Broggi y el histri¨®n Mouawad
Boscos atesora lo mejor y lo peor de su teatro. Posee un maravilloso arco dram¨¢tico, colosal en su ambici¨®n, complejo en su l¨ªnea temporal; con personajes expuestos a intensos conflictos personales, a dudas c¨®smicas

?Qu¨¦ hacer cuando el histri¨®n es el autor? Wajdi Mouawad, admirado dramaturgo, novelista laureado; joven maestro aplaudido por el aliento ¨¦pico de sus obras teatrales. Un inconmensurable tr¨¢gico que enfila sus historias de dolor y redenci¨®n entre lo sublime y la extravagancia. El que sumerge a sus personajes en un espeso ba?o de sufrimiento por un instante de belleza cat¨¢rtica. Hermano de leche de Lars von Trier en su propensi¨®n a la tortura emocional. No s¨¦ si aprecia a sus dolientes criaturas, pero cuanto m¨¢s lejos parecen nacer de la piel del padre, mayor su sacrificio en aras de una literatura dram¨¢tica que aspira a superar la intensidad del mero hecho de nacer, vivir y morir. Su meta es la grandeza bomb¨¢stica de los mitos ancestrales. No se conforma con poner al d¨ªa a Eugene O'Neill. ?l quiere ser el Esquilo del siglo XXI.
BOSCOS
De Wajdi Mouawad. Direcci¨®n: Oriol Broggi. Int¨¦rpretes: M¨¤rcia Cister¨®, Cristina Genebat, Marissa Josa, Clara de Ramon, Xavi Ricart, Xavier Ripoll, Marc Rius, Carol Rovira, Xavi Ruano, Sergi Torrecilla, Ramon Vila. Traducci¨®n: Cristina Clemente. Biblioteca de Catalunya, Barcelona, 29 de marzo.
Boscos atesora lo mejor y lo peor de su teatro. Posee un maravilloso arco dram¨¢tico, colosal en su ambici¨®n, complejo en su l¨ªnea temporal; con personajes expuestos a intensos conflictos personales, a dudas c¨®smicas.
Situaciones extremas
Tambi¨¦n acumula situaciones extremas que rayan el delirio de los dioses, un gusto por el castigo prometeico y una inopinada trascendencia l¨ªrica que sepulta las emociones aut¨¦nticas de sus mejores escenas. Abruma con un texto con la melod¨ªa del azar de Paul Auster, la decadencia salvaje de un caser¨®n de Macondo, el cisma freudiano de una saga de Thomas Mann y el idealismo fracasado de Cabet, mientras teje una maravillosa l¨ªnea matriarcal que esconde un gran mensaje que va m¨¢s all¨¢ de la maldici¨®n de la sangre y las promesas rotas.
El linaje de los Atreides vencido por una fuerza mayor: el lazo de las afinidades electivas. Aunque son ellos, los mitos, los que contaminan con sus excesos hom¨¦ricos los pasajes m¨¢s inconcebibles.
Oriol Broggi ¡ªdeclarado valedor de Mouawad¡ª aporta a esta colosal epopeya una bals¨¢mica serenidad. ?Necesaria! Elabora con los m¨ªnimos recursos una delicada telara?a para atrapar al espectador entre los muchos hilos de un argumento se desplaza a trav¨¦s de tres siglos con la ¨²nica l¨®gica de la eternidad. Crea un fluido exquisito con las dimensiones de espacio y tiempo ajustadas a las necesidades de la tragedia. La elegancia de una foto que pasa del papel a las tres dimensiones para deshacerse en la narraci¨®n de un testigo. La metamorfosis invisible como la entiende Robert Lepage.
Impecable cuando los int¨¦rpretes pisan y sienten la tierra (el parlamento inicial de Cristina Clemente-Aim¨¦e; el transformador encuentro abuela nieta, Clara de Ramon-Loup y Marissa Josa-Luce) y se expresan con emoci¨®n humana; y entregado a la causa cuando la obra se regodea en sus excesos, cuando unas palabras ante las cenizas fr¨ªas de la madre se elevan a un elegiaco canto f¨²nebre dirigido a un anfiteatro milenario.
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