Cela, viajero urbano
La Fundaci¨®n Charo y Camilo Jos¨¦ Cela y la Fundaci¨®n La Caixa reeditan, de manera conjunta y biling¨¹e, las obras del Nobel ¡®Madrid¡¯ y ¡®Barcelona¡¯
Charles Dickens intent¨® con ¨¦xito ponerle un espejo a su Londres para refractar la imagen en el Par¨ªs de la misma ¨¦poca; el resultado es una novela [Historia de dos ciudades]que se congel¨® en el tiempo, pero viene a cuento para contrastarla con uno de los muchos aciertos en la obra de Camilo Jos¨¦ Cela: navegar las calles y plazas de Madrid como si fuese una traves¨ªa mar¨ªtima y recorrer la cuadr¨ªcula ochavada de Barcelona como un laberinto de c¨ªrculos conc¨¦ntricos.
Cela public¨® Madrid, en 1966 con ilustraciones de Juan Esplandi¨², y Barcelona, en 1970 con acuarelas de Federico Lloveras, no como novelas sino como cr¨®nicas en un espejo donde bien ha se?alado Camilo Jos¨¦ Cela Conde, ¡°aparecen hoy como la suma de dos libros de viajes, donde el escritor pasea m¨¢s por las personas que por los paisajes y tambi¨¦n m¨¢s por los personajes hist¨®ricos que por las personas que rodean a espectador¡±.
Entre personaje y persona, se estaba anquilosando en un olvido innecesario la gran literatura de Camilo Jos¨¦ Cela, pues, m¨¢s all¨¢ del tremendismo de los chismes, sobrevuela el valor de su prosa. Precisamente, su hijo Cela Conde ha encabezado el ¨¢nimo por una revalorizaci¨®n que hace justicia a la literatura por encima de los dimes y diretes de tantos espectadores que en realidad tienen abierta la oportunidad para leerlo. Debemos entonces a la Fundaci¨®n Charo y Camilo Jos¨¦ Cela y a la Fundaci¨®n La Caixa la nueva edici¨®n biling¨¹e de Madrid y Barcelona como guinda a la celebraci¨®n del Centenario de Camilo Jos¨¦ Cela.
Para curiosos de nuevas generaciones y bibli¨®filos que llevaban a?os sin hallar las respectivas ediciones anteriores, esta nueva versi¨®n Madrid-Barcelona es elegante en sus pastas duras, asequible, m¨¢s que amable en su tipograf¨ªa y agradable en la reproducci¨®n de las magn¨ªficas ilustraciones. Pero adem¨¢s es la confirmaci¨®n de un espejo ib¨¦rico donde ambas ciudades no son m¨¢s que una y la misma, siendo de dos mundos totalmente diferentes y ajenos.
Libreta en mano, Cela anduvo las calles de Madrid como un paseante parlante, curioso impertinente de los secretos que se esconden tras el velo de las fachadas y las biograf¨ªas en piedra, y recorr¨ªa Barcelona como el escritor que hab¨ªa conquistado, desde temprana edad, el enjambre editorial de la urbe a la vera del mar tan anclada en los sellos que le publicaban obra tras obra. Madrid es entonces el territorio entra?able y vivencial que le dedic¨® a su hijo, nacido en la calle de Alcal¨¢, mientras Barcelona es el damero por donde brinca de casilla en casilla el visitante distinguido y diletante.
As¨ª lo ha le¨ªdo Sergio Vila San-Juan del peri¨®dico La Vanguardia al presentar esta obra dual como ¡°un libro de car¨¢cter pluricultural, que le sigue los pasos a Valle-Incl¨¢n y a Baroja, en un ¨¢nimo que en mucho nos ayudar¨ªa a volver a entendernos entre las dos ciudades hoy mismo¡±. Seg¨²n el periodista catal¨¢n, Cela escribe en tinta un paseo por la Barcelona hist¨®rica, anotando los frisos de un costumbrismo permeable que afortunadamente no ha desaparecido del todo y con paseos que revelan una mirada moderadamente cr¨ªtica hacia aqu¨¦l desarrollismo ins¨ªpido que lleg¨® a transformar algunas caras de la ciudad condal.
Contra la man¨ªa de la Espa?a que enaltece el cotilleo por encima de lo importante, Juan Cruz se ha sumado al af¨¢n de revalorar la obra de Cela y subraya el oficio de Cela como periodista en la l¨ªnea de Hemingway, Azor¨ªn o Dos Passos; es decir, como el cronista de lo que acontece en la r¨²a que escucha a la vez lo que pasa en la calle: la admiraci¨®n que se vuelve mirada sin rollos innecesarios y un agudo sentido del tiempo donde los lectores del siglo XXI contrastar¨¢n p¨¢rrafos con las calles de hoy en d¨ªa, parajes en blanco y negro que han resucitado en los colores de nuestra ¨¦poca de fotograf¨ªas con el tel¨¦fono m¨®vil.
Al leerlo, Cela parece haber sellado una imagen de Madrid y un retrato de Barcelona para el tiempo, para todo el tiempo que vivimos en gerundio. Celebrarlo as¨ª es alejar su figura de limbos oscuros donde se enredaba en p¨²blica su vida privada y abrir las ventanas de estos y todos sus libros al invaluable placer de la lectura que se camina sin prisas, con la mirada atenta a las plazas, calles y fantasmas que habitamos en palabra, pensamiento y paseos.
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