Bejun Mehta triunfa en el Palau
El contratenor regresa a Barcelona despu¨¦s de cinco a?os
Cinco a?os despu¨¦s de triunfar en el Liceu, en un concierto con la Orquesta Barroca de Friburgo consagrado a Georg Friedrich H?ndel, su compositor fetiche, el contratenor estadounidense Bejun Mehta ha vuelto a saborear las mieles del ¨¦xito en su regreso a Barcelona. Su deb¨²t en el Palau de la M¨²sica ha sido, probablemente, el concierto m¨¢s gratificante, por calidad, dominio del estilo y factura musical, del ciclo Grans Veus de Palau 100, por el que han desfilado hasta la fecha Philippe Jaroussky, Juan Diego Fl¨®rez y Piotr Beczala.
Con sencillez en las formas ¡ªsin divismos ni fingidas cercan¨ªas¡ª cautiv¨® Mehta por la naturalidad de su arte, con una voz c¨¢lida, bella y sin estridencias, una t¨¦cnica perfecta y un gusto musical que huye de la exhibici¨®n en busca de la expresi¨®n sincera de emociones. Con estas virtudes, y el impecable acompa?amiento de la Akademie f¨¹r Alte Musik Berlin, con Bernard Forck como concertino-director, bord¨® un atractivo programa estrenado el a?o pasado en el Festival de Salzburgo, con el que tambi¨¦n triunf¨® el 23 de abril en el Auditorio Nacional de Madrid.
El H?ndel m¨¢s intimista abri¨® y marc¨® el tono de la velada con preciosistas interpretaciones del aria de la cantata Siete rose rugiadose, HWV 162 y otra filigrana vocal e instrumental del compositor saj¨®n, la cantata da camera Mi palpita il cor, HWV 132c. Dos horas despu¨¦s, Mehta, que milita en la ¨¦lite de los contratenores, cerr¨® el programa en un clima de recogimiento y belleza l¨ªrica con otra perla handeliana, I will magnify thee, HWV 250b.
Entre esos dos momentos, Mehta recre¨® la belleza austera del Lamento-Ach, da? ich Wassers g'nug h?tte de Johann Christian Bach, y el virtuosismo de la cantata Pianti, sospiri e dimandar mercede, RV 676, de Antonio Vivaldi, y nos llev¨® al para¨ªso barroco con una interpretaci¨®n de la cantata Ich habe genug, BWV 82, de Johann Sebastian Bach, de dulces matices expresivos. La sorpresa de la velada, con campanas celestiales incluidas, fue la cantata del compositor Melchior Hoffmann Schlage doch, gew¨¹nschte Stunde BWV 53, atribuida durante mucho tiempo a Bach.
Para proporcionar descanso al solista, los formidables m¨²sicos del conjunto berlin¨¦s, con destacado protagonismo de la oboista Xenia L?ffler, tocaron con finura el Concierto en re menor R129 Madrigalesco, de Antonio Vivaldi, y la preciosa y poco programada Sinfonia n¨²m. 12, ¡°la Passione di Ges¨² Signor Nostro¡±, de Antonio Caldara.
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