El interesado cortejo a Oriol Junqueras
?En serio nos tenemos que creer que el Estado considera menos peligroso para su unidad a Junqueras que a Mas, Puigdemont u otro dirigente del PDECat?
Para explicarlo, no hace falta apelar a la operaci¨®n Catalu?a, ni a la guerra sucia, ni a las cloacas del Estado, porque es algo tan viejo como los conflictos humanos: los cl¨¢sicos latinos lo resumieron en el aforismo divide ut vinces. Un excelente conocedor de los entresijos del poder central ¡ªel periodista Jos¨¦ Antonio Zarzalejos¡ª lo expon¨ªa p¨²blicamente el otro d¨ªa, sin ambages: el Gobierno espa?ol se propone ¡°introducir tantas contradicciones como sean posibles entre los diferentes l¨ªderes del secesionismo catal¨¢n¡±.
Entre los diferentes l¨ªderes, y entre las distintas sensibilidades. Primero, de 2012 a 2015, esa estrategia divisionista, esa apuesta por cultivar el desconcierto en las filas de los adversarios tuvo como pieza central a Josep Antoni Duran Lleida y como objetivo apartar a CiU del sue?o independentista. Rota la federaci¨®n, incinerado Duran y desaparecida Uni¨®, las esperanzas de los Maquiavelos unionistas se desplazaron hacia la CUP: que sus exigencias anticapitalistas, que su empe?o en arrojar a Artur Mas ¡°a la papelera de la historia¡±, que su rechazo a aprobar los Presupuestos de 2016 acabasen por hastiar a los convergentes ¡ªun sumando imprescindible si la independencia ha de rebasar el 50% de los votos¡ª, diluir su secesionismo y hacerles volver al redil.
Desde que, a finales de enero, los cupaires comprometieron su apoyo a los Presupuestos de 2017, el divide ut vinces pas¨® a otra pantalla. De repente, las fuentes bien conectadas con el Madrid oficial comenzaron a glosar las fant¨¢sticas relaciones entre la vicepresidenta S¨¢enz de Santamar¨ªa y el vicepresidente Junqueras; y a asegurar que, en la Moncloa, se consideraba la interlocuci¨®n con el republicano mucho m¨¢s f¨¢cil y fluida que con el intratable Puigdemont. Se filtr¨® que el Gobierno de Rajoy da por amortizado al exalcalde de Girona y acumula sus fichas en la casilla de Junqueras.
?ste, que no hace tanto tiempo era caricaturizado en los ambientes unionistas como un r¨²stico, una especie de carlinot al que no cab¨ªa ni imaginar instalado en el sill¨®n de Maci¨¤, merece ahora de esos medios los ep¨ªtetos m¨¢s entusiastas (listo, desacomplejado, incluso moderado...). El ¡°astuto¡± ya no es Mas, o s¨®lo lo es en modo sarc¨¢stico; ahora, el verdadero ¡°astuto¡±, el poseedor de una habilidad deslumbrante, el vicepresidente que no se desgasta y acaricia ya la poltrona presidencial, es Oriol Junqueras. S¨®lo faltaba que el lunes 27 de febrero, en la inauguraci¨®n del Mobile World Congress, el tambi¨¦n consejero de Econom¨ªa fuese sorprendido por las c¨¢maras tocando los hombros de Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa para que algunos convirtiesen aquel ligero contacto f¨ªsico en la confesi¨®n p¨²blica de un fogoso idilio pol¨ªtico y el punto de arranque ¡ªahora, s¨ª¡ª de la tantas veces frustrada tercera v¨ªa.
?A qu¨¦ se debe esta repentina fiebre junquerista, esa transformaci¨®n del l¨ªder de Esquerra en el anti-Mas y el anti-Puigdemont, en el presidenciable favorito de los adversarios de la independencia? ?De verdad resulta veros¨ªmil que, en Madrid y en una determinada Barcelona, se prefiera tener al frente del Gobierno catal¨¢n a un soberanista de toda la vida, a un republicano, a alguien sin esqueletos en el armario que puedan condicionarle...? ?En serio nos tenemos que creer que el Estado considera menos peligroso para su unidad a Junqueras que a Mas, Puigdemont u otro dirigente del PDECat, que lo ve m¨¢s proclive a renunciar al refer¨¦ndum y al Estado catal¨¢n a cambio de unos lustros de poder auton¨®mico?
Ya me disculpar¨¢n, pero no me lo trago. A mi juicio, el objetivo de esta nueva etapa de la operaci¨®n divide y vencer¨¢s es el mismo de las dos fases anteriores: disociar a los electores exconvergentes del bloque independentista, reduci¨¦ndolo as¨ª al 30% o 35% de apoyo ciudadano y convirti¨¦ndolo en inocuo. Por eso los actuales panegiristas de Oriol Junqueras se recrean en imaginarlo presidiendo una Generalitat gobernada por ERC en coalici¨®n con los comunes, quiz¨¢ con la CUP (?), tal vez con el PSC... Porque saben que el concepto de ¡°tripartito de izquierdas¡± es todav¨ªa un trauma no superado, una pesadilla recurrente del universo CDC-PDECat.
En definitiva, el prop¨®sito de la maniobra es conseguir que las franjas m¨¢s centristas del independentismo se digan: si la independencia ha de ser en beneficio de Junqueras, de ERC, de las izquierdas, nosotras nos vamos a casa. Pero dudo que Junqueras se deje manipular de un modo tan grosero.
Joan B. Culla i Clar¨¤ es historiador.
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