Dinamita Brossa para una comedia burguesa
Bonn¨ªn ha querido transformar 'Diumenge' en un retrato malicioso de una clase y una ¨¦poca
¡°Oh benvinguts, passeu, passeu¡¡±, cantaba Sisa en Qualsevol nit pot sortir el sol y entraba la infancia en nost¨¢lgica comitiva. En Diumenge de Joan Brossa no haremos el vermut con Carpanta o Do?a Urraca pero s¨ª que es una tentadora invitaci¨®n a alternar con sombras adultas de la literatura universal. R¨°mula, la esposa, es Madame Bovary prendada de la renovada ansiedad del desarrollismo franquista, perdida la oportunidad de oro del estraperlo; Ramon, el esposo, es Bartleby con su uniforme de chaleco de lana y libros ¡ªreconocible alter ego est¨¦tico del autor¡ª, y Enric, el amigo com¨²n, un Werther de Tuset Street, con su elegante terno a?il y gualdo, interrumpiendo con mayores esperanzas que su antecesor en el suave hast¨ªo de la vida marital, de tanto en tanto alterado por la l¨ªrica de una tormenta de mariposas y la promesa de un baile.
Hermann Bonn¨ªn ha tenido muy presente el calendario (1964) para romper el sello de una comedia ligera ¡ªparafraseando el t¨ªtulo y el ambiente de la novela de Eduardo Mendoza¡ª que tiende a esconderse en su castillo de naipes. El No-Do accede a la trama con la frivolidad de un guateque y¨¦-y¨¦ a ritmo de Madison y chanson para entreabrir la puerta a las negras sotanas del tardofranquismo y sus congresos eucar¨ªsticos, a las l¨¢grimas televisadas por el cad¨¢ver de un caudillo, a la conformidad existencial de una burgues¨ªa catalana que cuando sufr¨ªa so?aba con Par¨ªs. Una dramaturgia que a?ade realidad a un texto con el suave perfume de una comedia de Edgar Neville ¡ªEl baile ronda en esta historia a tres¡ª constantemente auto-boicoteada por el poeta y su brillante greguer¨ªa.
Diumenge
De Joan Brossa. Direcci¨®n: Hermann Bonn¨ªn. Int¨¦rpretes: ?ngels Bassas, ?lex Casanovas y Abel Folk.
La Seca-Espai Brossa, Barcelona.
Cada personaje tiene una insatisfacci¨®n sobre sus hombros sin que a Brossa y Bonn¨ªn les interese demasiado su desarrollo. S¨®lo hay una escena que se abre a un cierto misterio de emociones: el rendez-vouz a salta de mata entre la esposa y el amigo con derecho a roce. Desaparecido por un momento el marido de la escena, entre los dos se desarrolla un di¨¢logo de palabras no dichas que apunta hacia una er¨®tica del silencio como la entend¨ªa Harold Pinter. Un momento para disfrutar de la qu¨ªmica entre Abel Folk y ?ngels Bassas, que se crecen en los personajes en las pocas p¨¢ginas en las que Brossa les presta una cierta autonom¨ªa como criaturas vivas. ?lex Casanovas no tiene esa suerte y asume con estudiada resignaci¨®n y apat¨ªa el papel del hombre sin ambiciones, excepto cuando la poes¨ªa se adue?a de su imaginaci¨®n y palabras y escapa hacia una juventud afrancesada y la ilusi¨®n de gran mecenas de las artes, con T¨¤pies en el centro de su galer¨ªa so?ada.
Una comedia burgues¨ªa torpedeada por la dinamita brossiana que Bonn¨ªn ha querido transformar en un retrato malicioso de una clase y una ¨¦poca. ?l ha puesto los fotogramas para entender el reverso oscuro de la gauche divine.
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