La m¨²sica del diputado Llach
Un sector de los medios viste el apoyo al pol¨ªtico acusando al mensajero
La publicaci¨®n de las charlas en las que Llu¨ªs Llach explicaba que, en el momento que tengamos la ley de transitoriedad jur¨ªdica, esta ley obligar¨¢ a todos los funcionarios de Catalu?a y el que no la cumpla ser¨¢ sancionado, ha tenido tres tipos de seguimiento. Quien las considera una amenaza. Quien defiende que ning¨²n estado permite la desobediencia funcionarial. Y, la m¨¢s preocupante, quien ve en la informaci¨®n ¡ªcita de v¨ªdeos que sus promotores han descolgado de la red¡ª una manipulaci¨®n intencionada. La triste acusaci¨®n al mensajero.
Este s¨¢bado, Joan Oll¨¦ escrib¨ªa en El Peri¨®dico que ¡°si algo nos est¨¢ dando el trayecto (el proceso, m¨¢s kafkiano que hel¨¦nico) con todos sus funambulismos, tropiezos, mentiras, ocultaciones y pronunciamientos como el de Llach, no es precisamente una lecci¨®n de enriquecimiento personal¡±. Joan de Sagarra (La Vanguardia, 30 de abril) subrayaba que la digna trayectoria de Llach no excluye que el diputado pueda amenazar o coaccionar unos funcionarios que no se muestren dispuestos a acatar una determinada ley ¡°como si en lugar de un diputado del Parlament fuera un tertuliano¡±.
Para Vicens Villatoro (Ara) ¡°el tema es a qui¨¦n se hace caso. Los Mossos, los funcionarios y los ciudadanos. Hemos llegado al n¨²cleo de la cuesti¨®n. Y va de veras¡±. Un d¨ªa antes, el diario hab¨ªa dado una luz verde a Llach, ¡°a quien se ha querido criminalizar por una cosa tan evidente como que los funcionarios tendr¨¢n que acatar la legislaci¨®n que apruebe el Parlament¡±. Aquel mismo d¨ªa, El Peri¨®dico titulaba su editorial: ¡°Llach dice lo que el Govern catal¨¢n piensa¡±. Xevi Xirgu (El Punt Avui, 27 abril) sosten¨ªa que ¡°el principal peligro (y yo dir¨ªa que ¨²nico) de toda esta guerra sucia que estos d¨ªas est¨¢n fabricando algunos medios de comunicaci¨®n es que, efectivamente, quedamos atrapados en su marco mental. (¡) Nos quieren hacer sentir culpables de una cosa de la cual no lo somos¡±. Al editorialista de El Mundo (27 de abril) le daba verg¨¹enza ¡°que el mismo Govern que hace cuatro a?os que est¨¢ instalado en la desobediencia, advierta ahora que castigar¨¢ a los funcionarios que no cumplan las normas encaminadas a la secesi¨®n¡±. Un d¨ªa antes, el director de El Peri¨®dico, Enric Hern¨¤ndez, se preguntaba ¡°qu¨¦ demonio de ¡°pa¨ªs normal¡± ser¨ªa esta Rep¨²blica catalana que antes de constituirse ya amenaza de reprimir al disidente (¡). No era esto, compa?eros, no era esto¡±.
En los digitales, Salvador Cot (El M¨®n) escribe que ¡°la gesticulaci¨®n de medios como El Pa¨ªs indica, claramente, que el Estado tiene dudas serias sobre la capacidad de intimidaci¨®n que tiene sobre los trabajadores p¨²blicos que hacen funcionar los servicios en Catalu?a¡±. Vicent Partal, en Vilaweb, teoriza que en los v¨ªdeos de las charlas de Llach ¡°explica una cosa simple y muy l¨®gica: que si se gana el refer¨¦ndum habr¨¢ un nuevo estado. Y a continuaci¨®n razona que este Estado, como todos los estados, tendr¨¢ unas leyes propias que los funcionarios l¨®gicamente tendr¨¢n que seguir¡±. Pero, el anunciado castigo a los funcionarios desobedientes no se producir¨¢, seg¨²n Llach, cuando, hipot¨¦ticamente, Catalu?a sea un Estado si no antes del anunciado refer¨¦ndum, con la aprobaci¨®n de la ley de transitoriedad. Jordi Mercader (Naci¨® Digital) critica a quienes se?alan al mensajero que divulga unas palabras dichas en p¨²blico simplemente por los efectos inconvenientes que su publicaci¨®n causan al orador. Por ¨²ltimo, Xavier Rius (eNot¨ªcies) se pregunta si lo publicado por Cristian Segura es mentira. ¡°No, ¨¦l ¨²nicamente ha hecho de periodista¡±. Y contempla como ninguna asociaci¨®n o sindicato profesional ha salido en su defensa. ¡°Hay aquella frase atribuida a Winston Churchill que dice ¡°una prensa libre es el guardi¨¢n insomne de todos los dem¨¢s derechos¡±. Y termina: ¡°Aqu¨ª publicas una exclusiva y te arrastran por los suelos. Aquella vieja t¨¢ctica de matar al mensajero¡±.
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