El puente de los sentidos
Gran versi¨®n de la ¡®Segunda¡¯ de Scriabin por Litton y la Sinf¨®nica de Galicia, precedida por un soberbio Prok¨®fiev de Jackim
La Orquesta Sinf¨®nica de Galicia ha celebrado dos conciertos ¨Cel jueves en el Auditorio de Galicia de Santiago y el viernes en el Palacio de la ?pera de A Coru?a- dirigida por Andrew Litton. En programa, la obertura de El carnaval romano, op. 9 de Hector Berlioz; el Concierto para viol¨ªn n? 2 en sol menor, op 63 de Sergu¨¦i Prok¨®fiev, con Stefan Jackiw como solista, y la Sinfon¨ªa n? 2 en do menor, op. 29 de Alex¨¢nder Scriabin.
El inmenso colorido y poder¨ªo orquestal de la obertura de Berlioz fueron un aldabonazo precursor de c¨®mo iba a transcurrir el concierto. A destacar, los solos de clarinete y fagot, el canto de las violas y la bien dome?ada brillantez de los metales. Un calentamiento perfecto del ambiente, en un concierto de estructura tradicional que habr¨ªa de tener un gran desarrollo.
Stefan Jackiw es un joven violinista de apenas treinta a?os cuya contextura f¨ªsica da una enga?osa apariencia de fragilidad. Pero basta escuchar c¨®mo atac¨® el concierto de Prok¨®fiev -llamado ¡°El madrile?o¡± por su estreno en el Monumental Cinema de Madrid en el a?o 1935- para darse cuenta de su inmensa capacidad como violinista. Su sonido en el solo inicial del concierto traslad¨® al auditorio todo el neorromanticismo de su escritura, un tanto sombr¨ªa. Luego, el precioso lirismo del que impregn¨® su segundo tema nos trajo el aroma de la Gavota de su Sinfon¨ªa cl¨¢sica.
El Andante assai dio una preciosa sensaci¨®n como de ingravidez, con el canto de su viol¨ªn flotando sobre los staccati de la orquesta y con unos pizziccati de libro por parte de la cuerda, por su sonido y precisi¨®n. Fueron parte destacada del excelente acompa?amiento que hicieron Litton y la Sinf¨®nica durante toda la obra. La sugerencia visual como de luci¨¦rnagas encantadas danzando en el claro de un bosque era casi inevitable.
La inversi¨®n de papeles del final ¨Ccon el pizziccato del solista sobre el canto de la orquesta- fue soberbia, de las de cortar la respiraci¨®n para aumentar la concentraci¨®n. El aire un tanto espa?ol por ritmo y color de los temas del tercer movimiento, Allegro ben marcato, hace suponer a muchos que este final era un homenaje de Prok¨®fiev a la Espa?a que acogi¨® su estreno. La interpretaci¨®n de Jackiw y Litton los hicieron pasar por el filtro de esa iron¨ªa y mordacidad que Prok¨®fiev a¨²n conservaba antes de su definitivo regreso a la URSS. En todo momento, el violinista mostr¨® la delicadeza y control de sonido que lo caracterizan.
La Sinfon¨ªa n? 2 en do menor, op.29 de Alex¨¢nder Scriabin es una demostraci¨®n de c¨®mo las inquietudes sensitivas de un sinest¨¦sico pueden plasmarse en una obra sinf¨®nica mayor. Un puente entre los sentidos ¨Cdel o¨ªdo y la vista en su caso- que propicia un goce a¨²n m¨¢s completo y profundo de su obra. La versi¨®n de Litton con la Sinf¨®nica tuvo grandeza y amplitud de concepto desde su inicio mismo.
En el Andante inicial y el Allegro que le sigue sin soluci¨®n de continuidad, el empaste de sonido de todas sus secciones se vio iluminado por todas las intervenciones de sus solistas: el clarinete de Juan Ferrer, el oboe de Casey Hill o la flauta de Juan Ib¨¢?ez. Y -una vez m¨¢s, como lo habr¨¢ de hacer a lo largo de toda la obra- la secci¨®n de trompas manifest¨® toda la gran calidad que atesora: esta vez, en un trabajo bastante ingrato por su continua presencia y poco lucimiento.
El canto de las flautas sobre cuerdas y maderas y los solos del viol¨ªn de Massimo Spadano dieron una imagen de placidez casi arc¨¢dica en el comienzo del Andante central. La grandeza de su desarrollo tuvo mucho de visi¨®n c¨®smica antes de su vuelta a la serenidad de su inicio; de un retorno a la casa abandonada.
El conjunto del movimiento fue como la clave de arco del puente entre sentidos arriba citado en su expresi¨®n m¨¢s elevada. El cuarto movimiento, Tempestuoso, fue bajada a la tormenta de una concepci¨®n global del Universo y la grandiosa expresi¨®n final del quinto, Maestoso, la m¨¢s bella y l¨®gica consecuencia del anterior.
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