¨ªa dejado ir que algo dir¨ªa¡±. Si acaso envidia algo de la lozan¨ªa y el buen aspecto que, pese a los a?os, muestra Montull. ¡°Tomo trece pastillas al d¨ªa. Estoy ya con ganas de acabar esto¡±, dice Os¨¢car.
"La artrosis no me deja vivir", se queja Montull, que sin embargo goza de una aparente buena salud si se compara con Millet, que ha aparecido en una silla de ruedas empujada por su asistente personal, un joven discreto y callado que le acompa?a siempre. Millet ha llegado con un lev¨ªsimo retraso de tres minutos luciendo lo que ya casi es su uniforme oficial: una vieja chaqueta a cuadros, de tonos marrones, como la que ya luci¨® en el juicio por el hotel del Palau. En el primer d¨ªa de aquella vista, por cierto, se cay¨® y se rompi¨® el f¨¦mur, una lesi¨®n que le obliga a usar a menudo la silla de ruedas.
El paquete de tabaco en el bolsillo de la chaqueta -sigue fumando mucho- completa la estampa de un personaje que este mi¨¦rcoles ha optado por permanecer en completo silencio, la mayor parte del tiempo con las manos entrelazadas. Antes de la vista, ¨¦l y Montull se han sentado tras un biombo y han charlado. Solo un rato. Millet tiene que ir al ba?o (lo har¨¢ a menudo durante la vista) y Montull prefiere permanecer junto a su hija. Gemma, administradora financiera del Palau, est¨¢ muy nerviosa y emocionada, a punto del llanto. Antes de entrar en la sala, recibe un mensaje en el m¨®vil: ¡°Sigues forta¡±.
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